A finales del año pasado, el presidente Donald Trump dio la bienvendia a la ola de frío que invadía gran parte de Estados Unidos al tuitear: “Tal vez podríamos aprovechar un poco de ese buen viejo calentamiento global”. Fue criticado por confundir el clima con las condiciones meteorológicas.

     Pero él difícilmente es el único que comete ese error, como hemos visto en la cobertura de los eventos más destructivos relacionados con el clima de 2017.

El año pasado estuvo lleno de malas noticias meteorológicas, muchas de ellas trágicas, teniendo comunidades enteras que aún luchan por recuperarse. El huracán Harvey azotó a Texas y el huracán Irma azotó a Florida y Puerto Rico después de haber devastado otras islas del Caribe. Los incendios forestales incendiaron las extensiones secas de los condados de Napa y Ventura en California, y Australia experimentó severas olas de calor.

Para los medios, políticos y activistas se ha convertido en una rutina vincular eventos tan horribles con el cambio climático. La afirmación básica es que la acumulación de gases del efecto invernadero en la atmósfera está causando un clima más extremo de todo tipo: más sequías, inundaciones y huracanes. Esto se suma a las preocupaciones de que el aumento en las temperaturas globales tendrá efectos potencialmente graves a largo plazo sobre el hielo polar y los niveles del mar.

Sin embargo, al analizar el mundo en su conjunto y las tendencias a largo plazo (clima) en lugar de los eventos a corto plazo (condiciones meteorológicas), podemos evaluar mejor las afirmaciones de que 2017 fue un año meteorológico inusual y que el clima es cada vez más extremo a medida que el mundo se calienta. Esta visión global y de largo plazo también pone en perspectiva otras posibles amenazas del cambio climático.

Mientras que Estados Unidos fue testigo de daños récord en 2017, el resto del mundo se vio afectado por muchos menos desastres naturales que de costumbre. En promedio, el mundo sufre 325 desastres naturales catastróficos al año, pero el año pasado (hasta noviembre) se redujeron a unos 250, de acuerdo con Centre for Research on the Epidemiology of Disasters de la Universidad de Lovaina en Bélgica. Un tercio menos de personas murieron a causa de los peligros relacionados con el clima, dijo International Disaster Database del centro antes referido.

En cuanto a los principales fenómenos meteorológicos y los indicadores más destacados de las tendencias climáticas a largo plazo, he aquí un aproximado del 2017:

 

Temperatura: Los últimos tres años han establecido récords mundiales de altas temperaturas, en parte gracias al ciclo recurrente de aguas cálidas en el Océano Pacífico conocido como El Niño. Además, las temperaturas han alcanzado máximos históricos desde 2000, con 16 de los 17 años más cálidos registrados. Pero la temperatura superficial promedio ha disminuido en medio grado centígrado desde el pico de El Niño en 2016, dijo la Oficina Meteorológica de Reino Unido, y ahora casi ha regresado a los niveles previos al El Niño.

Aunque las temperaturas han aumentado, el aumento no se está acelerando y no ha estado a la altura de las proyecciones más autorizadas.

 

Huracanes: En agosto, Harvey tocó tierra cerca de Corpus Christi como una tormenta de categoría cuatro, finalizando un período récord de 12 años sin un huracán importante en Estados Unidos. La temporada de huracanes en el Atlántico del año pasado fue particularmente hiperactiva, clasificándose como la séptima temporada atlántica más intensa desde que comenzaron a tomarse los registros en 1851.

Pero los ciclones (como se conocen los huracanes en otros lugares) se encuentran en los tres océanos tropicales y, en general, el Índice Acumulado de Energía Ciclónica --que mide la intensidad y la duración combinadas de estas tormentas-- está actualmente 20% por debajo de su promedio de largo plazo. De hecho, el índice de 2017 fue 50% menos que la actividad ciclónica normal en el hemisferio sur.

 

Incendios y sequías: Más de nueve mil incendios forestales quemaron cerca de 0.56 millones de hectáreas en todo el estado de California este año. Pero el número de incendios forestales en California en realidad ha estado disminuyendo durante 40 años, de acuerdo con Jon Keeley de UCLA, un investigador líder en el tema. Una revisión publicada en 2016 por la Real Sociedad Británica documentó que el área global quemada por los incendios forestales también ha disminuido en las últimas décadas.

En cuanto a las sequías, una base de datos completa publicada en 2014 en la revista Nature encontró que la proporción del mundo que sufre de precipitaciones anormalmente bajas ha disminuido ligeramente desde los años ochenta.

 

Inundaciones: en 2017, California tuvo su segunda temporada lluviosa más intensa desde que se inició la acumulación de registros hace más de un siglo, provocando inundaciones masivas. Pero un estudio publicado el año pasado en la revista Journal of Hydrology por Glenn A. Hodgkins de Geological Survey de Estados Unidos y sus colegas concluyó que el número de grandes inundaciones en ríos naturales de Europa y Norteamérica no ha aumentado en 80 años. A nivel mundial, las inundaciones también han disminuido en los últimos años.

 

Los monzones: Durante muchos años los meteorólogos han advertido que el monzón del verano del sudeste asiático, que suministra la tan necesaria lluvia para la agricultura de la región, puede estar debilitándose como resultado del aumento de las temperaturas. Sin embargo, un estudio publicado en 2017 por Qinjian Jin y Chien Wang del MIT en la revista Nature Climate Change informó que el monzón de verano indio se ha fortalecido en los últimos 15 años y que desde 2002 las precipitaciones de los monzones han aumentado significativamente.


Hielo marino: según la agencia National Snow and Ice Data Center de Estados Unidos, la extensión total del hielo marino en los polos del mundo se ha recuperado levemente del mínimo provocado por El Niño el año pasado, a 21.2 millones de kilómetros cuadrados en diciembre, frente a 19.65 millones a finales de 2016.

     No obstante, la tendencia general en las últimas décadas señala claramente el retroceso del hielo marino. Aunque el hielo marino antártico ha crecido en 0.15 millones de kilómetros cuadrados (1.3%) por década desde 1979, de acuerdo con National Oceanic and Atmospheric Administration, el hielo marino ártico ha disminuido en 0.55 millones de kilómetros cuadrados (5%) por década en ese período. Sin embargo, la pérdida de hielo marino no tiene ningún efecto sobre el nivel del mar, y la tasa de disminución ha sido bastante gradual.

Nivel del mar: de acuerdo con NASA, el nivel del mar promedio global ha cambiado poco desde julio de 2015. El aumento promedio desde 1993 ha sido de 3.2 milímetros anuales, pero no hay signos evidentes de aceleración desde que los satélites comenzaron a medir el nivel del mar hace 25 años. Esa tasa equivale a 32 centímetros por siglo, o un poco más de un pie en 100 años.

 

     Las fluctuaciones climáticas a corto plazo a menudo conllevan un costo humano terrible, y estos eventos extremos con razón atraen los titulares. Pero no capturan la realidad del clima del planeta. En las últimas décadas, el mundo se ha vuelto lentamente más cálido, ligeramente más húmedo y menos helado. Tampoco ha sido más tormentoso, no más propenso a las inundaciones y un poco menos propenso a las sequías. El nivel del mar continúa subiendo gradualmente.

En resumen, desafortunadamente hay poca emoción para aquellos que esperan cataclismos climáticos y poco confort para aquellos que dicen que nada está cambiando.

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo

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Fecha de publicación: 18/01/2018