El 18 de julio fue el centenario del nacimiento de Nelson Mandela, y en todo el mundo se realizaron eventos para conmemorarlo. En Sudáfrica, Bikers for Mandela realizaron un recorrido y se prepararon bollos en honor a Mandela. Hubo un comedor de beneficencia Mandela, un torneo de golf, también de beneficencia, una presentación especial de la ópera Mandela Trilogy, Mandela Day Yoga, maratones y galas del día de Mandela y camisetas con su número de prisión, 46664. La Conferencia Anual Nelson Mandela en este año centenario fue realizada en Johannesburgo por el anterior presidente de Estados Unidos, Barack Obama.

Justo a tiempo para las celebraciones, la ya de por sí atestada estantería de recuerdos de Mandel está recibiendo varias nuevas incorporaciones, entre ellas “Las Cartas de Prisión de Nelson Mandela” y una nueva biografía vigorosa del antiguo activista anti-apartheid (y ministro del Partido Laborista de Reino Unido) Peter Hain.

Más adelante en el año, Beyoncé, Jay-Z, Ed Sheeran, Pharrell Williams, Chris Martin de Coldplay y artistas africanos como Femi Kuti y Wizkid actuarán en el concierto del centenario de Mandela en Johannesburgo. Oprah Winfrey realizará el discurso magistral de apertura. Su tema: el legado de Mandela.

Entonces, ¿qué es exactamente el legado de Nelson Mandela? Un ícono verdaderamente global, probablemente sea más admirado en la actualidad que Gandhi, Churchill, Kennedy, Martin Luther King, Solzhenitsyn o la Madre Teresa.

Sin embargo, en 1963, a la edad de 44 años, Mandela desapareció detrás de las paredes de una prisión debido al Apartheid. Estuvo ausente de la vista del público durante 10 mil 52 días, o 27 años.

Mandela reapareció en 1990 como un héroe, negoció el fin de la mancha moral del Apartheid y fue elegido el primer presidente de la nueva Sudáfrica, fungiendo como tal de 1994 a 1999, cuando se retiró de la política activa. Al igual que George Washington, podría haber continuado en el cargo pero en lugar de eso renunció. Quería mostrar que aferrarse al poder no era propio de un buen gobierno. Mandela murió hace casi cinco años. Ahora pertenece a la historia.

Hay tres vertientes en el tridente del legado de Mandela: su partido, el Consejo Nacional Africano (ANC, por sus siglas en inglés); su país, Sudáfrica; y su filosofía, más que nada, su ejemplo de perdón, su falta de rencor después de salir de prisión.

De este trío, solo el último --su asombrosa magnanimidad-- ha escapado a la decepción. Pero en muchos sentidos, es lo más grande, lo más universal y exportable. Es un referente duradero de nuestra mejor naturaleza, la esencia de los que emprenden un camino honorable, el santo patrón del perdón de los pecados históricos.

Este poder icónico ha sido aprovechado con un fervor particular por los sudafricanos blancos, los antiguos beneficiarios del apartheid. Para ellos (y como zimbabuense blanco, lo entiendo), las garantías de Mandela eran imprescindibles.

Para ellos, Mandela fue, y sigue siendo, totémico. Tienden a usarlo como un crucifijo para alejar al vampiro de la retribución racial. Hablan de “Madiba”, su alias, como si invocaran a una deidad, una divinidad sin la cual sus tierras y propiedades podrían ser confiscadas, sin quien podrían ser arrojados al mar.

Hasta cierto punto, esto también es cierto para las poblaciones privilegiadas en cualquier otro lugar. El aura de Mandela es la de poner la otra mejilla a la injusticia histórica: los males del colonialismo, opresión y explotación.

En ese sentido, Obama parece ser el orador idóneo en el centenario de Mandela. Él también es un hombre de color que parece no albergar prejuicios raciales. Tal vez en parte porque tuvo una educación privilegiada, tal vez porque su madre fue blanca. Tal vez porque su padre fue un inmigrante africano, su herencia negra libre de las agonías de la esclavitud. Tal vez porque, al igual que Mandela, simplemente se elevó por encima de todos.

Sello Hatang, director ejecutivo de la Fundación Nelson Mandela, dijo de Obama como el orador del centenario: “Nos preguntamos a nosotros mismos, ‘¿Quién puede representar mejor el legado de Madiba? ¿Quién tomó la estafeta cuando se convirtió en presidente de su propio país? ¿Quién podría enfrentar los problemas de la democracia en un mundo desgarrado por la corrupción?”

En Sudáfrica, sin embargo, hay personas, como Julius Malema, expulsado como jefe del ala juvenil del ANC por ser demasiado militante, que ha pasado a la oposición. Malema dirige un nuevo partido, Economic Freedom Fighters. Quien piensa que Mandela fue demasiado conciliador, que perdonó a los blancos aún antes de haberse disculpado, y mucho menos haber expiado sus pecados, y que la liberación económica negra todavía es una quimera. Él insta a la apropiación de la propiedad blanca sin compensación, como hizo Robert Mugabe en la vecina Zimbabwe, con resultados catastróficos.

De hecho, aunque ahora hay una pequeña elite negra pero muy rica en Sudáfrica, muchos de ellos beneficiarios de las políticas económicas que favorecen a la raza negra y una clase media negra mucho mayor, los blancos son incluso más ricos en comparación con los negros que al fin del apartheid. El índice Gini de Sudáfrica --una fórmula para medir la desigualdad económica-- ahora es casi el más alto del mundo.

Muchas de los recientes problemas económicos de Sudáfrica han sido el resultado directo del mal gobierno de nueve años del ex presidente Jacob Zuma, quien presidió el colapso moral y la degradación del ANC.

Bajo la tutela de Zuma, el gobierno se convirtió en un canal para el enriquecimiento de los funcionarios del partido y del estado. Traicionó todo lo que Mandela representaba.

El hecho de que Cyril Ramaphosa finalmente ascendiera a la presidencia sudafricana en febrero puede ayudar a restaurar este aspecto del legado de Mandela. Aunque en una táctica dinástica que a Mandela no le hubiera gustado, Zuma trató de heredarle el poder a su ex esposa Nkosazana Dlamini-Zuma. Pero de esto hay que otorgarle el crédito al ANC, que no lo permitió, aunque por el más mínimo margen.

Ramaphosa todavía está luchando por ejercer el poder a plenitud, luchando contra los restos de la camarilla de Zuma. Alguna vez el jefe de la poderosa Unión Nacional de Mineros y un importante negociador de la constitución posterior al apartheid, Ramaphosa refleja fielmente la visión de Mandela.

Fue la elección original de Mandela como sucesor (el ejecutivo de ANC votó por Thabo Mbeki en su lugar, y Ramaphosa se convirtió en un importante titán minero). La constitución que Ramaphosa ayudó a instaurar es otro de los logros de Mandela. Ésta incluye una declaración integral de derechos que garantiza un poder judicial independiente, una democracia multipartidista, una prensa libre y una sociedad civil sólida.

Ramaphosa se ha comprometido a combatir la corrupción y reformar las instituciones estatales que Zuma (que ahora enfrenta múltiples cargos criminales por corrupción) hizo todo lo posible por socavar. En el año del centenario de Mandela, el hombre que él creía más capaz de canalizar sus planes de la nueva Sudáfrica finalmente está en posición de hacerlo. Él bien podría lograr restaurar el legado de su mentor en casa.

En todo el mundo, los ideales de Mandela siguen inspirando, como deberían. En una de sus cartas de prisión de la nueva colección, escribió: “Podemos ser francos y abiertos sin ser imprudentes o abusivos, educados pero con escrúpulos, podemos atacar el racismo y sus males sin que nosotros mismos fomentemos sentimientos hostiles entre los diferentes grupos raciales”.

Mandela rechazó la política de identidad, de la cual el apartheid fue la expresión más extrema. Se negó a medir a las personas por su cultura o color de piel. Ahora, cuando viramos hacia la identidad como nuestra política primaria, su ejemplo parece más importante que nunca.

En un mundo donde el populismo enojado y abusivo busca exacerbar nuestras divisiones en lugar de sanarlas, su voz resuena con una madurez, integridad y sabiduría aún mayores. Es terriblemente nostálgico para el verdadero discurso civil.

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo           

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Fecha de publicación: 02/08/2018