De acuerdo con un informe publicado recientemente en el diario The Wall Street Journal, ya solo 30% de las transacciones comerciales se realizan en efectivo. Para sorpresa de muchos clientes, un número creciente de establecimientos minoristas, que incluyen tanto peluquerías de lujo como restaurantes de moda, están rechazando a los clientes armados únicamente con dinero en efectivo. Eso está sucediendo incluso en algunos Starbucks.

Rechazar el efectivo no es malo ni frívolo, ni los comerciantes están adoptando esta política porque el dinero parece cada vez más como algo fuera de lugar. En general, los minoristas están dándole el pulgar hacia abajo a la billetiza porque los empleados ya no tendrán que perder el tiempo con clientes cuenta-monedas, pedirle al gerente que les traiga un montón de billetes de baja denominación o que vayan al banco a buscar efectivo.

Ya nadie tiene que envolver una pila de centavos sucios y llenos de microbios al final de su turno, ver a la luz un billete para verificar que no sea falso e incluso equilibrar el cajón del efectivo.

En teoría, no hay nada de malo en poner totalmente al margen al efectivo, una entidad anacrónica. Si los criminales insisten en llevar a cabo atracos a la vieja escuela, entonces tendrán que conformarse con robar dulces, Twinkies y una que otra cerveza Dos Equis. El Oxxo ya no tendrá ningún botín que poner dentro de una funda de almohada para salir corriendo.

Pero, inevitablemente, la ley de los efectos indeseables mostrará su horrendo rostro como siempre. Una verdadera sociedad sin efectivo cambiará drásticamente el panorama político porque los corruptos ya no podrán aceptar maletas llenas de marmaja sin marcar como soborno.

Si un policía que pide mordidas no acepta el efectivo, los sobornos tendrán que hacerse con una tarjeta de crédito o débito. Eso realmente parece dar al traste con todo el propósito del fin.

Peor aún, si se vuelve demasiado difícil que los políticos obtengan fácilmente un soborno, nadie querrá postularse para desempeñar un cargo público. ¿Y entonces dónde estaremos? La misma regla general se aplica al dinero con que se paga la secrecía.

Un mundo sin dinero sería una pesadilla para los jugadores. Mientras se podía pagar con dinero en efectivo las deudas de juego a agiotistas y apostadores ilegales, nunca tuviste que preocuparte de que tu cónyuge encontrara el saldo de tu tarjeta de crédito y cuestionara el cuantioso pago semanal de 600 pesos al ‘Tres Dedos’ Calhoun o a Frankie el Frisco. Cuando la mafia opte por la política de no-efectivo, los jugadores tendrán que dar muchas explicaciones.

La mafia, por su parte, se beneficiará de las transacciones sin dinero en efectivo, ya que no serán posibles las mordidas a los guardianes de la ley poco fiables, a los cobradores violentos y a los botones sin efectivo. ¿Pero acaso estábamos intentando hacer que el crimen organizado fuera más rentable?

Una vez que el efectivo se convierta en algo del pasado, las transacciones ordinarias del hombre común se volverán mucho más complicadas. ¿Cómo le das propina al portero, al jardinero o al chico de la piscina sin tener un fajo de billetes de veinte pesos? ¿Los chicos que limpian las alcantarillas y basureros van a comenzar a cargar máquinas lectoras de tarjetas de crédito en Navidad? ¿Y qué pasará con los músicos callejeros? ¿Mimos? ¿El vaquero desnudo de Times Square? ¿Va a deshacerse el Ejército de Salvación de sus características ollas de metal y demandar donaciones con Venmo?

En China, esto es cierto, algunos mendigos han sido equipados con códigos de barras matriciales (QR), ya sea por sus familias o por comerciantes locales que les pagan para que los transeúntes utilicen dichos códigos como mercadotecnia. ¿Es esta una práctica que realmente queremos difundir?

Muy pronto, cuando intentes lanzar las consabidas monedas a la famosa Fontana di Trevi de Roma para regresar, los guardias de seguridad te señalarán el letrero que dice “Solo Carte di Credito”. La clásica balada de Frank Sinatra no tendrá el mismo sentido cuando se la vuelva a bautizar como “Three Debit Cards in a Fountain” (Tres tarjetas de débito en una fuente). Como lo señaló Clint Eastwood en la película que fue un gran éxito “A fistful of Bitcoin” (Un puñado de Bitcoin).

¿Qué tal los simples placeres como las máquinas que expenden bolas de goma de mascar? Si ya no se aceptan monedas las máquinas que rodean el Gran Cañón y el Monte Rushmore y la Estatua de la Libertad, ¿cómo se pagarán las monedas de 0.25 dólares para obtener una moneda conmemorativa, y qué sucederá con los centavos conmemorativos? Un código QR conmemorativo simplemente no tendrá el mismo atractivo.

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo           

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Fecha de publicación: 24/01/2019