3 de oct. (Sentido Común) -- Javier Arrigunaga, el director general de Grupo Financiero Banamex, la segunda institución bancaria más importante del país y filial del banco estadounidense Citigroup, renunció a su cargo a fin de permitir la llegada de nuevos líderes que puedan ayudar a la institución a reponerse de un fraude por cerca de 400 millones de dólares, revelado a inicio de este año y que minó su liderazgo.

     Ante el desfalco que le generó a Banamex el engaño de la empresa de servicios petroleros, Oceanografía, hoy controlada por el gobierno, Arrigunaga optó, tras llevar a cabo diversas acciones para asegurar que una acción como esa no vuelva a ocurrir, por hacerse a un lado para que otros tomen las medidas necesarias a fin de dejar atrás esta problemática e implementar una nueva estrategia para la institución financiera.

     El cargo de Arrigunaga lo ocupará, Ernesto Torres Cantú, hasta ahora director general de la filial bancaria del grupo financiero, Banco Nacional de México o Banamex, quien mantendrá esa responsabilidad.

     Al mismo tiempo, Citigroup decidió crear una nueva posición, la de director general adjunto y entregarle ese cargo a Rodrigo Zorrilla, quien se venía desempeñando como director general del grupo de clientes de Citigroup en Japón.

     Zorrilla, un economista del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), con maestría en administración de la misma institución, le reportará a Cantú.

     “Estoy muy orgulloso por haber sido parte de esta gran institución y seguro de que Ernesto y Rodrigo continuarán avanzando significativamente con lo que hemos construido”, dijo Arrigunaga, de 51 años de edad, en el comunicado a través del cual Banamex anunció su renuncia.

     El liderazgo de Arrigunaga, quien trabajó para Banamex a lo largo de los últimos 12 años y los últimos cuatro como director general, sufrió un fuerte descalabro cuando a finales de febrero Citigroup reveló que su filial bancaria había sufrido un millonario fraude orquestado por Oceanografía que la obligó incluso a tomar una pérdida de 235 millones de dólares adicionales a la que ya había reconocido antes y re-calcular sus resultados de 2013.

     Desde el momento del anuncio del fraude, las estructuras directivas del banco se cimbraron, no sólo por el monto del engaño o por la pérdida que esto significó a su empresa matriz, sino principalmente porque Banamex había mantenido una relación de negocios con Oceanografía, una empresa con una reputación dudosa y que otras instituciones financieras, desde bancos hasta agencias crediticias, habían ya evitado por considerarla de alto riesgo ante su manejo administrativo descuidado.

     La misma empresa prestadora de servicios petroleros así lo manifestaba en los prospectos de colocación de dos bonos que vendió en el extranjero y en los que señaló que en ocasiones tenía dificultades para cumplir con sus obligaciones o que era objeto de demandas en su contra.

     Claro que los préstamos que Banamex había otorgado a Oceanografía podían ser considerados de menor riesgo que el riesgo general de la empresa. Esos créditos eran de corto plazo y formaban parte de un programa de factoraje que tenía el banco con Oceanografía. 

     Bajo ese programa, Banamex pagaba con descuento las facturas por cobrar que tenía la empresa prestadora de servicios petroleros con la compañía petrolera estatal, Petróleos Mexicanos.

     Así, en el papel, esos prestamos parecían ser de un riesgo menor ya que si Pemex había emitido esas facturas a Oceanografía por servicios que esta empresa le prestó o le prestaría, la petrolera era finalmente la responsable de cubrir esos pagos. Muchos al interior de Banamex pensaron que esto reducía significativamente la probabilidad de un no pago pues estaban asumiendo riesgo Pemex, o riesgo gobierno federal por ser ésta una empresa gubernamental.

     El problema, sin embargo, surgió cuando Pemex informó a Banamex que las facturas que Oceanografía le entregó como garantía eran falsas. 

     El banco mexicano descubrió esto a las pocas semanas que el gobierno suspendiera por 21 meses a Oceanografía de recibir cualquier contrato del gobierno federal o sus dependencias por diversas irregularidades y violaciones detectadas en varios contratos de Pemex.

     La alarma que encendió en Banamex la sanción que anunció el gobierno contra Oceanografía resultó la peor pesadilla para la institución bancaria y para Citigroup. Las dos instituciones confirmaron el desfalco al que habían sido sometidos luego que el banco estadounidense tuvo que revelar el evento relevante a sus accionistas en Estados Unidos.

     Desde entonces, Banamex ha tenido que despedir a 12 empleados, incluso a cuatro gerentes generales, por el fraude. Algunos de ellos enfrentan incluso diversas acusaciones por parte de las autoridades mexicanas, al mismo tiempo que los agentes reguladores de los bancos han dicho que los ejecutivos de Banamex incumplieron con ciertas regulaciones y procesos a fin de evitar este tipo de engaños.

     A la fecha las autoridades no han sancionado a Banamex por esos incumplimientos.

     Desde el inicio de este problema, muchos analistas pensaron que a la postre Arrigunaga, un abogado de profesión, tendría que renunciar al cargo, pues si bien él no había participado directamente en la transacción fraudulenta, sí era responsable del buen manejo de la institución como su director general.

     Él, junto con Manuel Medina Mora, presidente del consejo de administración de Grupo Financiero Banamex y también director general de la banca de consumo de Citigroup, eran al momento del anuncio del fraude los responsables últimos ante Citigroup del desempeño de la institución financiera mexicana.

     “A la luz de las dificultades que nuestra institución ha enfrentado a lo largo del último año, Javier Arrigunaga llegó a la determinación de que era necesario un nuevo liderazgo para el Grupo. Javier ha sido un destacado miembro del equipo directivo de Banamex desde hace 12 años”, dijo Medina Mora, en el comunicado en el que la institución anunció la renuncia de Arrigunaga.

     De acuerdo a una fuente no identificada y que contactó el periódico británico, Financial Times, la renuncia de Arrigunaga tomó lugar luego de que una investigación independiente sobre el fraude aclaró que él ejecutivo “no tuvo ningún responsabilidad por lo ocurrido”.

     Con esa conclusión, Arrigunaga, quien antes de incorporarse a Banamex trabajó por 15 años en Banco de México y en la agencia gubernamental encargada de administrar cerca de 70,000 millones de dólares de créditos tóxicos que el gobierno de México tuvo que asumir para rescatar el sistema bancario nacional luego de la devaluación del peso de diciembre de 1994, probablemente consideró ya oportuno dar paso a que un nuevo directivo se hiciera cargo del futuro de la institución financiera y pudiese inyectarle una nueva dirección.

     El ejecutivo designado para ello es Torres Cantú, quien lleva más de 25 años trabajando para Banamex en, principalmente, áreas de banca corporativa. Él será además apoyado por Zorrilla, un banquero de todas las confianzas de Citigroup por haber trabajado en esa institución por más de dos décadas.

    



Fecha de publicación: 03/10/2014

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