24 de mar. (Dow Jones) -- Alexis Tsipras corre el riesgo de llevar a Grecia a un desastre --y sólo le restan unos cuantos días para alejar al país del precipicio.

Hace tres meses que Tsipras forzó la realización de elecciones anticipadas en su país de origen y hace seis semanas se convirtió en el primer ministro griego.

En ese tiempo, la economía griega ha caído en picada. Una recuperación tentativa ha sido detenida en seco: los ingresos tributarios cayeron en más de 1,000 millones de euros (1,050 millones de dólares) por debajo de la meta, en los meses de diciembre y enero; los bancos han visto salidas de más de 20,000 millones de euros de las cuentas de sus clientes; los incumplimientos en los préstamos han aumentado y las inversiones se han pospuesto.

El gobierno podría quedarse sin dinero en cualquiera de estos días.

Pero, nadie sabe exactamente cuándo. Atenas ha declinado permitir a funcionarios de la zona del euro revisar sus libros. Algunos sospechan que incluso Yanis Varoufakis, el ministro de Finanzas de Grecia, desconoce el verdadero problema. Además, su credibilidad está tan dañada que su palabra es apenas confiable en los círculos de la zona del euro.

La frustración que se percibe en toda la zona del euro la puso en evidencia Jeroen Dijsselbloem, el jefe holandés del grupo europeo de ministros de finanzas de la zona euro, hace 10 días luego de que el 20 de febrero, Grecia rechazó un acuerdo  que hubiera permitido extender por cuatro meses su actual plan de rescate financiero.

Desde entonces, las autoridades han estado discutiendo quién se reunirá con quién, dónde y en qué términos. El trabajo técnico aún no ha comenzado. "Ha sido una completa pérdida de tiempo", dijo Dijsselbloem en una conferencia de prensa a mediados de este mes.

Una serie de reformas propuestas por Varoufakis y que envió a Dijsselbloem fueron recibidas por muchos con sorna. Su propuesta más llamativa fue un plan para realizar escuchas telefónicas a los turistas para descubrir a los que evaden el pago del impuesto al valor agregado --y esto viene de un gobierno que pasó tres años preparándose para asumir sus funciones y afirmar que su prioridad principal era evitar la evasión fiscal de los oligarcas.

La lista sugiere un gobierno fuera de sí mismo y sin ideas. De hecho, Atenas parece tener sólo una idea primordial: forzar a la zona del euro a proporcionarle dinero en efectivo de manera incondicional.

Al principio, se esperaba que el dinero viniera directa o indirectamente del Banco Central Europeo (BCE) --hasta que BCE dijo que los tratados europeos le prohíben financiar gobiernos.

Luego trató de persuadir a los gobiernos de la zona del euro a abandonar su insistencia en implantar reformas a cambio de los préstamos. Ahora está llegando a acuerdos para inmediatamente tratar de anularlos, basándose en el análisis textual de las pruebas de "ambigüedad constructiva".

A medida que avanza la cuenta regresiva para que se produzca el incumplimiento en el servicio de la deuda griega, Atenas parece estar contando con BCE o el grupo europeo para salir del apuro.

Esta estrategia de teoría de juegos tiene cierta lógica: si Tsipras puede forzar a la zona del euro a prodigarle más euros de manera incondicional, entonces habrá cambiado la naturaleza de la unión monetaria.

Seguramente que le seguirán más euros. Pero esta estrategia no tiene ninguna posibilidad de éxito. Una unión monetaria de estados soberanos sólo puede funcionar con base en el estado de derecho.

Incluso si los políticos estuvieran dispuestos a llegar a acuerdos, otras dependencias tienen poco margen de maniobra.

Del mismo modo, el Fondo Monetario Internacional (FMI) no puede desembolsarle dinero a Grecia, sin que se haya acordado un programa de rescate basado en un análisis de sustentabilidad de deuda creíble.

El Fondo le ha prestado a Grecia múltiplos de su cuota oficial --dinero obtenido incluso de algunos de los países más pobres del mundo. ¿Si el FMI se niega a prestarle, qué parlamento de la zona del euro aceptará darle dinero en efectivo?

Además, los riesgos de transgredir la legislación de la zona el euro para ayudar a Grecia pueden pesar más que los riesgos de permitir que Grecia abandone la zona. En 2012, los riesgos de contagio de la salida griega fueron claros, pero en esta ocasión no hay indicios de que se pueda contagiar a España, Portugal e Irlanda.

En lugar de eso, los países que estuvieron previamente en crisis ahora están entre los de mayor crecimiento de Europa, con un decreciente desempleo, crecientes inversiones extranjeras y rendimientos en sus bonos históricamente bajos, ayudados por el inicio oportuno del programa de compra de bonos soberanos de BCE.

El mercado no está presionando a la zona del euro para que llegue a un acuerdo con Grecia a cualquier precio. De hecho, es más probable que el mercado reaccione de manera negativa a cualquier acuerdo que fomente el apoyo a los partidos radicales de izquierda en otros países similares al de Syriza en Grecia.

Después de todo, las consecuencias económicas de las políticas radicales de izquierda se pueden ver claramente no sólo en Grecia, sino también en Venezuela, donde Syriza ha buscado inspiración y cuyos ciudadanos han tenido recientemente que hacer cola hasta para adquirir bienes básicos de consumo.

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo

 

Copyright © 2015 Dow Jones & Company, Inc. All Rights Reserved

 

 

 


Fecha de publicación: 23/03/2015