23 de jun. (Dow Jones) -- La Reserva Federal señaló, con cierto temor, que mantiene sus planes de aumentar las tasas de interés a finales de este año.

Por lo general, con el desempleo acercándose ahora a niveles asociados con una economía que avanza a todo vapor, el caso para elevar las tasas interés sería muy claro: la Fed no querrá que el desempleo caiga hasta que la economía se sobre-caliente y que la inflación despegue.

Pero estos no son tiempos normales. 

Un sobrecalentamiento de la economía en estos momentos sería bienvenido, ya que ayudaría a llevar la inflación a niveles más normales, restauraría algo del potencial de crecimiento a largo plazo perdido desde la crisis financiera, y aumentaría los salarios de los trabajadores ordinarios más eficazmente que otros remedios como el gran aumento al salario mínimo que puede reducir el empleo de las personas poco calificadas. 

En cambio, las bajas tasas de interés si bien pueden alimentar la especulación en los mercados financieros, la amenaza no superaría, al menos por ahora, los beneficios que traerían.

Janet Yellen, la presidenta de la Fed, reconoció el dilema ​​al señalar que actuar de manera demasiado prematura descarrilaría la recuperación y que actuar demasiado tarde haría que se dispare la inflación.

Por supuesto, mantener las tasas bajas también implica riesgos. Vamos a considerar cada uno de ellos a la vez.

Aumentaría la inflación. Esto sí podría ser una verdadera preocupación, pero sólo si la inflación fuera demasiado elevada. Actualmente ronda 1.2%, excluidos los alimentos y la energía, de acuerdo con la medida preferida de la Fed, y está muy por debajo de su objetivo de 2%.

Esto es un problema porque una menor inflación, estando todo lo demás igual, significa tasas de interés bajas. Pero si la economía cae en recesión con una inflación demasiado baja, la Fed podría no tener suficiente espacio para reducir mucho las tasas de interés a fin de acelerar el crecimiento. 

Además, permitir que la economía se sobre-caliente hará que sea más probable que la inflación se mueva de nuevo al objetivo, además sería mejor dirigirse a la próxima recesión con una inflación un poco mayor a 2% en lugar de una inflación menor a esa cifra

La economía está casi en el "pleno empleo", por lo que la inflación está a punto de despegar. Sin embargo, las vacantes laborales son las más altas de la historia, señalando una escasez emergente de mano de obra. El desempleo ahora está en 5.5%, cerca del nivel generalmente asociado con una economía que avanza a todo vapor.

Sin embargo, millones de estadounidenses trabajan de tiempo parcial y quieren trabajar de tiempo completo, y otros que no están en busca de trabajo, aunque quisieran uno, no cuentan como desempleados. 

Adicionalmente, los cambios estructurales parecen haber debilitado la capacidad de los trabajadores para obtener grandes ganancias salariales. Esto sugiere que se puede requerir un desempleo inferior a 5% durante un período prolongado para generar aumentos salariales significativos y para obtener, finalmente, una inflación más alta.

Del lado de la oferta, la economía se ha debilitado, por lo que hay poca "holgura" para disminuir la presión ejercida por los precios. Tanto la fuerza laboral como la productividad están creciendo a tasas muy por debajo de las tasas previas a la recesión, lo que significa que gran parte del decepcionante ritmo de crecimiento económico se debe a que hay un lado de la oferta más débil. Si es así, entonces las limitaciones de capacidad y las presiones de los costos podrían aumentar más rápidamente cuando se recupere el crecimiento.

Algo de esto se debe al envejecimiento de la población y a los menores avances tecnológicos y a una economía caliente que no puede resolver estos obstáculos estructurales.

Aún así, una economía caliente podría revertir algunos de los daños al atraer de nuevo a algunas de las personas que ya habían abandonado la fuerza laboral. Como dijo Yellen, eso ya puede estar ocurriendo: la tasa de participación en la fuerza laboral ha dejado de caer. También tranquilizaría a las empresas el que el panorama sea lo suficientemente boyante como para justificar un mayor gasto de capital.

La fácil política monetaria empeora la desigualdad. Las bajas tasas de interés funcionan en parte al aumentar los precios de activos como las acciones y los bienes. Puesto que dichos activos son en su mayoría propiedad de los ricos, esto amplía la brecha de la riqueza de la nación.

Pero esta es una objeción miope. Los mayores precios de los activos no empobrecerán más a los trabajadores; pero si generarán un mayor desempleo. Si la economía se sobre-calienta y el desempleo cae por debajo de 5%, esto favorecerá más al trabajador promedio y lo hará con menos efectos secundarios negativos, que las intervenciones como un salario mínimo más alto.

Esa es la lección del auge 1996-2000, cuando la Fed permitió que cayera el desempleo por debajo de 4%. Los salarios crecieron fuertemente.

Las tasas bajas generan excesos en los mercados financieros, los que podría producir una crisis. Sin duda hay muchas pruebas de que las tasas bajas han alimentado la especulación, tales como en los precios de las viviendas y en  los valores más altos. A la Fed le haría poco bien el mantener las tasas bajas con la esperanza de reducir el desempleo, sólo para repetir la crisis de 2008.

Esto, sin embargo, no es automáticamente una razón válida para elevar las tasas. La Fed debe sopesar los beneficios de un desempleo más bajo contra la probabilidad grave y potencial de que eso genere una crisis posterior. Mucho ha cambiado desde 2008: la dependencia de la deuda y derivados a corto plazo que hizo al sistema financiero tan frágil es mucho menos evidente ahora, y los bancos han reforzado considerablemente sus reservas de capital para poder soportar una crisis. Si los precios de los activos caen, éstos ahora están mucho menos propensos a generar una crisis.

No obstante, entre más tiempo las tasas permanezcan cerca de cero, la toma de mayores riesgos encontrará la forma de darle vuelta a las nuevas reglas. Así que la Fed enfrenta un delicado equilibrio: maximizar los beneficios del sobrecalentamiento de la economía y minimizar los riesgos de las herramientas que utiliza para lograrlo. Eso podría significar elevar las tasas en el otoño, como lo había prometido, pero de una manera mucho más lenta de  lo que sugiere la trayectoria difundida por los funcionarios.

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo

 

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Fecha de publicación: 23/06/2015