31 de ago. (Dow Jones) -- China escogió un momento trascendental para despilfarrar décadas de buena voluntad de los inversionistas y provocar una feroz liquidación global. Para la Reserva Federal de Estados Unidos, las repercusiones amenazan con retrasar otra vez su retorno a la normalidad en las tasas de interés --y la demora podría ser más larga de lo que los inversionistas sospechan.

Para las acciones de Estados Unidos, eso probablemente signifique nuevas turbulencias futuras, pero también que una calamidad no está cerca. De hecho, algunos sectores pueden estar a punto de beneficiarse.

Afortunadamente, una recesión estadounidense provocada por China no parece ser una opción. A pesar de que China es mucho más grande de que lo que solía ser, el país no consume suficiente producción hecha en Estados Unidos como para hacer mucha mella en el crecimiento de ese país. Por ejemplo, las exportaciones estadounidenses de bienes y servicios a China son equivalentes a menos de 1% del producto interno bruto. Sólo 2% de los ingresos de las empresas incluidas en el índice S&P 500 es explícitamente atribuible a China, de acuerdo con Goldman Sachs.

Además, la capacidad de China para atraer actividad económica de Estados Unidos, como ocurrió en industrias como la manufacturera ligera y la fabricación de muebles, ha disminuido en gran medida. El país ya pizcó la fruta que estaba a la mano.

Debido a que los mercados financieros de China siguen estando bastante cerrados, estos no deben inquietar al sistema bancario de Estados Unidos. Además hay compensaciones importantes, como los precios mucho más bajos que los consumidores de Estados Unidos tendrán que pagar por la gasolina y otros bienes gracias al desplome del precio las materias primas mundiales.

Más bien, el problema de la Fed con China es lo que ésta hará con una tasa de inflación en Estados Unidos que no está ni siquiera cerca de su objetivo de 2%. Para los inversionistas, eso plantea problemas a más largo plazo.

Para complicar las cosas, la caída de los mercados de China no es un estallido de una burbuja pequeña. Lo que también ha estallado es la burbuja de la confianza en la capacidad de Beijing para manejar la segunda mayor economía del mundo a su voluntad. Mientras que los inversionistas ya se habían hecho a la idea de que China no crecería tan rápido como en el pasado, ellos no han descartado la idea de que sus gestores económicos, supuestamente expertos, podrían manejar los problemas de endeudamiento y el exceso de capacidad industrial.

A últimas fechas, Beijing ha parecido ser todo lo contrario: mercurial y equívoca. Un programa de rescate de la deuda del gobierno local, puesto en marcha este año, fue mal concebido y corregido. Los responsables políticos permanecieron al margen cuando empezó a desinflarse la burbuja del mercado de valores construida sobre una montaña de préstamos de margen y un programa de rescate caótico y quijotesco. La decisión de relajar la moneda de China de este mes y una rápida enmienda, asustó más a los inversionistas.

Beijing puede haberse percatado finalmente de la futilidad de sus intervenciones, negándose a oponer mucha resistencia cuando el Shanghai Composite Index cayó otro 8.5%, la décima vez que éste ha caído más de 5% en este año. Esto fue seguido por una sesión caótica que registraron las acciones de Estados Unidos: el Dow Jones Industrial Average cayó inicialmente más de 1,000 puntos, o alrededor de 6.6%, antes de reducir sus pérdidas.

Tantos disturbios han alterado los planes de los responsables políticos de la Fed para comenzar a subir las tasas de interés. De hecho, teniendo al mercado del trabajo ganando terreno y a la economía viéndose cada vez más firme, 82% de los economistas encuestados por Dow Jones a principios de este mes previeron en septiembre el primer ajuste en los niveles de las tasas cercanas a cero.

Ese pronóstico ahora parece inadecuado. Septiembre aún en la mesa de la Fed, pero los mercados tendrán que calmarse antes de esa fecha. Otra cuestión: Los inversionistas ahora le asignan bajas probabilidades a que la Fed actúe el próximo mes al respecto. Si eso no cambia, un aumento en las tasas podría agitar aún más la olla de los mercados.

Sin embargo, los efectos a largo plazo de los problemas de China, especialmente para la inflación, son la mayor preocupación.

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo

 

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Fecha de publicación: 31/08/2015