27 de abr. (Dow Jones) -- Cuando surgió la banca moderna por primera vez en la Italia medieval, los matemáticos europeos consideraban como absurdos los números negativos. Seiscientos años después, los sucesores de los Medici y Peruzzis enfrentan tasas de interés negativas --y mientras que los números negativos son ampliamente aceptados, no sucede lo mismo con las tasas negativas.

Las tasas negativas invierten las normas de la banca. Ahora, a los que piden prestado se les paga por el dinero que reciben, mientras que los ahorradores pagan por realizar un depósito. 

El alto nivel de oposición por parte de los ahorradores no debería sorprender a nadie; este mes se ha presentado una gran oposición de dos de sus principales representantes, el responsable de la mayor compañía de fondos de inversión del mundo, Blackrock, y el ministro de finanzas de Alemania, el mayor ahorrador neto de Europa.

Ellos dirían eso. Pero hay tres graves preocupaciones acerca de las tasas negativas compartidas incluso por aquellos que apenas las están implementando: pudieran tener efectos perjudiciales, también podrían funcionar demasiado bien, o podrían no funcionar en lo absoluto.

La perversidad más obvia de las tasas negativas es que representan un impuesto sobre la banca --y gravar algo casi siempre da como resultado menos de eso. Las tasas negativas de interés son aplicadas por los bancos centrales a las reservas del sistema bancario, las cuales han crecido gracias a la expansión monetaria. Cualquier banco podría tratar de no tener reservas, pero para el sistema en su conjunto no pueden omitirse.

Otro efecto perverso es visible en Suiza, que ha recurrido a las tasas negativas más agresivas en sus esfuerzos por mantener bajo el valor del franco. Los bancos no han estado dispuestos a reflejar las tasas negativas en los depositantes y han tratado de compensar sus menores ganancias elevando sus tasas hipotecarias, aun cuando caen las principales tasas de interés.

El Banco Nacional de Suiza se siente muy a gusto por tener las tasas hipotecarias más elevadas, ya que le ayudan a evitar un segundo problema: las tasas negativas podrían estimular la huida de capitales hacia todos los lugares equivocados. Lo que nos lleva a Suecia.

Ese país --que está muy próximo a Suiza en la agresividad de su política monetaria-- está teniendo dificultades para contener el auge en los precios de las viviendas provocado por las tasas negativas.

El cambio de Japón a tasas marginalmente negativas ha motivado a los inversionistas a tomar riesgos extraordinarios en los bonos a largo plazo, reduciendo el rendimiento de la deuda pública a 40 años de 1.3 a 0.43%. Uno de los resultados de esto: cuando el rendimiento subió un poco el mes pasado, los tenedores perdieron casi 11 años de ingresos en menos de un día de operaciones en el mercado.

Al menos estos son signos de que la política está estimulando algo, aunque sea algo contraproducente. La verdadera preocupación para los bancos centrales es que las tasas negativas provoquen una corrida hacia el dinero en efectivo entre los ahorradores, drenando el dinero del sistema.

 Las tasas negativas han motivado a algunos a mantener los billetes en su poder, teniendo la circulación del billete de mil francos suizos creciendo 10% anual, algo que ha sucedido en las últimas tres décadas sólo cuando el temor mundial era muy alto. Sin embargo, la magnitud de este cambio no es tan grande como para preocupar al banco central, por el momento.

Los matemáticos pasarpn de los números negativos a los números imaginarios. Para los bancos centrales, la política monetaria de fantasía significaría dar dinero directamente a la población en lo que los economistas han denominado por mucho tiempo un "lanzamiento desde un helicóptero". Si fracasa el experimento con las tasas negativas, esto podría ir de la ficción a la realidad.

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo

                                                                                    

Copyright © 2016 Dow Jones & Company, Inc. All Rights Reserved

 


Fecha de publicación: 27/04/2016