27 de abr. (Dow Jones) -- En un mundo de mercados ricamente valorados y rendimientos miserables, una forma de ganar dinero es apostarle al drama político.

El mercado aplaudió el juicio político y la probable destitución de la brasileña Dilma Rousseff, incluso antes de la votación de hace dos semanas. Al día siguiente, los inversionistas se empujaban entre sí para obtener una rebanada de la primera oferta de bonos realizada por Argentina desde que su nuevo gobierno asumió el poder.

A pesar de los profundos problemas económicos que privan en ambos países, los inversionistas están apostándo al optimismo por los nuevos líderes, y a que las nuevas políticas harán subir los mercados de acciones y bonos.

"Los inversionistas están buscando esa rara historia que incluye un catalizador”, dijo Samy B. Muaddi, un administrador de cartera de deuda de los mercados emergentes en T. Rowe Price.

Durante mucho tiempo, esa apuesta ha sido una transacción obvia, aunque no siempre rentable, en los mercados emergentes.

La última ola de cambio fue en 2014, cuando Narendra Modi asumió el poder en India y cuando Joko Widodo se convirtió en el presidente de Indonesia. Las acciones subieron aproximadamente 20% en India e Indonesia en los meses previos a su elección y se mantuvieron así hasta finales de ese año, incluso mientras otros mercados emergentes se desplomaban.

Los cambios en los gobiernos son más importantes hoy en día y por dos razones: Hay pocas opciones atractivas de inversión, y muchos mercados se mueven en sincronía, impulsados por factores como los precios de las materias primas y las tasas de interés en Estados Unidos.

La racha al alza de este año ha hecho subir los mercados emergentes 7.3% hasta hace unos días, en comparación con el alza de 2.8% en el índice S&P 500. Eso ha obligado a los inversionistas a asumir más riesgos para permanecer en el juego, lo que significa buscar historias de repunte económico, incluso si los plazos para obtener ganancias son, en gran medida, inciertos.

La parte divertida es aprovechar el siguiente derrocamiento. Encabezando la lista están Jacob Zuma de Sudáfrica y Najib Razak de Malasia. Ambos líderes enfrentan acusaciones de corrupción y están bajo presión para renunciar, aunque ambos también son sobrevivientes políticos con un fuerte respaldo de sus partidos.

Lo que entusiasma a los inversionistas es que ambos países tienen poblaciones jóvenes que rebosan de potencial. Sin embargo, o que les preocupa es que ambos países dependan de que China les compre sus productos básicos y que también enfrentan una parálisis política causada por sus líderes impopulares y arraigadas maquinarias partidistas.

Al igual que en todos los mercados emergentes, ambos países son menospreciados por los inversionistas y baratos en muchas medidas. Hay muchas maneras de ganar dinero en ambos lugares –apreciando sus monedas, mejores ganancias corporativas y una mejor confianza de los inversionistas.

El riesgo con las apuestas que se hacen al cambio en los mercados emergentes es que los problemas son tan profundos y la situación económica mundial tan raquítica que el optimismo puede disiparse rápidamente. También existe la posibilidad de que el mal gobierno puede empeorar aún más.

En Sudáfrica, Zuma se retractó de su plan de reemplazar a un respetado ministro de finanzas después de registrarse marcadas liquidaciones en el mercado.

En Malasia, Najib designó a un aliado político, quien fungió en el consejo de administración de un fondo de inversiones del gobierno plagado de escándalos, para reemplazar al jefe del banco central del país que es ampliamente respetado y que se está jubilando.

También está el problema de arreglar el desastre dejado por el gobierno anterior. Para muchos mercados emergentes, eso significa pagar de alguna manera las grandes cantidades de deuda que fueron dilapidadas en malas políticas o utilizadas para obtener favores políticos.

La deuda de Brasil se triplicó para llegar a un billón de dólares en los últimos nueve años y las tres principales agencias calificadoras degradaron al país hasta un nivel especulativo. Su economía se contrajo 3.8% el año pasado y probablemente se contraiga de nuevo este año, lo que hará que la deuda sea aún más gravosa.

Pero los inversionistas piensan regresar a la época de 1992 con el último juicio político en Brasil, cuando el entonces presidente Fernando Collor fue acusado de corrupción. Su renuncia finalmente marcó el comienzo de la presidencia de Fernando Enrique Cardoso, quien supervisó la reactivación económica del país.

A pesar de lo cruel que esto pudiera ser, los inversionistas parecen ser muy indulgentes en estos días. Tome por ejemplo a Argentina, que ha estado en guerra con los fondos de cobertura durante 15 años y cuyo banco central dijo a principios de este año que comenzaría a imprimir billetes de mayor denominación para lidiar con la inflación que se estima en cerca de 40%.

El frenesí adquisitivo por las ofertas de Argentina --70 mil millones de dólares en pedidos por 16 mil 500 millones de dólares en bonos-- debe ser un incentivo suficiente para que hagan cambios todos los países que tiene un pésimo gobierno.

Es sorprendente que los inversionistas le presten dinero a 30 años a un país que acaba de salir del incumplimiento a cambio de un rendimiento de apenas 8%. Al parecer, los compradores hicieron que los precios de los bonos subieran aún más después de la operación.

Sin embargo, teniendo a las monedas de los mercados emergentes cerca de 10% arriba con relación a su nivel más bajo y con los rendimientos de los bonos en 4.6%, no hay muchas opciones para obtener un jugoso rendimiento.

Así que tenemos un frenesí y luego una resaca. Dos años después de que Widodo y Modi se hicieran cargo de Indonesia y la India, respectivamente, los inversionistas han comenzado a perder la paciencia con el ritmo de los cambios, a pesar de que ambos países se están desempeñando razonablemente bien.

El juego de quién será el siguiente en caer es difícil de predecir. Najib y Zuma podrían retener el poder hasta el final de sus mandatos en 2018 y 2019, respectivamente. La siguiente gran presa en la lista de deseos de los inversionistas: Vladimir Putin.

Siempre se puede soñar.

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo

                                                                                    

Copyright © 2016 Dow Jones & Company, Inc. All Rights Reserved

 


Fecha de publicación: 27/04/2016