10 de ene. (Sentido Común) -- El sector automotor mexicano pareciera que inició el año con el pie izquierdo luego que la automotriz estadounidense Ford Motor Company decidiera cancelar una inversión de mil 600 millones de dólares para edificar una planta para autos compactos en San Luís Potosí.

     Además, el anuncio de ayer de la empresa ítalo-estadounidense, Fiat Chrysler, o FCA, de que invertirá mil millones de dólares para modernizar dos plantas en Estados Unidos, dejó helados a muchos al sugerir un cambio forzado en las preferencias de dónde invertir de las compañías ensambladoras de vehículos, por las amenazas del futuro presidente de Estados Unidos de imponer altos impuestos a las compañías que ubiquen producción fuera de las fronteras del país más poderoso del mundo.

      Sin embargo, el hecho de que otras ocho armadoras mantengan hasta ahora sus planes de invertir en México, deja entrever que el futuro del sector automotriz mexicano es quizás menos negro del que se ha comenzado a vislumbrar a inicios de este año.

     La mayoría de las compañías armadoras no comparten la postura de los pesimistas de que ante las amenazas de Trump, quien asumirá el poder en una semana y media, el sector automotor mexicano está destinado al estancamiento.

     General Motors, el mayor grupo automotriz de Estados Unidos, descartó ya, por ejemplo, abandonar la producción de sus autos compactos de México, luego de las críticas que hizo la semana pasada Trump por la fabricación de una versión de su modelo Chevrolet Cruze en México para ser comercializado en el país del norte.

     “Este es un negocio de largo plazo con altas inversiones en capital, con decisiones que se tomaron dos, tres o cuatro años antes” y que no pueden borrarse de la noche a la mañana, dijo Mary Barra, directora general de GM, en el marco del Auto Show de Detroit.

     En ese evento, Barra anunció además el traslado de la producción de su camioneta GMC Terrain, que actualmente ensambla en Canadá, a México.

     Claro que no sólo es General Motors la que se ha pronunciado al respecto. Las automotrices asiáticas con importante presencia en México también lo han hecho y si bien mantienen cierta cautela ante lo que ha dicho Trump sobre penalizar a quienes edifiquen plantas en México para exportar a Estados Unidos, se muestran menos temerosas por esas posibles represalias.

     Directivos de Honda y Mazda Motors, dos armadoras japonesas, dijeron la semana pasada que no cuentan con planes inmediatos para cambiar la producción de sus vehículos que fabrican en México, para suministrar los mercados de Norteamérica y Europa.

     Por su parte Toyota, que al igual que General Motors fue también objeto de críticas por parte del presidente electo estadounidense días atrás, sostuvo que evaluará las opciones con que cuentan una vez que conozcan las políticas de la próxima administración estadounidense, aunque adelantó que invertirá 10 mil millones de dólares en sus plantas de Estados Unidos en los próximos cinco años.

     La armadora surcoreana Kia Motors, por su parte, emitió un mensaje a través de redes sociales en el que reiteró su confianza en México y recordó la inversión de tres mil millones de dólares que hizo en su planta de Pesquería, Nuevo León.

     Las empresas alemanas al parecer tampoco contemplan cambiar sus planes de inversión en el país o abandonar México.

     Por ejemplo, la armadora alemana BMW sostuvo su compromiso de invertir mil millones de dólares para la construcción de una planta en San Luis Potosí; en tanto que Audi, una de las filiales más importantes del conglomerado automotriz alemán Volkswagen, dijo que no puede cerrar su planta que recientemente echó a andar en el estado de Puebla.

     Daimler, por su parte, dijo que mantiene sus planes de fabricar autos de lujo en Aguascalientes, en conjunto con Nissan-Renault.

     Si bien esos votos de confianza dan, al parecer, cierto alivio al futuro de la industria automotriz mexicana, las amenazas de Trump no dejan de causar gran inquietud, más cuando el director general de FCA dejó en claro que el futuro de la empresa en México dependerá de lo que decida hacer el próximo presidente estadounidense.

     “Si las condiciones económicas impuestas por el gobierno estadounidense sobre cualquier cosa que entre al país son lo suficientemente altas como para convertir en poco económica cualquier producción en México. . . tendríamos que retirarnos”, dijo Sergio Marchionne, director general de la compañía, citado por la agencia británica Reuters, en el marco del Auto Show de Detroit. Eso “es bastante posible”.

     De concretarse, la armadora tendría que cerrar las ocho plantas en las que produjo 459 mil 116 vehículos, cinco están en Saltillo, en el estado de Coahuila, y las tres restantes en Toluca, Estado de México. FCA  da empleo directo en México a ocho mil 444 personas, la mayoría en su planta del estado fronterizo.

     Las declaraciones del principal ejecutivo de FCA las hizo poco después de que la empresa que él encabeza anunciara una inversión de mil millones de dólares para adaptar dos plantas en Ohio y Michigan para producir las nuevas generaciones de sus camionetas Jeep Pickup, Jeep Wagonner y Grand Wagonner, respectivamente, con lo que generará dos mil nuevos puestos de trabajo.

     La planta de Michigan también iniciará la producción de la pick-up Ram, que actualmente se ensambla en Saltillo, dijo Fiat en un comunicado sin precisar si eso implicaría el traslado de la producción de un país a otro o si se ensamblará en ambos.

     La inversión de Fiat Chrysler fue celebrada por Trump. “Finalmente está sucediendo”, escribió el también empresario en su cuenta de Twitter, agregando “gracias Ford y Fiat C”.

     Claro que las posibles medidas de desinversión de compañías automotrices en México estarán quizás matizadas, como incluso ocurrió con el anuncio de Ford de cancelar la edificación de una nueva planta en San Luis Potosí.

     Esto es así porque el segundo mayor fabricante de autos en Estados Unidos agregó a su anuncio que sí mantenía el plan de trasladar a México la producción de su modelo Focus, sólo que en lugar de hacerlo en una nueva fábrica lo hará en la planta que tiene en el país en la ciudad de Hermosillo, en el estado de Sonora.

     Claro que Ford, para no enfrentarse a Trump, habló poco de eso y sólo mencionó el traslado en una oración en el comunicado en el que reveló que cancelaría la construcción de una nueva planta en México, para poner énfasis en la inversión que planeaba realizar a cambio en el estado de Michigan por 700 millones de dólares para ensamblar nuevos autos híbridos y eléctricos.

     Hasta ahora, Ford no ha revelado el monto de la inversión que tendrá que hacer en Hermosillo para ensamblar el Focus ni el número de empleos que contratará para producir ese vehículo ligero.

     Las múltiples variables que las empresas automotrices tienen que analizar y estudiar para determinar dónde invertir o construir una nueva planta hacen pensar a algunos que si bien las amenazas de Trump han causado inquietud, no son tampoco lo suficientemente fuertes como para pensar en un escenario catastrofista para la industria automotriz mexicana por las múltiples ventajas con que cuenta.

     "No es un tema de a ver quién da los mayores incentivos", dijo Eduardo Solís, director general de la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz, en una conferencia de prensa para revelar los resultados del sector en 2016. “Es un conjunto de elementos. . . [y] México cuenta con cinco elementos que lo hacen un destino atractivo para las inversiones”.

     Los elementos que desde la perspectiva de Solís protegen a México como un destino clave de inversiones automotrices son: los acuerdos internacionales con que cuenta la nación, su ubicación geográfica, su mano de obra calificada, sus cadenas de suministro robustas y sólidas y los incentivos que ofrecen los gobiernos.

 


Fecha de publicación: 10/01/2017

Etiquetas: México automotriz Trump GM Ford Toyota Amia