18 de ene. (Dow Jones) -- México enfrenta temores de  que sufra una desaceleración repentina en su industria automotriz, actualmente en auge, ya que varias automotrices en los últimos días desecharon planes para hacer nuevas inversiones o dijeron que lo harían en respuesta a las amenazas del presidente electo Donald Trump de imponer tarifas aduanales.

Dejando en claro el riesgo que corre el vecino y segundo socio comercial más importante de Estados Unidos, el director ejecutivo de Fiat Chrysler Automobiles dijo recientemente que su firma podría retirarse de México por completo, si la administración entrante de Trump sigue adelante con su promesa de imponer aranceles a los automóviles exportados a los Estados Unidos desde México.

“Es posible que las tarifas económicas que imponga el gobierno de Estados Unidos sobre cualquier cosa que entre a Estados Unidos. . . sean lo suficientemente grandes como para que la producción de algo sea antieconómica en México”, dijo Sergio Marchionne a periodistas en una conferencia de prensa realizada en el  evento anual del Salón del Automóvil de Detroit.

“La realidad es que la industria automotriz mexicana ha estado --durante varios años-- equipada para tratar y negociar con el mercado estadounidense. Si el mercado estadounidense no existe, entonces las razones de su existencia están en peligro”, añadió.

México ganó nueve de las 11 nuevas plantas automotrices anunciadas en Norteamérica en un periodo de seis años, de acuerdo con Center for Automotive Research de Detroit, creando decenas de miles de nuevos empleos y transformando a México en el cuarto exportador mundial de automóviles, después de Alemania, Japón y Corea del Sur.

Pero al menos una de esas nuevas plantas --y más, si Trump mantiene su curso--  no será construida ahora, después de que Ford Motor dijo recientemente que estaba desechando sus planes para construir una fábrica valuada en mil 600 millones de dólares en esta ciudad del centro de México que se encuentra a 400 kilómetros al norte de la capital.

La cancelación de la planta de Ford en San Luis Potosí enervó a mucha gente en una región que se ha acostumbrado al constante ritmo de aperturas de fábricas y a los anuncios con los que se buscan trabadores. Ahora, unos dos mil 800 puestos de trabajo en una planta de Ford y miles de empleos asociados no se harán realidad.

“Trump la mató por completo”, dijo Rubén Rocha mientras estaba sentado en la cabina de su pequeño camión de plataforma mirando fijamente el sitio donde se iba a construir la planta de Ford: una franja de casi 300 hectáreas de terreno despejado y nivelado, donde el único signo de construcción son dos pequeños edificios.

Rocha, de 44 años, dijo que había planeado abrir una pequeño taller de herrería  cerca de la planta de Ford, seguro de un futuro próspero para él y tres empleados. Después de haber comprado el camión a crédito previendo el auge provocado por Ford, ahora se preocupa de cómo lo financiará.

México produjo 3.5 millones de vehículos ligeros el año pasado, comparado con 1.98 millones hace una década, dijo la asociación de la industria automotriz del país. En los últimos cuatro años, México atrajo 17 mil millones de dólares en inversiones extranjeras directas relacionadas con el automóvil, de acuerdo con cifras del gobierno.

Crucialmente, la industria automotriz ahora se ubica como el segundo sector económico más importante de México, detrás del procesamiento de alimentos. Diez fabricantes de automóviles de propiedad extranjera que operan aquí y sus mil 300 proveedores, así como una docena de fabricantes de camiones pesados y autobuses, emplean a 730 mil personas directamente, dijeron funcionarios de la industria.

La industria automotriz y de autopartes también es responsable de gran parte del déficit comercial de Estados Unidos con México, de 60 mil millones de dólares, de acuerdo con International Organization of Motor Vehicle Manufacturers. Los consumidores estadounidenses compran más de las tres cuartas partes de las exportaciones de automóviles de México.

Eso puede explicar por qué Trump ha centrado la mayor parte de su atención en la industria del automóvil. Hace unas semanas, el ex magnate inmobiliario criticó a Toyota Motor por sus planes de utilizar a México para exportar algunos automóviles Corolla a Estados Unidos, prometiendo imponerles un impuesto de fronterizo a los vehículos, si Toyota continúa con sus planes.

Por ahora, Toyota y otros dijeron que se quedan en México. Mary Barra, la directora ejecutiva de General Motors, dijo el domingo antepasado que la compañía no trasladará su producción de automóviles pequeños de México a Estados Unidos.

“Este es un negocio de larga duración que requiere grandes inversiones de capital, decisiones que se tomaron hace dos, tres y cuatro años”, dijo Barra.

Sin embargo, ayer General Motors se sumó a las empresas de la industria que han anunciado fuertes inversiones en Estados Unidos a fin de mitigar las críticas y amenazas que ha lanzado el presidente electo Trump en su contra por expandirse fuera de las fronteras estadounidenses.

La empresa incrementará en mil millones de dólares sus planes de inversión en plantas de Estados Unidos, además comenzará a producir por cuenta propia los ejes que utilizará en la nueva línea de camionetas pickup que espera comenzar a ensamblar en Michigan.  Así, la empresa dejará de utilizar las piezas que hoy le suministra un proveedor externo pero que las produce en México.

 La empresa incluso dijo que convenció a otra compañía para que produzca, en Michigan, algunos de los componentes que se utilizan en esas unidades pickup, una medida que implicará la relocalización por parte del productor de autopartes de 100 empleos de México a Estados Unidos.

Pocos lugares de México se han vuelto tan dependientes de la industria automotriz como estas tierras altas del centro de México. General Motors lideró el camino a mediados de la década de los noventa en la antigua ciudad agrícola de Silao, ubicada en el estado de Guanajuato. Nissan, que tiene otra fábrica al sur de la Ciudad de México, comenzó su producción en Aguascalientes poco después.

Tanto la inversión, como la mudanza de esa proveeduría de México a Estados Unidos, representará la creación de 450 empleos en Estados Unidos, dijo GM en un comunicado.

Mazda empezó a producir coches hace tres años en Salamanca, 48 kilómetros al sur de Silao, y Honda aproximadamente al mismo tiempo en la cercana Celaya. Toyota está iniciado los primeros trabajos de construcción de su nueva planta ubicada a unos 20 kilómetros al este de Celaya. La región está bien conectada a la frontera con Estados Unidos y las dos costas del país por dos ferrocarriles y una moderna red de carreteras.

Algunas autoridades mexicanas dicen que será difícil detener el crecimiento de México como una plataforma global de producción automotriz. En contraste con el sitio ahora silencioso de Ford, la construcción de nuevos edificios sigue frenética en los parques industriales cercanos y en los pasos superiores de la autopista atestada de camiones.

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo

                                                                                    

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Fecha de publicación: 18/01/2017

Etiquetas: EUA Industria Automotriz GM Ford Trump Aranceles Empleo