21 de feb. (Dow Jones) -- Los subsidios a los combustibles que los gobiernos latinoamericanos han utilizado durante décadas para distribuir la riqueza de los recursos naturales están desapareciendo, a medida que las economías más grandes de la región se orientan hacia políticas impulsadas por el mercado, agravando el descontento público en tiempos económicos difíciles.

     México subió los precios del combustible en 20% el 1 de enero como parte de un ambicioso esfuerzo iniciado en 2013 para liberar su industria petrolera. La petrolera estatal brasileña Petróleo Brasileiro, o Petrobras, ha ajustado cinco veces los precios de la gasolina y el gasóleo desde octubre, ahora que busca fortalecer la confianza de los inversionistas y pagar su deuda a raíz de un masivo escándalo de corrupción. Los argentinos han visto subir los precios del gas natural comprimido a medida que el gobierno ha reducido los subsidios para ese combustible.

     Estos cambios se han presentado ahora que México trata de atraer la inversión privada a su industria petrolera actualmente en dificultades y después de que los conservadores recientemente ascendieron al poder en Brasil y Argentina. Pero esto ha provocado disturbios sociales en partes de una región donde una larga historia de nacionalismo con respecto a los recursos ha convertido a la política energética en un pararrayos político.

     Las calificaciones de aprobación del presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, se han desplomado a 12%, el nivel más bajo para un presidente en las últimas décadas, de acuerdo con una encuesta publicada por el periódico Reforma, luego del “gasolinazo” y el llamado a saqueos consiguiente por parte de inconformes.

     Las protestas, que incluyeron bloqueos de carreteras, depósitos de combustible y estaciones de servicio, condujeron a cientos de arrestos. La Antad, como se conoce a la asociación mexicana de tiendas minoristas, dijo que los saqueadores obtuvieron bienes con un valor cercano a los 90 millones de dólares de 681 tiendas de sus miembros en todo el país.

     México, el cuarto mayor consumidor mundial de gasolina per capita, citó los crecientes precios de los insumos y la reciente depreciación del peso, como la razón de su decisión de elevar los precios de la gasolina. José Antonio Meade, el secretario de Hacienda, dijo que el país gasta más en gasolina que lo que obtiene por las ventas de petróleo crudo, agregando que le costaría al gobierno 10 mil millones de dólares este año mantener los precios a los niveles de 2016.

     A partir de finales de febrero, los precios del combustible de México se actualizarán diariamente en lugar de mensualmente, a medida que el país decide basarse en los precios de mercado libre a finales de año, dijeron las autoridades.

     “Controlar los precios no funciona”, dijo Gabriel Casillas, jefe de estudios económicos del Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas. “¿Creen que el oro extraído de las minas mexicanas, porque es mexicano, se vende por debajo del precio internacional?”

     Los funcionarios esperan que el cambio atraiga a los inversionistas a una industria energética que perdió su ventaja en las décadas posteriores a que el presidente Lázaro Cárdenas expropió los activos de las compañías petroleras extranjeras en 1938.

     Petrobras, por su parte, gastó hasta 28 mil millones de dólares entre 2011 y 2014 subvencionando los precios del combustible para ayudarle al gobierno a cumplir su meta de inflación. En parte como resultado de esa generosidad, ahora está en dificultades por tener la deuda más grande de la industria petrolera global, 123 mil millones de dólares, y se está apurando para vender activos y recortar las inversiones.

     Los esfuerzos para recuperar las pérdidas mediante los precios más altos están recibiendo la repulsa del público brasileño. “Somos un país productor, creo que la gasolina debería estar a la mitad del precio de lo que está actualmente”, dijo José Marcos Marques, un taxista de 38 años de Río de Janeiro, donde se encuentra Petrobras. “Nos están obligando a los consumidores a pagar el precio de lo que pasó [en Petrobras]”.

     La nueva política de la compañía es buscar la paridad con los precios globales del combustible, más un margen para cubrir las fluctuaciones de la moneda y otros riesgos. Aun cuando previamente actualizaba sus precios sólo esporádicamente --a menudo pasaba un año o más sin cambiarlos-- la nueva política requiere ajustes por lo menos una vez cada 30 días.

     “La empresa debe reaccionar a los movimientos de los precios internacionales y eso es lo que está haciendo, nada más”, dijo el presidente de Petrobras, Pedro Parente, cuando se le preguntó sobre los aumentos de precios frente a las cámaras de televisión. “Es muy importante para nosotros que la sociedad entienda el papel de Petrobras en este proceso".

     El precio de las acciones de Petrobras se duplicó con creces entre mayo y octubre del año pasado, cuando el presidente brasileño Michel Temer, quien asumió el cargo debido al juicio de impugnación de la presidenta de izquierda, Dilma Rousseff, intentó llevar a la compañía en una dirección favorable al mercado. Parente es el primer director general de Petrobras que procede directamente del sector privado desde 1999.

     No todos los países de la región están siguiendo el ejemplo. Venezuela, país rico en petróleo, elevó los precios de la gasolina una sola vez en las últimas dos décadas. A pesar del alza de más de 6,000% en febrero pasado, todavía tiene la gasolina más barata del mundo, al cobrar alrededor de un centavo de dólar por litro. El mantenimiento de ese subsidio --considerado como una cuestión de supervivencia política para el régimen del presidente Nicolás Maduro-- ha sido una de las políticas que forzaron al banco central a imprimir dinero y llevar al gobierno al borde del incumplimiento crediticio.

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo

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Fecha de publicación: 21/02/2017

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