18 de abr. (Bloomberg) -- Cuando una multitud indignada incendió el ayuntamiento de Tecpatán, en el estado de Chiapas, en febrero, se provocó una llamarada de advertencia en un país ya inmerso en la turbulencia por las políticas de Donald Trump.

La indignación fue por el petróleo, específicamente por el plan del gobierno mexicano de subastar una franja de tierra cercana a su comunidad agrícola a perforadores privados. Los locales dijeron que no se les informó de que se había fijado una fecha --el 12 de julio. Cuando se enteraron, prendieron fuego al ayuntamiento de dos pisos, que ahora está calcinado y abandonado, con sus ventanas rotas y su puerta de hierro encadenada. El reloj de su torre se detuvo a las 10:55.

De alguna manera, los disturbios hicieron regresar los relojes hasta los años noventa, cuando los rebeldes zapatistas rondaban por la región y que declararon la guerra al Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (TLC). Pero el hecho de que el objetivo de hoy sea la política energética del gobierno eso podría implicar problemas futuros.

El presidente Enrique Pena Nieto está tratando de revivir con capital extranjero la industria petrolera mexicana, actualmente en problemas --por eso la tierra alrededor de Tecpatán está en juego. El actual líder de la elección presidencial del próximo año, Andrés Manuel López Obrador, promete revertir tales cambios.

AMLO, como es conocido, tiene una buena oportunidad de ganar, gracias a Trump. El nuevo presidente estadounidense ha enfurecido a los mexicanos, creándole así la oportunidad idónea a un populista ardiente que promete enfrentarse a los extranjeros y a los grandes negocios, poniendo a la gente local en primer lugar.

Ese es el mensaje de AMLO. El cual estuvo en sintonía a comienzos de marzo con el ambiente que privó en el húmedo salón de hormigón de Tecpatán donde los líderes comunitarios se reunieron para planificar más actos de resistencia.

“Con machetes, con pistolas, con lo que sea necesario, vamos a defender nuestra tierra”, dijo Elmer Escalante, un maestro de primaria. “El desarrollo del petróleo aquí no significará empleos para nosotros, pero sí la ruina de nuestras tierras”.

Las reformas de Peña Nieto abrieron la puerta a gigantes como Chevron y Exxon Mobil para operar en México por primera vez desde que el gobierno asumió el control de toda la industria hace casi 80 años.

La expropiación sigue siendo un hecho histórico importante en la memoria nacional. Una gran fuente de la Ciudad de México lo conmemora; los empleados de la petrolera estatal Pemex se congregaron el mes pasado, como lo hacen cada año, para celebrar su aniversario. En los tumultuosos días posteriores a la expropiación de 1938, tanto ricos como pobres mexicanos donaron lo que pudieron --desde abrigos de pieles y joyas hasta cerdos y gallinas-- para ayudar a pagar a las compañías petroleras extranjeras.

Por lo que el desafío que plantea López Obrador toca una cuerda sensible en los mexicanos. Pero no sucede lo mismo, cada vez más, en el caso de la justificación de Peña Nieto para implantar sus políticas. A los mexicanos se les dijo que los precios de los energéticos caerían a medida que la inversión fluyera. Desafortunadamente, hasta el momento, ha ocurrido lo contrario provocando el descontento de las masas que han visto mermar sus ya de por sí escasos recursos que les permiten sobrevivir actualmente.

Cuando el gobierno elevó los precios de la gasolina el 1 de enero, en todo el país estallaron protestas y disturbios, la popularidad del presidente cayó a mínimos históricos y López Obrador amplió su liderazgo en las encuestas. Él ha prometido realizar un referéndum sobre mantener los recursos energéticos bajo control nacional, aunque dijo en una entrevista reciente que no habrá una “acción autoritaria” para confiscar activos.

Es cierto que los reformadores energéticos de México tenían muchas razones para argumentar que era necesario el capital y conocimientos del extranjero. Después de alcanzar su máximo en 2004, la producción anual de petróleo ha disminuido cada año, a medida que se seca el gigante campo Cantarell de aguas someras del Golfo de México. El gobierno ha dicho que la llegada de los mayores productores del mundo revertirá la tendencia porque podrán extraer petróleo en aguas profundas al que Pemex, con su limitada tecnología, no podría acceder.

Aun si gana AMLO, no será fácil retroceder el reloj, dijo Duncan Wood, director de Mexico Institute del Woodrow Wilson International Center for Scholars en Washington. Probablemente carecería de apoyo para obtener la aprobación en el Congreso; se podría requerir un fallo de la Suprema Corte de Justicia; y “la reforma energética en sí comenzará a pagar dividendos en ese tiempo, en términos de aumento en la producción de petróleo y los ingresos fiscales”.

Sin embargo, quizás el gobierno esté acelerando su plan en respuesta al riesgo de que AMLO se convierta en presidente y de al traste con sus planes.

Desde 2015 se han vendido los derechos de cerca de 40 áreas. Un número similar se subastará este verano, cuando la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH) prevé recaudar hasta dos mil 800 millones de dólares de ventas de campos en tierra firme. Trece empresas, entre ellas la francesa Total, la colombiana Ecopetrol y la canadiense Gran Tierra Energy, han mostrado interés. México “necesita más participantes” para que la licitación sea un éxito, dijo el comisionado Juan Carlos Zepeda en una entrevista el 10 de marzo.

Dos de los nuevos bloques están en el norte de Chiapas, y la CNH dijo que por menos 12 pozos exploratorios serán perforados ahí, en un área de aproximadamente 135 mil 975 hectáreas. En su mayoría habitada por los zoques, un pueblo con vínculos con las civilizaciones azteca y maya, y una economía basada en la ganadería y el cultivo del maíz, frijol y café.

“Hay muchas comunidades indígenas en Chiapas, y si no muestran el tipo correcto de sensibilidad a sus costumbres y tradiciones, entonces tendrán serios problemas”, dijo Wood. “Si los inversionistas y el gobierno cometen errores”, entonces la oposición se esparcirá como pólvora, agregó.

En pequeñas ciudades con nombres que derivan del dialecto local --Chapultenango, Ixtacomitán-- las protestas ya se están agitando. Funcionarios de la Secretaría de Energía han visitado la región para informar y consultar. Pero comunidades como Tecpatán están aisladas: el servicio de telefonía móvil y el acceso a internet son lujos.

Lo que realmente difundió la noticia de la inminente subasta de tierras, dijeron los locales, fue el encarcelamiento de Silvia Juárez Juárez, una madre de dos hijos, por organizar la oposición.

“El gobierno local la arrestó para acallar el movimiento, pero al hacerlo generó más conciencia y resistencia”, dijo Sergio Cruz, un residente de Tecpatán que se convirtió en un líder de la protesta. “Fue una acción equivocada”.

En el Día Internacional de la Mujer, cientos de personas marcharon en Tecpatán en una mañana calurosa para denunciar los planes petroleros. Llevaban imágenes enormes de Juárez, y cantaban que los zapatistas están vivos y coleando.

Por supuesto, el malestar actual no se parece en nada a la escala vista anteriormente. En menos de dos semanas de 1994, los zapatistas liberaron prisioneros, incendiaron cuarteles del ejército y se apoderaron de ayuntamientos y ranchos de Chiapas. A eso le siguió la represión militar, que dio como resultado decenas de muertos, pero la rebelión se mantuvo a fuego lento durante los años siguientes.

Ahora puede estar de nuevo en efervescencia. La hermana de Silvia Juárez, Evangelina, dijo que había visitado a la activista el día anterior en una cárcel que está cerca de la capital estatal, Tuxtla Gutiérrez.

“Está feliz de que su arresto haya hecho que avanzara el movimiento”, dijo Evangelina. “Eso es lo que quiere. Es necesario que la gente sepa que en esta región protegemos nuestras tierras de cualquier manera en que podamos”.

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo      

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Fecha de publicación: 18/04/2017

Etiquetas: Reforma Energética Protestas Turbulencia Política Gobierno Subastas Campos Petroleros Aguas Someras Profundas