24 de may. (Dow Jones) -- Exxon Mobil está sufriendo por las sanciones impuestas a Rusia. Pero no se puede decir lo mismo de otras grandes empresas occidentales de energía, ni de la producción petrolera de Rusia.

Las sanciones, impuestas por Estados Unidos y la Unión Europea en 2014 después de la anexión que hiciera Rusia de la región de Crimea en Ucrania, tenían como finalidad limitar la búsqueda de nuevas tecnologías para extraer más petróleo crudo y gas natural.

Las medidas tenían como objetivo específicamente las perforaciones planeadas en aguas profundas del Mar Negro, operaciones en el Ártico y el uso de la tecnología de fracturación (fracking) en Siberia.

Los términos fueron un duro golpe para Exxon ya que la perforación en esas áreas fue la base de un histórico acuerdo al que llegó la compañía unos años antes para asociarse con la petrolera estatal PAO Rosneft. La compañía solicitó una exención de las sanciones estadounidenses para perforar en el Mar Negro, pero fue rechazada el mes pasado por el gobierno de Trump.

Al mismo tiempo, algunos de los rivales europeos de la empresa están avanzando en sus proyectos en Rusia, muchos de ellos basados en asociaciones iniciadas antes de las sanciones. BP pudo mantener su participación cercana a 20% en Rosneft, que aportó 590 millones de dólares a sus ganancias netas en 2016.

La italiana Eni se dispone a perforar un pozo en el Mar Negro a finales de este año como parte de una asociación con Rosneft, y también planea explorar las aguas árticas del mar de Barents en Rusia. La empresa ha procedido porque la Unión Europea permitió que continuaran las asociaciones en vigor al momento de que se impusieron las sanciones, dijo Eni.

Estados Unidos no concedió exenciones para las asociaciones existentes, como lo demostró la experiencia de Exxon. Una portavoz de la Unión Europea dijo que aunque existen algunas diferencias entre cómo han sido aplicadas las sanciones por los diferentes países, éstas han sido limitadas y no socavan el impacto global de las restricciones.

Otras empresas europeas que llevan a cabo proyectos en Rusia incluyen Statoil de Noruega, tiene otra sociedad en participación preexistente con Rosneft en la región rusa de Samara, que requerirá avanzadas técnicas de perforación similares a las de fracturación modernas en Estados Unidos --en las que se introduce arena, agua y otros productos químicos con mucha fuerza en las densas capas de roca para liberar el petróleo y gas. La compañía también continúa con un proyecto de perforación de petróleo en Siberia.

Total de Francia, aunada a un socio ruso sujeto a sanciones, está construyendo una planta masiva de exportación de gas natural, un proyecto que avanzó a pesar de las limitaciones financieras relacionadas con las sanciones al recurrir a China. Las empresas han dicho que obtuvieron autorización de la Unión Europea para proceder.

Las sanciones no impidieron a Royal Dutch Shell y otras cuatro compañías europeas el mes pasado anunciar 10 mil millones de dólares en financiamiento para un gasoducto que tiene como destino Alemania y al que se opone la Unión Europea.

Aunque algunos diplomáticos y expertos en la industria petrolera creen que las sanciones han frustrado los avances petroleros de Rusia, la aplicación desigual de las restricciones ha llevado a cuestionar su efectividad.

“Cuando las sanciones no son uniformes en todos los ámbitos, se tienen consecuencias inesperadas”, dijo Bill Arnold, ex ejecutivo de Shell y vicepresidente de Export-Import Bank de Estados Unidos, quien enseña sobre la geopolítica del petróleo en Rice University. “Si el objetivo final era frenar la industria rusa, no está claro que eso se esté logrando”.

Las sanciones no fueron específicamente diseñadas para frenar la actual producción petrolera rusa, y no lo han hecho. Su producción subió por encima de los 11 millones de barriles diarios el año pasado, su nivel más alto en décadas.

Eso refleja algo más que las limitaciones de las sanciones. Otras fuerzas económicas, como la fuerte devaluación del rublo, también jugaron un papel. Las empresas del país han podido vender petróleo en dólares y pagar por la perforación con la moneda rusa, lo que les permite reducir costos e invertir más en aumentar su producción.

Por diseño, las sanciones de Estados Unidos y de la Unión Europea contra Rusia fueron mucho menos amplias que las impuestas a Irán, dada la total dependencia de algunos países europeos de los suministros de gas natural provenientes de Rusia. En el caso de Irán, Estados Unidos le impuso multas de miles de millones de dólares y trató de hacer imposible que las empresas que hacían negocios con las empresas iraníes sancionadas accedieran al sistema financiero estadounidense.

Aunque el presidente Donald Trump habló de relajar las sanciones contra Rusia durante su campaña, la determinación política de mantener en vigor dichas sanciones estadounidenses se ha endurecido en los últimos meses en detrimento de sus empresas.

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo

                                                                                    

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Fecha de publicación: 24/05/2017

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