22 de jun. (Dow Jones) -- Después que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, asumió el cargo en enero, el gobierno y los grupos comerciales mexicanos alentaron a los mexicanos a comprar los bienes nacionales en una campaña que incluyó el despliegue de grandes pancartas en todo el país.

El objetivo fue generar una ola de nacionalismo provocada por la retórica proteccionista de Trump, sus improperios a los mexicanos durante la campaña y sus planes para construir un muro “hermoso y grande” a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México.

Pero hasta ahora, esa estrategia no parece haber tenido un gran efecto, aunque la inflación y los bajos salarios realmente no ayudan. El consumo ajustado estacionalmente de bienes nacionales cayó 0.9% en marzo frente a abril, tras una contracción de 0.2% registrada en febrero, informó el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, o Inegi.

El consumo de bienes nacionales también bajó 0.1% con  respecto al año anterior.

La razón principal de la caída es el aumento de la inflación que ha dañado el poder adquisitivo del consumidor, dijo Viridiana Ríos, investigadora del Wilson Center con sede en Washington, especializada en la economía mexicana. Los salarios promedio en México cayeron 1.8% en términos reales en marzo en relación al mismo periodo del año anterior, debido en gran medida a la fuerte alza en los precios al consumidor registrada desde enero.

A principios de año, el débil peso y los mayores precios de la gasolina impulsaron la inflación anual a un máximo de ocho años de 6.17% a principios de mayo. El empleo ha seguido creciendo, aunque los salarios siguen siendo bajos, al ser de 2.20 dólares por hora en promedio en comparación con los 21 dólares de Estados Unidos, aproximadamente 10%.

“Con tan bajos salarios, no se puede crear una demanda interna robusta en México, ese es el gran problema”, dijo Ríos.

Algunos bienes, como los medicamentos, son provistos principalmente por empresas extranjeras, y otros productos locales a menudo no son competitivos, incluso después de la fuerte depreciación del peso durante los últimos dos años.

“Me importa mi país, pero me importa más mi bolsillo”, dijo recientemente Marisa Domínguez, de 83 años, mientras lanzaba a regañadientes dos latas de sopa importadas, que estaban a la venta, en su carrito de compras en el supermercado.

A principios de febrero, cuando las tensiones en las relaciones bilaterales estaban en su momento  más álgido, el gobierno inició la campaña para promover la compra de productos nacionales, alimentos procesados, juguetes y electrodomésticos. Se exhibió el logotipo “Hecho in Mexico”, el símbolo de un águila mexicana que fue utilizado por primera vez en 1978 cuando México era una economía cerrada. Muchos mexicanos reemplazaron sus fotografías de perfil de las redes sociales con la bandera mexicana verde, blanca y roja.

Los hábitos de consumo bien establecidos, y el hecho de que la mayoría de los mexicanos no han sentido algún daño económico importante hasta ahora por las políticas de la administración Trump, también podrían ayudar a explicar los datos, dijeron algunos analistas.

Las encuestas muestran que 90% de los mexicanos desaprueba a Trump, pero la economía mantuvo un crecimiento constante en el primer trimestre y el peso se ha apreciado 20% frente al dólar estadounidense desde febrero.

El consumo de bienes importados, después de disminuir en gran parte de 2016, subió 0.3% en marzo respecto al mes anterior y 3.7% más que el año anterior, beneficiándose de la reciente apreciación del peso.

El retiro estadounidense del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) parece cada vez más improbable, y la retórica de Trump contra México se ha suavizado desde que asumió el cargo.

    Aunque ayer, Trump volvió a hablar sobre el muro que su gobierno pretende construir en la frontera con México y que ahora busca edificar con paneles solares en un evento político en Iowa, tras varias semanas de no referirse al tema sensible en la relación bilateral con el país.

Los últimos datos de consumo sugieren que la realidad de las economías interconectadas tiene más peso que una ola de nacionalismo de corta duración que incluyó marchas en contra de Trump y llamados en las redes sociales para boicotear compañías y productos estadounidenses.

Desde la década de los ochenta, México ha seguido un modelo económico orientado a la exportación que se ha convertido en el motor de crecimiento del país, y ha abierto sus mercados a las importaciones de una gran cantidad de productos de consumo.

Eso está muy lejos del proteccionismo de los años setenta, cuando las empresas estatales producían de todo, desde refrigeradores hasta autos y vagones de ferrocarril bajo el lema “Lo que se hace en México está bien hecho”.

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo

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Fecha de publicación: 22/06/2017

Etiquetas: EUA Proteccionismo Hecho en México Trump