Chilpancingo, Guerrero, 4 de ago. (Dow Jones) -- La combinación letal de la corrupción y los criminales que luchan por controlar el pujante negocio de la heroína ha convertido una carretera de dos carriles del estado de Guerrero en lo que muchos denominan como “el corredor de la muerte”.

La carretera une a Chilpancingo, la capital del estado ubicado en la costa del Pacífico, con las cercanas montañas que producen heroína, donde las bandas rivales están luchando por obtener una mayor parte del lucrativo mercado de la heroína de Estados Unidos.

Casi mil 200 personas fueron asesinadas en el estado este año hasta el mes de junio, después de que murieron dos mil 200 el año pasado. Funcionarios dijeron que casi todas las fatalidades estuvieron vinculadas con el crimen organizado.

La masacre se ha producido principalmente en los barrios pobres de las playas de Acapulco e Ixtapa-Zihuatanejo, y en comunidades como Chilapa, un pueblo que se encuentra a lo largo del mortal corredor donde los agricultores de pequeñas parcelas han cultivado marihuana y amapola para su exportación, esto aunado a los cultivos tradicionales del maíz, frijoles y calabaza.

“Chilapa es un baño de sangre”, dijo José Díaz Navarro, un ex profesor local de 54 años que ahora dirige un grupo cívico que lleva la cuenta de la masacre de la zona. “No sabemos quién está involucrado con quién y los criminales matan a cualquiera por cualquier razón”.

El comercio ilícito de Guerrero se ha disparado en los últimos 15 años a medida que los narcotraficantes mexicanos han producido más heroína que es más fuerte, y que la han comercializado de manera agresiva. Alrededor de 90% del suministro de heroína que llega a Estados Unidos ahora proviene de México, de acuerdo con estimaciones de la Drug Enforcement Administration, o DEA, de Estados Unidos.

En los últimos años, los consumidores estadounidenses han estado prefiriendo la heroína sobre los opiáceos más costosos como la Oxycontin.

El ejército mexicano ha tratado durante décadas de erradicar las amapolas que producen los bulbos de donde se extraen el opio --la materia prima de la heroína, morfina y otros estupefacientes--, pero tiene problemas para mantenerse al tanto de las nuevas plantaciones.

La Secretaría de la Defensa de México dijo que las plantaciones se duplicaron el año el año pasado, a menudo ocultas entre las laderas boscosas y los cañones profundos de las montañas que se extienden a lo largo de la costa del Pacífico, donde Guerrero representa la mitad de la superficie cultivada de amapolas.

Tanto la violencia como el narcotráfico tienen una larga historia en Guerrero. El estado jugó un papel clave en la guerra de independencia de México hace dos siglos, y fue sede de varios levantamientos armados en el siglo XX.

Los historiadores y analistas políticos han calificado al estado como el “México Indómito” por su tendencia a la anarquía. Pero ahora la lucha por abastecer la creciente demanda estadounidense de heroína ha derramado combustible a las tensiones políticas y sociales que han estado latentes durante mucho tiempo. Implicados o intimidados, los funcionarios locales y la policía han demostrado ser incapaces de controlar la violencia y, en ocasiones, la han incitado, dijeron activistas.

Guerrero obtuvo notoriedad internacional hace tres años por la desaparición de 43 estudiantes de segundo año del magisterio, de quienes los funcionarios han dicho que fueron detenidos por la policía en la ciudad de Iguala y entregados a una banda de narcotraficantes. Funcionarios federales arrestaron al ex alcalde de Iguala y a otros funcionarios. Estas personas han negado haber cometido algún delito y aún no han sido juzgadas. Los estudiantes nunca fueron encontrados y se presume que ya están muertos.

La violencia se ha exacerbado tanto que Héctor Astudillo, el gobernador de Guerrero, ha hecho un llamado para que se legalice la producción de la droga para uso médico con el fin de disminuir las rivalidades entre los grupos del crimen. Aún no se ha tomado ninguna medida sobre su sugerencia.

Chilapa se ha visto especialmente afectada, con cerca de 150 residentes muertos hasta la fecha en este año, dijeron activistas. En una semana particularmente sangrienta de marzo, la policía recuperó los cuerpos desmembrados de cinco personas en una calle de esa localidad, y tres días después, tres cadáveres fueron encontrados en un coche a las afueras de la ciudad, dijo Díaz, el maestro de escuela, citando registros de la policía y reportes noticiosos.

Díaz se convirtió en activista en 2014 después de que dos de sus hermanos, un primo y dos amigos suyos fueron secuestrados y asesinados en Chilapa. Los cuerpos desmembrados de sus hermanos, menos sus cabezas, fueron devueltos a su madre, que murió por la pena que eso le provocó, dijo. Los crímenes nunca fueron resueltos.

Hasta la fecha se han realizado pocos arrestos relacionados con los asesinatos de Chilapa y emitido aún menos condenas, ya que los testigos temen testificar por temor a represalias, dijeron los activistas.

“En muchos lugares simplemente no hay policía", dijo Roberto Álvarez-Heredia, portavoz de seguridad pública del estado de Guerrero. “Bueno, la policía existe, pero desafortunadamente no actúa”.

Al ser poco confiable la policía local, y estar presionadas las fuerzas de seguridad estatales y federales para atender la problemática, han surgido milicias de ciudadanos armados con escopetas, pistolas y rifles de asalto, también llamados autodefensas, para patrullar los caminos rurales y las poblaciones. Díaz y otros críticos dicen que muchas de las autodefensas están aliadas con las bandas criminales.

“Estamos aquí porque la gente exigió seguridad”, dijo Nolberto González, un abogado de 40 años que comanda un grupo armado en el pueblo de Buenavista, ubicado en una carretera importante que conduce a Acapulco.

Lo que las milicias no hacen es interferir con el comercio local de drogas. “En las montañas, casi todos están dedicados al cultivo de la amapola”, dijo González. “No interferimos. Creemos que es un problema de salud que le concierne al gobierno federal”.

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo           

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Fecha de publicación: 04/08/2017

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