15 de ago. (Dow Jones) -- Este es un artículo sobre cómo Donald Trump ganó la Casa Blanca. Bueno, más exactamente, es un artículo sobre cómo Hillary Clinton perdió la Casa Blanca.

Eso es particularmente relevante ahora porque los demócratas están a punto de publicar un nuevo mapa de ruta que indica cómo recuperarse de esa inesperada derrota del 2016.

Los líderes demócratas están llamando a su nueva agenda “A Better Deal” (Un mejor acuerdo), y se basa mucho en la economía populista: un salario mínimo más elevado; mayor acceso de la clase obrera a los programas gubernamentales de salud; y una banda ancha ampliada para las zonas rurales.

Un análisis más profundo del resultado de 2016 sugiere que dicha estrategia por lo menos está en el camino correcto. La clave para los demócratas no es simplemente convencer a los más jóvenes, a los votantes liberales, o ganarse a los republicanos a los que no les gusta el presidente Trump.

Sino más bien, los demócratas necesitan recuperar a los votantes de la clase obrera que desertaron para apoyar a Trump. Hacer eso requiere elaborar un mensaje económico más eficaz y convencer a los escépticos de que los demócratas no se quedaron en el status quo que priva en Washington y del que desconfían profundamente.

Third Way, un centro de estudios centrista demócrata encontró en un nuevo informe que alrededor de seis millones de personas que votaron por Barack Obama en 2012 abandonaron a los demócratas para votar por Trump en 2016. Eso es el doble de votos que votaron por el republicano Mitt Romney en 2012 y que luego cambiaron para apoyar a Clinton cuatro años más tarde.

Los votantes que pasaron de Obama a Trump son claves. Pero, ¿por qué se fueron? Algunas respuestas se encuentran en una encuesta Wall Street Journal/ NBC News publicada a principios de este mes que se enfocó en una amplia sección transversal de los condados que Trump ganó el año pasado.

No se puede pasar por alto que a la gente que apoyó a Trump simplemente no les gustó Clinton. En algunos lugares, ella fue prácticamente rechazada. En todos los condados que ganó Trump, sólo 27% tuvo una opinión positiva de ella. Entre los votantes independientes de esos condados, sólo 16% la consideró positiva.

Pero gran parte del apoyo de Trump es tan republicano que está más allá del alcance de los demócratas. En cambio, es más instructivo analizar un subconjunto de condados de Trump: los que Obama ganó en 2012, pero que apoyaron a Trump en 2016.

En estos “condados cambiantes”, Clinton también es personalmente impopular; Sólo 30% la ven de manera favorable, mientras que 50% tuvo una opinión desfavorable.

Sin embargo, curiosamente, el senador Bernie Sanders, que desafió a Clinton desde la izquierda con un mensaje populista que iba contra el sistema, es mucho más popular ahí. En los condados cambiantes, 44% tiene una opinión positiva de Sanders, mientras que apenas 29% tiene una opinión negativa.

En otras palabras, en los condados que pasaron de los demócratas a Trump, los sentimientos hacia la señora Clinton son 20 puntos porcentuales negativos, mientras que son 15 puntos netos positivos para Sanders.

Eso sugiere que Clinton, la representante consumada del partido del sistema, fue una candidata particularmente inadecuada para 2016. Esto también sugiere que un mensaje económico populista del tipo que Sanders esgrimió tiene mayor resonancia en las áreas que se alejaron de los demócratas.

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo

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Fecha de publicación: 15/08/2017

Etiquetas: Política Trump Estrategia Electoral Hillary Clinton Votantes Preferencias