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15 de ago. (Sentido Común) -- Tras meses de espera, los gobiernos de México, Estados Unidos y Canadá iniciarán mañana las negociaciones para intentar modernizar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, o TLCAN, el pacto que en buena medida ha convertido a la economía mexicana en una potencia exportadora mundial.
Si bien todo parece indicar que los gobiernos de los tres países han coincido en señalar la importancia de conservar el TLCAN y de mejorarlo en beneficio de la región, la obstinación del presidente de Estados Unidos, Donald J. Trump, por usar ese proceso de modernización como un mecanismo para reducir el déficit comercial que tiene su país con sus socios podría entorpecer, o hasta torpedear. las pláticas.
“La administración buscará un mucho mejor acuerdo que reduzca el déficit comercial de Estados Unidos y que sea justo para los estadounidenses al mejorar el acceso de la manufactura, la agricultura y los servicios del país hacia Canadá y México”, dijo United States Trade Representative (USTR), la oficina del gobierno estadounidense responsable de negociar las tratados comerciales del país vecino del norte, cuando anunció, hace dos meses, sus objetivos en la negociación y reflejando con ello el que aparentemente es el principal objetivo del presidente estadounidense.
Aunque el antagonismo de la Casa Blanca frente al acuerdo de libre comercio ha bajado, en buena medida por la presión que han ejercido empresarios, agricultores y legisladores de ese país por la importancia que tiene el TLCAN para sus actividades y sus trabajadores, no deja de preocupar para algunos la obcecación que aparentemente tiene Trump con el déficit comercial.
Para los especialistas, resulta casi incomprensible la intención de un país de buscar reducir su déficit comercial, que depende de los patrones de ahorro y gasto o inversión de una nación, a través de una negociación a favor de libre comercio. Los especialistas casi ven una contradicción de principios hablar de reducción del faltante comercial a través del libre comercio, pues puede caerse en lo que también se conoce como "comercio manejado", que podría resultar en una simulación de libre comercio.
“Normalmente no se incluyen ese tipo de objetivos porque el comercio no se ve de esa manera”, dijo Beatriz Leycegui Gardoqui, socia del despacho especializado en asuntos de comercio internacional SAI Derecho & Economía, en una entrevista telefónica. “Sí es una señal de alerta, sin duda pensamos que lo del déficit va a ser realmente muy difícil o casi imposible que se corrija” vía la negociación.
Claro que al mismo tiempo la experta, quien fue subsecretaria de Comercio Exterior del país entre 2006 y 2011, en el gobierno de Felipe Calderón, considera que es una buena noticia que al menos de inicio no se propusiera la aplicación de aranceles, quizá el punto que más ruido generó desde que se supo que el gobierno de Estados Unidos buscaría modernizar al TLCAN.
Para México lograr un acuerdo es de gran relevancia. El país exporta cerca de 80% de todas sus mercancías a Estados Unidos, gracias en parte a que casi todo lo que vende allá no paga aranceles --lo que le brinda una ventaja competitiva frente a sus competidores.
Además, más de 60% de la inversión extranjera directa que ha llegado al país proviene de empresas estadounidenses que, aprovechando el TLCAN, han optado por abrir plantas en México para desde aquí exportar sin pago de aranceles a su país de origen, o bien, para vender sus productos en otras naciones con las que México tiene también acuerdos de libre comercio, como es el caso de Colombia, la Unión Europea y Japón, entre otros países.
Nadie espera que la renegociación del TLCAN sea fácil, más cuando Trump prometió, durante su campaña electoral, revertir en el mediano plazo el déficit comercial de cerca de 63 mil millones de dólares que tiene su país con México.
El presidente estadounidense cree que renegociando el acuerdo podrá limitar esa disparidad comercial en beneficio de su país. Una concepción que muchos especialistas no sólo creen equivocada, sino hasta irreconciliable.
Si Trump se obstina en su búsqueda de reducir el déficit comercial a través de imponer restricciones al comercio bilateral con México, es altamente probable que el gobierno mexicano no lo acepte y que Estados Unidos opte por salir del tratado.
En caso de ocurrir eso, el fin del TLCAN como hoy se conoce lastimaría a México más que a ningún otro por los fuertes vínculos comerciales y de inversión que tiene con Estados Unidos y Canadá.
Claro que la salida de Estados Unidos, no estaría exenta de repercusiones negativas para la mayor economía del planeta.
Muchos de los productos que México envía al norte de su frontera forman parte de cadenas de producción integradas en la región, que incluso cruzan las fronteras de los tres países en varias ocasiones antes de ser vendidos como un producto final.
Una ruptura del acuerdo comercial encarecería esos productos que se ensamblan en Norteamérica y eliminaría la competitividad que ha ganado la región gracias al TLCAN. De hecho, la economía mexicana complementa en muchos aspectos a la estadounidense y a la canadiense, ofreciendo menores costos de producción para ciertos componentes o de ciertos productos, como podrían ser frutas y verduras.
“Por eso es que se ha propuesto por mucho tiempo medir el comercio diferente”, explicó Leycegui Gardoqui, la experta en comercio exterior de SAI Economía & Derecho, la referirse a que los déficits comerciales no reflejan bien las ventajas que el libre comercio ha traído a la región de América del Norte. “Ya no medirlo en función de lo que tú importas sino en función del valor. Al ser quienes acabamos ensamblando el producto, el valor completo de exportación, aunque tenga parte de insumos de Estados Unidos, se acaba registrando como producto de México”.
Así, uno de los retos más fuertes que tendrán Kenneth Smith Ramos y Salvador Behar --quienes encabezarán la comisión negociadora de México a partir del 16 al 20 de agosto, en Washington, D.C.--, será convencer a sus contrapartes que el acuerdo debe modernizarse y no cambiar en un sentido que resulte perjudicial para la región.
“México está en una posición muy sólida para impulsar en estas negociaciones el establecimiento de roles [comerciales] del siglo XXI. Los roles establecidos en el siglo XX no son suficientes, no son el camino, y revertir esos papeles tampoco es una opción”, dijo Luz María de la Mora, directora y fundadora de la consultoría en inteligencia comercial LMM Consulting, en un foro organizado por The Wilson Center, en Washington, sobre el futuro de esta negociación.
El país “debería buscar más y no menos en la negociación del TLCAN”, agrego en foro De la Mora, quien además tiene experiencia como jefa de la Unidad de Relaciones Económicas y Cooperación Internacional en la Secretaría de Relaciones Exteriores y como jefa de la Unidad de Negociaciones Comerciales Internacionales en la Secretaría de Economía.
Otros puntos no menos polémicos que se negociarán como parte de los esfuerzos por modernizar al TLCAN son, por ejemplo, las reglas de origen (como se conoce al porcentaje mínimo de componentes de la región que deben tener los productos para ser candidatos a los beneficios del libre comercio), los salarios de los trabajadores o la resolución de controversias.
“Esperamos una negociación muy dura, sobre todo teniendo en cuenta la obsesión del gobierno norteamericano de hablar de reducir los déficits a nivel bilateral”, escribieron los economistas de Banorte Ixe, en un reporte sobre su visión de esta negociación.
De acuerdo con funcionarios de los tres países, está previsto que se lleven a cabo alrededor de siete mesas de negociación, con un intervalo de tres semanas cada una, por lo que la modernización de TLCAN podría concluir, tentativamente, a inicios del año próximo, aunque habrá que esperar para ver la evolución que tendrán los esfuerzos de los tres países por hacer de la región una zona más competitiva y no por buscar un beneficio individual en perjuicio de los otros.
Fecha de publicación: 15/08/2017
Etiquetas: México EUA Canadá TLCAN economía comercio Trump