21 de sep. (Sentido Común) -- A medida que trascurren las horas y que las autoridades y los especialistas van teniendo un panorama más claro de los daños --materiales y personales-- que dejó el temblor del pasado martes, muchos comienzan a intentar valorar las secuelas en la economía del movimiento telúrico.

No hay duda de que el desplome de cerca de 40 edificios en la capital, más el número aún no determinado de edificaciones que quedaron inservibles, junto con las miles de viviendas destrozadas en poblaciones como Jojutla, en el estado de Morelos, representan una fuerte pérdida para el país.

Si a estos daños se suman los del terremoto de 8.2 grados de magnitud del 7 de septiembre que azotó el sureste del país y que provocó innumerables derrumbes de viviendas en el Itsmo de Tehuantepec, en el estado de Oaxaca, y en el estado de Chiapas, es indudable que estos dos nuevos desastres naturales en golpear a México tendrán un costo.

Claro que lo que muchos se pregunta es qué tan alto o no será el precio que tendrá que pagar el país a nivel macro.

La respuesta a esta pregunta no es aún nada clara, aunque la mayoría de los expertos consideran, desde una primera perspectiva, que el impacto será reducido.

“Aunque estos eventos han sido extremadamente desafortunados y con un alto número de pérdidas humanas y materiales, consideramos que estos eventos tendrán un impacto muy limitado en la actividad económica, la inflación y las finanzas públicas”, escribió Gabriel Casillas, director general adjunto de análisis económico y bursátil con el banco Banorte Ixe, en un reporte.

Las razones por las que algunos creen que el país podrá salir mejor librado en esta ocasión que en el otro gran terremoto de hace 32 años, son básicamente tres: una, que si bien el sismo fue catastrófico, la ciudad resistió, gracias a las lecciones aprendidas del sismo de 1985 y que también ocurrió el 19 de septiembre, mucho mejor el movimiento telúrico.

La resistencia la atribuyen los especialistas a la aplicación de reglas de construcción mucho más estrictas. Así, si bien en esta ocasión se espera que al final se cuantifiquen entre 40 o 50 edificios caídos y cerca de 300 personas muertas, esas dos cifras palidecen frente a los más de 400 edificios derrumbados y más de 10 mil víctimas del sismo de 1985.

La otra razón por la que muchos ven un impacto moderado es que el sismo no impactó, al menos de forma evidente y grave, las instalaciones productivas o las vías de comunicación de la nación.

Fábricas, puertos, carreteras, aeropuertos y redes de telecomunicación no tuvieron, al parecer, ningún daño severo que pudiese impedir la realización de las actividades productivas del país. En pocas palabras, la capacidad económica de México y su capacidad distributiva al exterior e interior del país están intactas tras el sismo.

“Lo que hemos visto hasta ahora sugiere que si bien el terremoto afectó a una región relevante para la actividad económica en todo el país (la zona metropolitana de la Ciudad de México y los Estados de Puebla y Morelos representan el 28.5% del PIB), la interrupción de las redes de suministro y distribución se asume como limitado”, escribieron Sergio Kurczyn, Sergio Luna y Myriam Rubalcaba, economistas de Citibanamex, en un reporte.

Finalmente, la última razón por la que muchos creen que la economía mexicana podrá superar la tragedia sin sufrir un deterioro es que, a diferencia de hace 32 años, las finanzas del gobierno están, en términos generales, sanas.

Eso, más el hecho de que el gobierno ha venido creando mecanismos preventivos para afrontar desastres naturales, como el sismo del martes o de hace dos semanas.

Uno de esos mecanismos es la creación del Fondo Nacional de Desastres Naturales, o Fonden, que cuenta con cerca de seis mil millones de pesos (505 millones de dólares) para ayudar con la reconstrucción.

Otro es la emisión de bonos catastróficos, que permiten al gobierno ahorrarse el pago de un adeudo de 300 millones de dólares en caso de un desastre natural, 150 millones por sismo y 150 millones por huracanes. Si bien no es claro si para el sismo del centro del país o del sureste aplicará, es una clara muestra de las medidas de prevención que ha venido tomando el gobierno, que hacen que muchos consideren que el impacto económico del sismo no será muy grande.

El gobierno de “México está bien posicionado para enfrentar el costo fiscal de la reconstrucción”, escribió Edward Glossop, economistas para América Latina con la consultora Capital Economics, con sede en Londres. “El deficit fiscal se han reducido significativamente a lo largo del año pasado y se ubica en 2% del PIB. De tal suerte, que hay un amplio espacio fiscal para ampliar el déficit y financiar” la reconstrucción.

Claro que esto no implica que en el corto plazo, el freno económico que ha registrado el centro del país en estos últimos días por el sismo, no vaya a presentarse una desaceleración del crecimiento económico del país.

Los economistas de Citibanamex estiman que México crecerá entre 0.3 y 0.4 puntos porcentuales menos en el tercer trimestre, que termina este mes, a lo previsto por el sismo.

De ahí que en lugar de esperar un crecimiento anual para este año de 2%, los especialistas de la filial del banco estadounidense Citigroup, hayan recortado esa proyección en 0.1 puntos porcentuales a 1.9%.

Claro que ni los economistas de Citibanamex ni los de otros bancos o consultoras estén descartando que las labores de reconstrucción que generarán el sismo en unos días, den un impulso adicional al crecimiento económico del país.

Experiencias previas con desastres naturales demuestran que los gastos en que incurren, por lo general, los gobiernos para reconstruir, junto con la oferta de empleos que generan esos trabajos, más la demanda de materiales, generan al final del día a un mayor crecimiento económico.

La economía mexicana no será, muy probablemente, la excepción.

“Los esfuerzos de reconstrucción temporalmente aumentarán las tasas de crecimiento del PIB”, escribió Casillas.

 


Fecha de publicación: 21/09/2017

Etiquetas: México economía sismo gobierno gasto publico reconstrucción