6 de oct. (Dow Jones) -- Recientemente, inversionistas compraron un bono catastrófico diseñado para reducir al mínimo el golpe financiero para el gobierno mexicano producto de los temblores. Ahora podrían estar comprometidos a pagar hasta 150 millones de dólares después que dos terremotos importantes afectaron al país en rápida sucesión.

     Ya populares entre las aseguradoras como una forma de transferirle cierto riesgo a los mercados mundiales de capital, los “bonos catastróficos” (cat-bond, por su denominación en inglés) y otros productos financieros también han sido adoptados por los países para proteger sus arcas públicas de los masivos desastres naturales.

     Los grandes inversionistas, como los fondos de pensiones, han intensificado sus inversiones en los bonos catastróficos porque estos reditúan altas tasas de interés y sus intereses no están correlacionados con las caídas del mercado. Los inversionistas en bonos catastróficos pueden perder parte o la totalidad de su inversión principal si se produce un desastre especificado con antelación y un emisor tiene que pagar las reclamaciones.

     México, que es altamente vulnerable a las tormentas, terremotos, inundaciones y otros desastres, es pionero entre los países en el uso de bonos catastróficos. Desde 2006, la nación ha recaudado más de mil millones de dólares de los inversionistas para ayudar a financiar los esfuerzos de rescate y reconstrucción, aunque no todos los bonos han pagado.

     En agosto, el gobierno mexicano aprovechó los mercados de capitales a través de un bono catastrófico emitido por el Banco Mundial que compra hasta 360 millones  de dólares de cobertura contra los desastres, incluyendo hasta 150 millones de dólares de los terremotos.

     Los bonos catastróficos fueron desarrollados por la industria aseguradora en la década de los noventa como una forma de extender el riesgo a los mercados financieros. Un inversionista, digamos un fideicomiso, una oficina familiar o un fondo de pensiones, adquiere el bono, teniendo en cuenta los cálculos de una firma independiente de modelaje de riesgo de las probabilidades de que ocurra un desastre específico. El principal y los intereses se mantienen en depósito de garantía y normalmente se invierte en bonos del Tesoro de Estados Unidos.

     Estos bonos suelen venderse en tramos, cada uno con un disparador diferente. Algunos desencadenantes se basan en métricas vinculadas con un evento meteorológico, otros están vinculados con un solo evento, mientras que otros hacen referencia a los daños acumulados durante períodos designados. Para asumir el riesgo, los inversionistas reciben intereses a tasas comparables a los bonos de alto rendimiento.

     La industria aseguradora, junto con organizaciones internacionales como el Banco Mundial, ha promovido cada vez más el uso de instrumentos de los mercados de capitales entre los países en desarrollo que tiene problemas financieros para hacer frente a las consecuencias de las calamidades.

     “Hay inversionistas con miles y miles de millones de dólares. . . que buscan darles una utilidad”, dijo Albert Benchimol, director ejecutivo de la aseguradora especializada y reaseguradora Axis Capital Holdings. “Tenemos que ser creativos en la búsqueda de nuevos usos para ese capital”.

     Benchimol forma parte de Insurance Development Forum, una asociación público-privada lanzada el año pasado con el objetivo de expandir el uso de los seguros y otras actividades de gestión de riesgos con el fin de ayudar a los países vulnerables a sortear los problemas económicos causados por desastres.

     El Banco Mundial trabaja con los países en desarrollo para crear productos financieros, incluidos bonos y derivados de los bonos catastróficos, destinados a proteger los presupuestos públicos de los costos de los desastres naturales. En la última década, la institución ha ejecutado dos mil 500 millones de dólares en transacciones que incluyen sequías en Malawi, tifones en Filipinas y huracanes en el Caribe, entre otros.

      En Estados Unidos, entidades públicas como la California Earthquake Authority y la Metropolitan Transportation Authority de Nueva York también han emitido bonos catatastróficos.

     México recurrió a los bonos catastróficos en 2006 cuando compró 160 millones de dólares en protección contra pérdidas provocadas por los temblores mediante un bono a tres años llamado CatMex. Otros dos bonos le siguieron en 2009 y 2012 organizados por un vehículo crediticio del Banco Mundial. Sólo el bono de 2012 fue parcialmente disparado por el huracán Patricia en 2015, dijo una portavoz del Banco. México recibió 50 millones de dólares, o la mitad de la cantidad del principal de una clase del bono que cubrió las tormentas del océano Pacífico.

     El país recurrió a los inversionistas por cuarta vez hace unas semanas a través de un bono catastrófico emitido por el Banco Mundial. El bono de 360 millones de dólares se divide en tres clases, cada una de las cuales ofrece protección contra un tipo diferente de desastre: terremotos, huracanes en el Pacífico y huracanes en el Atlántico.

     El 7 de septiembre, un terremoto de magnitud 8.1 afectó el sur de México, causando la muerte de un centenar personas en los estados de Chiapas y Oaxaca. El segundo terremoto se presentó el martes 19 de septiembre, causando muertes 369 y daños significativos, incluyendo en la Ciudad de México, ubicada a cerca de 100 kilómetros al norte del epicentro.

     El pago máximo potencial de la clase terremoto del bono es de 150 millones de dólares, el monto principal. Los compradores de bonos perderán su capital si los terremotos cumplen ciertos criterios de gravedad, profundidad y ubicación. Casi la mitad de los compradores del bonos de clase sísmica tiene su sede en Europa Occidental y más de tres cuartas partes de los compradores son fondos especializados que invierten en bonos catastróficos y otros “títulos vinculados a seguros”.

     Una portavoz del Banco Mundial dijo que están determinando si los terremotos tienen derecho a una parte o a la totalidad del producto del bono, que será pagado al Fondo para Desastres Naturales del gobierno mexicano. Paul Schultz, director ejecutivo de Aon Securities, dijo que el primer terremoto puede desencadenar el pago del bono.

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo

Copyright © 2017 Dow Jones & Company, Inc. All Rights Reserved

 



Fecha de publicación: 06/10/2017

Etiquetas: Mexico sismo bonos catastróficos inversionistas