16 de nov. (Sentido Común) -- La Cámara de Representantes estadounidense aprobó su versión de una amplia reforma fiscal, lo que representa una victoria parcial para el presidente Donald J. Trump y el líder de ese recinto legislativo, Paul Ryan, quienes han buscado reducir, desde el inicio de la presente administración, la carga laboral de las empresas y los trabajadores estadounidenses.

     Los cambios fiscales aprobados por los representantes serían los más profundos del sistema fiscal estadounidense de los últimos 31 años, al tiempo que también bajarán, a partir del próximo año y de confirmarse, la carga fiscal de las empresas y los individuos a su nivel más bajo desde 1939, de acuerdo con estimaciones del diario estadounidense The Wall Street Journal.

La reforma recibió 227 votos a favor, 205 en contra y dos abstenciones.

La aprobación se dio gracias al respaldo, casi mayoritario, de los legisladores del Partido Republicano. Sólo 13 representantes de ese instituto político votaron en contra; mientras que casi todos los legisladores del Partido Demócrata --205-- votaron también en ese sentido. Dos demócratas se abstuvieron durante la votación.

Claro que los cambios fiscales enfrentan aún serios retos ya que deben ser aprobados por la Cámara de Senadores, la cual está revisando su propia iniciativa de reforma fiscal, que es diferente en diversos aspectos a la recién aprobada por la Cámara Baja y que requerían fusionar los dos recintos legislativos si los senadores le dan el visto bueno a su propuesta. 

El plan senatorial, sin embargo, no cuenta con el respaldo de todos los senadores del Partido Republicano, por lo que podría descarrilarse si al menos tres de ellos votan en contra, lo que incluso podría anular el esfuerzo en la Cámara de Representantes.

De cualquier manera, el presidente Trump, quien visitó el Congreso esta mañana para apoyar la aprobación de la reforma fiscal, podrá sentirse aliviado de que en la Cámara Baja encontró suficiente respaldo para reformar el sistema fiscal estadounidense, una de sus principales promesas de campaña y que le quitará presión a su gobierno pues hasta ahora no tiene en su haber ninguna victoria legislativa.

El planteamiento que hizo el mandatario como candidato de dar marcha atrás al sistema de salud que creo su predecesor, el presidente demócrata, Barack Obama, fracasó cuando los republicanos en el Senado no lograron contar con el número de votos suficientes para derogar la ley que creó ese sistema de salud.

La reforma fiscal se ha vuelto así la batalla más relevante de este año para Trump, a quien sin duda le gustaría terminar 2017 proclamando que logró reducir los impuestos de las empresas y la clase media estadounidense.

No es claro si los cambios aprobados en la Cámara Baja logran eso ni tampoco se conoce la forma cómo que el gobierno estadounidense logrará financiar el déficit fiscal que creará la reducción de impuestos.

Para la mayoría de los economistas, las finanzas públicas estadounidense sufrirán, al menos en el corto plazo, un deterioro, mientras las autoridades fiscales pueden comenzar a recabar más impuestos por el impulso que supuestamente darán a la economía los recortes a las tasas impositivas.

Trump y los líderes de ese partido quieren aprobar cambios al código fiscal estadounidense para reducir la carga fiscal total en cerca de 1.5 billones de dólares. Los cambios plantean bajar los impuestos que pagan las empresas de 35 a 20% a fin de beneficiar la creación de empleos en Estados Unidos.

Para el mundo, en general, y para México, en particular, la reforma fiscal estadounidense, de concretarse, representará un reto ya que en un inicio hará más atractivas las inversiones en esa nación, a costa de las que se realizan en otros lugares.

“Al menos en este tiempo la reforma implica perder competitividad en el ámbito corporativo” frente a Estados Unidos, dijo Jonathan Zuloaga, economista con la firma de asesoría patrimonial Columbus de México, en una entrevista telefónica. En México "hay poco espacio para responder a la reforma fiscal" con un respectivo recorte de tasas impositivas.

Sin embargo, los cambios también podrían tener un impacto positivo ya que las empresas y los estadounidenses podrían tener mayor liquidez por las menores tasas impositivas, lo que podría llevar a un incremento de la demanda y por ende un aumento de la producción para satisfacer esa demanda. Si así ocurre habrá más empleo y una mayor necesidad de capital de las compañías estadounidenses.

“La posibilidad que van a tener de contratar más personal [en Estados Unidos] va a ser importante” si se aprueba la reforma fiscal, agregó Zuloaga.

La mayor actividad económica estadounidense también podría dar impulso a las exportaciones mexicanas a ese país --más si se renueva y moderniza el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, como están intentando hacer los tres gobiernos norteamericanos, el canadiense, estadounidense y mexicano.

 



Fecha de publicación: 16/11/2017

Etiquetas: EUA México economía reforma fiscal legislativo Trump TLCAN Nafta