13 de mar. (Dow Jones) -- Después de ser convocado por un asesor del Rey Salman el 4 de noviembre, un prominente saudita se presentó en el Hotel Ritz-Carlton de Riyadh esperando participar en una audiencia real. En lugar de eso, hombres armados tomaron su teléfono móvil y lo acompañaron a una habitación del lujoso hotel.

“Me dijeron que me quedaría aquí por un tiempo”, recordó el hombre recientemente.

Durante los siguientes 99 días, el gobierno saudita cerraría el Ritz-Carlton como hotel y encarcelaría ahí a 381 personas en una campaña anticorrupción sin precedentes contra sus ciudadanos de la élite más encumbrada.

El Ritz-Carlton reabrió el mes pasado como hotel, marcando el final de una fase de represión y el comienzo de una era nueva e incierta para el mayor exportador de petróleo del mundo. Los primeros huéspedes llegaron para descubrir que poco había cambiado, con el vestíbulo presentando todavía los mismos pisos con incrustaciones de mármol intrincadamente estampadas y cuatro estatuas gigantes de sementales relinchando.

El hotel ahora simboliza cómo Arabia Saudita aún se mantiene al margen del mundo exterior, a pesar de las promesas recientes de su liderazgo de conceder nuevas libertades a las mujeres, un islam más moderado y una economía orientada al mercado y menos dependiente del petróleo.

Al tener como objetivo a empresarios sauditas con profundos lazos con Occidente y apoderarse de sus activos sin detallar públicamente ningún cargo más allá de corrupción no especificada, la purga ha generado preocupación sobre el estado de derecho, justo cuando el reino intenta una apertura histórica.

“Creo que el nombre del Ritz siempre estará asociado con ser una prisión saudita de lujo”, dijo Simon Henderson, miembro del Washington Institute for Near East Policy.

El prominente saudita dijo que los investigadores fueron bien informados y les presentaron grandes cantidades de documentos sobre sus activos financieros. Lo revisaron todo metódicamente, haciendo preguntas en sesiones “largas y agotadoras”.

Dijo que le dieron pocos detalles más allá de que él era parte de una investigación de corrupción y que podría salir si llegaba a un acuerdo, lo que eventualmente hizo. Dijo que algunos sauditas recluidos en el Ritz querían responder a los cargos. Comenzaron a capitular a medida que se traían a socios comerciales para testificar contra ellos.

“Realmente, jamás lo previeron”, dijo.

Las autoridades sauditas dijeron que el Ritz fue el epicentro de la guerra contra la corrupción, un esfuerzo nacionalmente popular que, de acuerdo con el gobierno, generó 106 mil millones de dólares en acuerdos para solventar acusaciones y que ahora está avanzando en docenas de procesamientos.

“El liderazgo del Reino de Arabia Saudita está comprometido con la erradicación de la corrupción para garantizar la transparencia, la prosperidad y un entorno comercial más saludable en general”, dijo Fatimah Baeshen, vocera de la embajada de Arabia Saudita en Washington.

Los críticos califican a esto como la toma del poder de facto del hijo de 32 años del rey Salman, Mohammed bin Salman, cuyo nombramiento como príncipe heredero en junio dio al traste con la estructura prevalente de poder del reino.

Entrevistas con detenidos y personas cercanas a ellos revelan un calvario que rayó en lo kafkiano. Algunos recibían sus alimentos de los chefs de la corte real, pero solo les permitían una llamada telefónica por día. Algunos fueron interrogados durante horas pero se les dijo que todos los cargos de corrupción podrían desaparecer --mediante un acuerdo de pago para rescindir los daños.

Los ricos, famosos y poderosos habitantes del Ritz-Carlton pronto incluyeron al príncipe al-Waleed bin Talal, el empresario más rico del país; Bakr bin Laden, el magnate de la construcción; Waleed bin Ibrahim, dueño de la compañía de medios más grande del reino; y ministros de estado y de economía del país.

Sus alojamientos eran opulentos. Construido en 2011, el extenso y afamado hotel cuenta con más de 500 habitaciones, incluidas 48 suites presidenciales, una unidad de atención médica atendida por médicos de guardia y olivos con 600 años de antigüedad. El hotel no está lejos del palacio al-Yamamah, la sede del gobierno saudita, cercano al trabajo cotidiano del rey Salman y el príncipe Mohammed.

Algunos miembros del personal del Ritz fueron retirados durante el cierre del hotel. Un miembro del personal dijo que alrededor de 20% fueron enviados de vacaciones con un salario reducido, mientras que otro miembro del personal dijo que algunos empleados fueron reasignados dentro del complejo hotelero.

Algunos detenidos sauditas dijeron que fueron tratados bien. El príncipe al-Waleed, en una entrevista de video con Reuters, muestra una cocina con dallahs, la olla utilizada para preparar el tradicional café árabe, y dice que las autoridades le permitieron comer platillos vegetarianos. Cerca de la entrada de su habitación había tulipanes en un jarrón con agua y un televisor de pantalla grande adherida a la pared.

De acuerdo con un miembro del personal del hotel, los detenidos importantes se alojaron en las llamadas suites reales. Esas suites incluyen dos dormitorios, un comedor, dos salas de estar y una oficina, así como un área de cocina, de acuerdo con el sitio electrónico del Ritz-Carlton.

Baeshen, de la embajada de Arabia Saudita, dijo que las investigaciones anticorrupción comenzaron hace dos años. “Se recopilaron pruebas sustanciales”, dijo.

El Ministerio de Finanzas de Arabia Saudita encargó investigaciones en Europa y Medio Oriente para rastrear los activos de los acaudalados sauditas como el multimillonario Mohammed Al Amoudi y el príncipe Bandar bin Sultan, el ex embajador de Arabia Saudita en Estados Unidos, dijeron personas familiarizadas con el asunto.

Al Amoudi fue detenido en el Ritz durante varias semanas en noviembre, pero su situación actual no está clara, dijo su portavoz, y agregó que había negado haber cometido algún delito.

El fiscal general de Arabia Saudita, el jeque Saud al-Mojeb, dijo a finales de enero que la mayoría de los 381 detenidos fueron liberados después de que las autoridades determinaran que no había pruebas suficientes de corrupción o llegaron a acuerdos financieros después de admitir haber incurrido en corrupción. Mojeb dijo que 65 personas se habían negado a llegar a un acuerdo y que permanecían bajo custodia.

Los detenidos sauditas tuvieron acceso a abogados, dijo el gobierno, aunque no está claro qué protección les brindó eso. Baeshen dijo que los detenidos que proporcionaron pruebas satisfactorias de su inocencia fueron liberados sin cargos.

El mayor problema, dijeron las personas familiarizadas con el proceso, fue que el gobierno presentó demandas financieras superiores a las que podrían pagar algunos detenidos.

A finales de enero, la mayoría de los detenidos fueron liberados o trasladados fuera del Ritz.

En su primer día como un hotel normal nuevamente, un miembro del personal dijo que el Ritz tenía 125 reservaciones. Mikel Torres, un consultor con sede en Dubai de Delta Partners que recientemente fue huésped, dijo que él y muchos de sus colegas se mudaron a otros hoteles cuando el Ritz dejó de estar disponible y que ahora regresará.

“Hasta ahora está bastante tranquilo”, dijo Torres en el vestíbulo del Ritz. “Esperaba que hubiera más gente”.

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo

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Fecha de publicación: 13/03/2018

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