Washington, 17 de abr. (Dow Jones) -- La dura política comercial con China del presidente Donald Trump tomó forma en una reunión en la Casa Blanca de finales de agosto --y al centro de ésta estuvo un hombre que con frecuencia pasa desapercibido.  

Décadas de tranquilas negociaciones no han llevado a nada, dijo Robert Lighthizer, el representante comercial de Estados Unidos, a destacados asesores de la Casa Blanca y a funcionarios del gabinete reunidos en la sala Roosevelt.

“China está hablando y hablando todo el tiempo”, dijo, lo que significa que ha prometido cambios de política con regularidad, pero no ha cumplido. Él puntualizó con gráficas que mostraban cómo se había ampliado el déficit comercial con Beijing.

El embajador de Estados Unidos en China, Terry Branstad, presente mediante videollamada, pidió la oportunidad de realizar otra ronda de conversaciones con base en la relación que estaba desarrollando con los chinos, pero no encontró mucho apoyo. Era hora de actuar, comenzando con una investigación formal a China por incurrir en prácticas comerciales desleales, argumentó Lighthizer.

Días más tarde, Trump anunció una investigación sobre las presuntas violaciones chinas a los derechos de propiedad intelectual de Estados Unidos -- encabezada por Lighthizer. Eso marcó el inicio del esfuerzo más dramático y de alto riesgo en décadas para obligar a la segunda economía más grande del mundo a cambiar de comportamiento, que culminó posteriormente con la orden presidencial que imponer aranceles a 50 mil millones de dólares de las importaciones chinas, una medida que también tuvo la huella de Lighthizer.

Después de que China amenazara con imponer aranceles en la misma proporción a las importaciones provenientes de Estados Unidos, Trump calificó esa medida como una “represalia injusta” y dijo que podría aplicarles aranceles a otros 100 mil millones de dólares de las importaciones chinas, triplicando la cantidad sujeta a estos. Un vocero del Ministerio de Comercio de China dijo después que Beijing “está completamente preparada para responder con creces y sin vacilación”.

El papel de Lighthizer quedó claro para los chinos cuando el equipo económico de Trump aterrizó en Beijing en noviembre pasado para participar en una ronda de discusiones. Trump se aseguró de que el representante comercial de Estados Unidos se reuniera con los principales líderes chinos, mientras que otros esperaban afuera.

En una sesión con el presidente Xi Jinping, Lighthizer expuso lo infructuosas que Estados Unidos consideraba las negociaciones pasadas y cómo le preocupaba al presidente que el déficit comercial de Estados Unidos siguiera expandiéndose. Mientras que los funcionarios estadounidenses consideraron los comentarios de Lighthizer como un argumento legal, los funcionarios chinos describieron su reacción como afectada.

Ahora, Lighthizer está intercambiando misivas con el enviado económico de China sobre las medidas que Beijing podría tomar para evitar una guerra comercial. Es probable que las negociaciones se extiendan durante muchos meses ---una ambigüedad que podría afectar los mercados financieros y elevar los precios de los bienes que serían objeto de aranceles.

“Trump y Lighthizer tienen ideas afines”, dijo William Reinsch, un ex funcionario de comercio que ahora está en Center for Strategic and International Studies. “Hay una estrategia de negociación de acoso, intimidación y amenazas para ablandar [al adversario]. Entonces, tal vez lleguemos a un trato”.

El hermano de Lighthizer, Jim Lighthizer, un ex político demócrata, lo dijo de otra manera. “Su táctica es directa; él no pasa mucho tiempo en los matices”.

Lighthizer rechazó las solicitudes para que compartiera sus comentarios al respecto.

Muchas empresas de Estados Unidos han dicho estar hastiadas de lo que consideran como subsidios chinos injustos para las empresas locales, y tácticas de mano dura que les hacen ceder tecnología a los socios chinos. Aun así, les preocupa que las amenazas de Estados Unidos de imponer aranceles puedan ser contraproducentes y los hagan vulnerables a las represalias.

“Queremos incitar a la administración para que haga amigos y aliados” para presionar a China, dijo Josh Bolten, jefe del grupo comercial Business Roundtable y ex jefe de gabinete de la Casa Blanca en el gobierno de George W. Bush. “Si sólo se trata de Estados Unidos contra China, las negociaciones serán de confrontación. Los ganadores pueden no ser el orden comercial internacional sino nuestros competidores europeos y japoneses, “lo que podría aumentar las ventas a China”.

Al principio del gobierno de Trump, se esperaba que el secretario de comercio, Wilbur Ross, un viejo aliado de Trump que había hecho negocios en China, liderara la política económica hacia China. En privado se refirió a Lighthizer, un ex abogado comercial, como su abogado, dijeron ejecutivos empresariales, que lo tomaron como un desaire. Un funcionario del Departamento de Comercio dijo que Ross solo quiso decir que ambos habían trabajado juntos anteriormente en asuntos del acero.

La estrella de Ross se atenuó cuando el presidente desestimó un paquete inicial de ofertas que el secretario de comercio negoció con Beijing como algo más que el paquete de ofertas anteriores con un diferente envoltorio, dijeron altos funcionarios de la Casa Blanca. “Cállate”, le dijo Trump a Ross en julio cuando despojó a Ross de su papel en las negociaciones con China y canceló las conversaciones, de acuerdo con altos funcionarios del gobierno.

Ross continúa trabajando en temas relacionados con China, incluido el asesoramiento a Lighthizer sobre qué importaciones chinas tienen como objetivo los aranceles, dijo un funcionario de Comercio.

Lighthizer, por el contrario, logró salvar una marcada división sobre el comercio entre las facciones opositoras para conformar la actual política comercial de Trump.

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo

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Fecha de publicación: 17/04/2018

Etiquetas: EUA Política Comercial EUA Aranceles China Importaciones