13 de jun. (Dow Jones) -- Andrew Haldane, economista en jefe del Banco de Inglaterra, estaba concluyendo recientemente un discurso en una escuela secundaria del norte de Inglaterra cuando una niña levantó su mano. “Tengo dos preguntas para usted”, dijo la estudiante, de acuerdo con Haldane: “¿Quién eres y por qué estás aquí?”

Rodeados de misterio por largo tiempo, los principales bancos centrales del mundo en los últimos años han dejado más en claro su funcionamiento interno.

Ahora, tienen una nueva misión, que es la de involucrar y educar al público en general. Altos funcionarios se están aventurando a salir a los mercados al aire libre, celebrando festivales y sesiones de preguntas y respuestas rápidas en las redes sociales, y produciendo juegos, caricaturas y videos. Obviamente, algunas incursiones son mejores que otras.

El banco central de Noruega obtuvo un inesperado éxito que fue viral el año pasado con un video musical de rap de comedia para promocionar una serie de billetes con una imagen del bacalao, presentando a “DJ Codfather”, y una breve aparición del gobernador del banco, Oystein Olsen. “Ahora viene el bacalao”, dice el Olsen, mirando a través de unos prismáticos desde la ventana de su oficina.

Elvira Nabiullina, la gobernadora del banco central de Rusia, fue un paso más allá en diciembre, al comenzar a cantar en un elegante video musical en el que también apareció una babushka.

Adrian Orr, el nuevo gobernador del banco central de Nueva Zelanda, habló en lenguaje de señas y en maorí --el idioma del pueblo indígena de la Polinesia-- en su conferencia de prensa inaugural en mayo. Nueva Zelanda tiene alrededor de 15 mil habitantes que hablan maorí y alrededor de nueve mil personas sordas, de una población de alrededor de cinco millones.

El banco central también publicó una “Declaración de política monetaria en imágenes”, cuyas sencillas ilustraciones incluyen un globo aerostático etiquetado como “inflación” sujeto a baja altura mediante una caja de “importaciones”.

“Me encantan las imágenes”, dijo Orr a los periodistas, aunque admitió que espera mejorar su calidad. “En realidad, esto es todo lo que pudimos obtener inmediatamente de uno de los íconos de nuestros niños”, dijo.

Los bancos centrales distribuyen billetes, regulan el valor de la moneda nacional y a menudo actúan como prestamista de último recurso para los bancos. Al ajustar los costos del endeudamiento a corto plazo, los banqueros centrales pueden impulsar el crecimiento y el empleo, o controlar la inflación.

Hasta hace poco preferían oscurecer sus intenciones; el sigilo ayudó a evitar la interferencia de los políticos, cuyos horizontes a corto plazo podrían hacer que presionen a los bancos centrales para que apoyen el crecimiento económico a expensas de una mayor inflación, lo que puede dañar la economía a largo plazo.

Los banqueros centrales una vez se burlaron de la apertura y la claridad.

“Nunca expliques, nunca te disculpes”, era el lema de Montagu Norman, quien dirigió Banco de Inglaterra durante los años veinte y treinta del siglo pasado, y que a menudo adoptó una identidad falsa al viajar.

En 1982, cuando el banco central de Dinamarca cambió una estrategia que tenía décadas de antigüedad para administrar el tipo de cambio, no emitió un comunicado de prensa, ni mencionó la decisión en su informe anual.

Hasta 1994, la Reserva Federal de Estados Unidos no le informaba al público cuando cambiaba su política. Los expertos tenían que inferir sus acciones de los movimientos registrados en el mercado.

Eso ha cambiado a medida que los bancos centrales han ganado independencia para liberar la política monetaria de la interferencia del gobierno y que, más recientemente, lanzaron grandes y complejas políticas de estímulo, como la impresión de grandes cantidades de dinero para comprar deuda pública. Los banqueros centrales temen que puedan perder esos nuevos poderes sin el apoyo público.

Los actuales gobernadores de los bancos centrales se mezclan alegremente con la gente común. Karnit Flug, la gobernadora de Banco de Israel, compró verduras en un mercado local en noviembre para promocionar los nuevos Shekels, la moneda israelita, y explicar las características de dichos billetes al propietario de un puesto.

La Bundesbank alemana montó castillos inflables, contrató artistas de globos, usó carros de comida y una banda para atraer a los lugareños el verano pasado a sus oficinas generales de Frankfurt, construido en concreto crudo y gris al más puro estilo Brutalista.

Un furtivo personaje en oro ataviado como una moneda de euro anduvo saltando por los alrededores y posó para las fotos, y Jens Weidmann, el presidente de la Bundesbank, compitió en una carrera de autos miniatura.

El cambio hacia los eventos sin guiones no siempre es perfecto. El lenguaje utilizado por los banqueros centrales a menudo es incomprensible, y las bromas pueden no surtir efecto. Ese es un problema cuando están en juego miles de millones de dólares de inversiones.

Cuando Glenn Stevens, el ex gobernador del banco central de Australia, dijo en un almuerzo empresarial en 2013 que los funcionarios habían “deliberado durante mucho tiempo” antes de mantener las tasas de la política monetaria sin cambios, los inversionistas lo tomaron como una señal para vender el dólar australiano, empujando la moneda hasta un mínimo de 34 meses frente al dólar estadounidense. El banco luego aclaró que se suponía que el comentario fuera divertido.

Ben Broadbent, vicegobernador del Banco de Inglaterra, se disculpó el 16 de mayo por describir la economía estadounidense como “menopáusica” en una entrevista en un periódico, luego de la crítica pública a tal observación.

Broadbent dijo, en una declaración posterior, que había estado tratando de describir la palabra “climaterio”, utilizada por los historiadores económicos para describir un período de bajo crecimiento de la productividad durante el siglo XIX.

Neel Kashkari, un ávido usuario de Twitter y presidente del Banco de la Reserva Federal de Minneapolis, escribió a principios de marzo que la economía de Estados Unidos ya había estado en un “máximo de empleo. Ahora estamos en un mayor empleo”.

“Entonces, explique por qué la política monetaria todavía está en modo de emergencia”, respondió un inversionista.

“Estaba bromeando”, escribió Kashkari.

“Lo que quieren los banqueros centrales no es tanto ser entendidos sino gustar”, dijo Yoram Bauman, un académico con sede en Seattle que se hace llamar “el primer y único economista comediante del mundo”.

Las encuestas sugieren que los banqueros centrales todavía tienen mucho trabajo por hacer para ganarse el favor del público en general.

La confianza en los cuatro principales bancos centrales --Fed, BCE, Banco de Inglaterra y Banco de Japón-- se ha estancado o disminuido desde la crisis financiera, desde un nivel ya de por sí bajo, de acuerdo con las encuestas de 2016 de Eurobarometro, Gallup y los mismos bancos centrales. En Reino Unido, una encuesta del año pasado realizada por YouGov encontró que los economistas eran considerados menos confiables que cualquier otra profesión a excepción de los políticos.

Una encuesta realizada este año por el banco central de Nueva Zelanda descubrió que la gran mayoría del público no tenía idea de lo que era el banco central.

“Eso es bueno el sábado en el campo de fútbol, ​​pero no necesariamente bueno si estamos tratando de elevar la educación financiera, dijo Orr, el gobernador del banco central de Nueva Zelanda.

Algunos banqueros centrales están moderando sus expectativas de relacionarse con gente común.

Haldane de Banco de Inglaterra admite que la colegiala que lo desafió tenía razón.

“Esa fue una muy buena pregunta en realidad. ¿Por qué estoy aquí?”, dijo. “Tratando de llamar la atención de cincuenta niños de 13 años durante una hora, esa es una tarea difícil, ¿verdad? Eso es algo que a ellos no les importa, realmente”.

 


Fecha de publicación: 14/06/2018

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