15 de jun. (Sentido Común) -- Pocas cosas parecen tener tan satisfecho al presidente estadounidense Donald J. Trump como el buen paso que lleva la economía y la fortaleza que muestra el mercado laboral en ese país, el cual está cerca del nivel conocido como pleno empleo.

     El mandatario está por ello orgulloso del estado actual que muestra la mayor economía del mundo y cree que se debe a las medidas que ha tomado, como la de recortar impuestos e imponer aranceles punitivos al acero y aluminio importado.

     No todos, sin embargo, coinciden con esa valoración, ya que si bien el recorte a los impuestos podría estar dando un cierto impulso al crecimiento económico, éste de hecho inició durante la administración de su antecesor, Barack Obama.

     Además, muchos creen que las políticas proteccionistas de Trump tendrán, en el mediano y largo plazo, el efecto contrario del que hoy se vanagloria el mandatario. De hecho, diversos especialistas estiman que la administración estadounidense actual en su afán por cumplir con su promesa de campaña de poner supuestamente los intereses estadounidenses por encima de cualquier otro --America First-- terminará lastimando el buen desempeño económico estadounidense actual.

     Trump, dicen, se está disparando en el pie. 

     Por ejemplo, de acuerdo con estimaciones de Trade Partnership Worldwide, una consultoría especializada en comercio internacional y economía, con sede en Washington, D.C., la decisión del mandatario estadounidense de gravar las compras de acero y aluminio de todo el mundo --con excepción de Argentina, Australia, Brasil y Corea del Sur-- si bien podrían crear empleos siderúrgicos en el corto plazo, cerca de 26 mil, la medida resultará en una pérdida neta de más de 400 mil empleos estadounidenses en un periodo de tres años.

     Esto es así porque el acero y aluminio que importa Estados Unidos del exterior representa 70% de las compras, lo que provocará que muchas industrias enfrenten, a partir de ahora, mayores costos para producir bienes que utilizan esos dos metales.

     De ahí que los economistas de Trade Partnership estimen que el impacto neto en el sector manufacturero estadounidense por los aranceles punitivos que impuso la administración Trump, más los que enfrentarán ahora los bienes de ese país que se intenten exportar a otras naciones que han decidido también imponer tarifas punitivas en represalia a la decisión estadounidense, será negativo y por bastante.

     “Los mayores costos provenientes de las tarifas, las cuotas al acero y aluminio, así como las represalias de los socios comerciales, reverberarán en toda la economía estadounidense en formas que, en el balance, impactarán negativamente la producción y el empleo de Estados Unidos”, escribieron Joseph Francois, Laura M. Baughman y Daniel Anthony, economistas de Trade Partenership, en un reporte.

     Durante su campaña electoral, Trump logró conectar con los ciudadanos estadounidenses por la férrea defensa que hizo de los intereses estadounidenses.

     La retórica del presidente estadounidense llamó incluso mucho la atención en la región conocida como el Cinturón de Óxido, o Rust Belt, que incluye distintas entidades como Pennsylvania, Virginia del Oeste, Ohio, Indiana, la parte sur de Michigan, parte de Illinois, Iowa y Wisconsin.

     Esos estados gozaron en el pasado de gran pujanza por el desarrollo y crecimiento de la llamada industria pesada. En los últimos años, sin embargo, esas zonas de desarrollo han visto perder cientos de miles de empleos frente a otros países que ahora son más competitivos para la fabricación de diversos productos.

     Trump aprovechó el descontento de esa región para culpar a los acuerdos comerciales y a otras economías de haberse aprovechado injustamente de su país, por lo que prometió revivir la industria manufacturera de esa región a fin de devolverle muchos de los empleos perdidos en las últimas dos décadas.

     Una de las políticas que prometió Trump era la de castigar las importaciones con aranceles punitivos, a fin de proteger a los productores estadounidenses de lo que considera prácticas desleales.

     La decisión de imponer aranceles al acero y aluminio se enmarca en esta visión económica del mandatario y se entiende incluso por la cercanía de las elecciones intermedias que tendrá Estados Unidos en noviembre para renovar parte del Congreso estadounidense.

     Claro que, para la mayoría de los economistas, los aranceles no tendrán el efecto esperado por Trump. Más bien creen que los estados que el presidente quería ayudar sufrirán al final un alto costo en materia de crecimiento y empleo.

     “Habrá grandes pérdidas netas de empleos en estados como Indiana, Michigan, Ohio y Pennsylvania, donde los sectores de acero y aluminio ocupan un lugar destacado”, agregaron los economistas de Trade Partnership, en su estudio. “Se perderían 16 empleos por cada trabajo creado en la industria de acero/aluminio”.

     Eso, además, podría verse aún más acentuado cuando entren en vigor las represalias arancelarias que tomen los países afectados por las tarifas punitivas estadounidenses.

     La semana pasada, por ejemplo, el gobierno mexicano reveló la lista detallada de los productos estadounidenses que empezarán a pagar aranceles al ingresar al país a partir de ahora como medida espejo a los aranceles estadounidenses.

     “No es una coincidencia que muchas de las mercancías seleccionadas se producen en áreas rurales de los Estados Unidos donde está concentrado el apoyo” a Trump, escribió John Ashbourne, economista senior para mercados emergentes de la consultoría de origen británico Capital Economics, en un análisis sobre la forma como el gobierno mexicano decidió reaccionar a las medidas proteccionistas del gobierno estadounidense.

     Otras naciones como Canadá, los integrantes de la Unión Europea e incluso China también anunciaron su intención de castigar las importaciones provenientes de Estados Unidos.

     Cifras del Departamento del Trabajo estadounidense revelan que la economía cerró el mes de abril con un total de 6.7 millones de ofertas laborales (JOLTS, por sus siglas en inglés), una cantidad que rebasó los 6.3 millones de personas que fueron reportadas como desempleadas en el mismo mes, una diferencia positiva que se da por primera vez desde que existe registro de ese tipo de información.

     Algunos, incluso en Estados Unidos, advierten que la medida proteccionista tomada por la Casa Blanca ya fue implementada, sin éxito, en otras economías, con resultados nocivos para los intereses que aparentemente querían resguardar.

     “De hecho, hay un registro histórico que evoca paralelismos con la marca de política comercial aislacionista que Estados Unidos está persiguiendo. Se conoció como Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI) y fue un fracaso tan rotundo que murió de manera indecorosa en los años setenta”, escribió Neil Harrington, vicepresidente senior para América Latina con US Chamber of Commerce, una organización que representa los intereses de más de tres millones de negocios estadounidenses de todos tamaños, sectores y regiones, en un reporte donde criticó las acciones tomadas por Trump.

     El especialista estadounidense comparó las acciones tomadas hace cuatro décadas por el gobierno de Chile, las cuales acabaron por provocar una crisis económica profunda, que sólo pudo revertirse en los ochenta cuando fue eliminada.

     “Al creer que el comercio es un juego de suma cero que Estados Unidos está perdiendo, la administración Trump, al igual que los practicantes de ISI, abraza la creación de barreras a la competencia extranjera en interés de los trabajadores, consumidores y el sector manufacturero” de su país, agregó Harrington, en su reporte. “Quizás en su giro más cruel, el ISI terminó perjudicando a los propios interesados ​​que supuestamente los legisladores querían ayudar: los trabajadores y los consumidores chilenos”.

 


Fecha de publicación: 15/06/2018

Etiquetas: EUA Trump empleo aranceles acero aluminio