11 de jul. (Dow Jones) -- La fortaleza de la economía de Estados Unidos está envalentonando a la administración Trump para jugar rudo en su ofensiva comercial contra China.

Los aranceles tienden a ser moduladores económicos que tiene un impacto similar al del impuesto por ventas, los cuales aumentan los costos de los consumidores y las empresas y, en consecuencia, socavan el crecimiento. Pero hasta la fecha, es difícil argumentar que la disputa con China esté teniendo un amplio impacto macroeconómico.

Muchos economistas estiman que la producción económica del segundo trimestre se expandió a una tasa anual de 4% o más, aproximadamente el doble que el ritmo de los nueve años de expansión. La tasa de desempleo, mientras tanto, está cerca de mínimos ni siquiera vistos durante el auge de internet en 2000, y los salarios y los ingresos están aumentando modestamente.

Eso le da a la administración del presidente Donald Trump lo que ésta considera como margen de maniobra para atacar a China sin tener que preocuparse tanto de las repercusiones para los hogares y empresas de Estados Unidos que se ven afectados.

 “Este es el momento perfecto” de utilizar los aranceles para presionar a China con el fin de que modifique sus prácticas comerciales, dijo Derek Scissors, un experto en China del American Enterprise Institute, quien asesora a funcionarios de la administración. “Se inició un proceso, que provocará problemas en Estados Unidos y en China, precisamente ahora que todo está funcionando en la economía”.

Estados Unidos gravará 34 mil millones de dólares en productos chinos con  aranceles de importación, una medida igualada dólar por dólar por Beijing, y la administración Trump ha amenazado mucho más, si China no cede a las demandas de Estados Unidos de que abra sus mercados, aumente sus importaciones, deje de proteger sus industrias favorecidas y cambie las reglas para evitar el robo de tecnología de Estados Unidos.

“Está claro que China tiene mucho más que perder” que Estados Unidos en una guerra comercial, dijo Peter Navarro, un importante asesor de la Casa Blanca.

Después de semanas de declaraciones hostiles, funcionarios de Trump se quedaron callados cuando China respondió a los aranceles estadounidenses con medidas que amenazan a la soya y otras exportaciones de los estados agrícolas que serán vitales en las posibilidades republicanas de mantener sus mayorías en la Cámara y el Senado.

La administración está procediendo con las deliberaciones sobre aranceles adicionales a 16 mil millones de dólares en productos chinos, que tienen programado concluir a finales de julio. En represalia a los aranceles chinos, el presidente impuso aranceles a otros 200 mil millones de dólares en bienes del país asiático.

La oficina de comercio de Estados Unidos había tratado de suavizar la ofensiva ligeramente. Al esbozar un método limitado para que las empresas estadounidenses lograran que algunos productos sean excluidos de los aranceles si estos causan “un severo daño” y tales productos no se pueden conseguir fuera de China o se considera que no se estén “beneficiando de las políticas industriales de China”.

Las tarifas arancelarias seguramente afectarán negativamente a muchas industrias y podrían reflejarse en los consumidores estadounidenses en forma de precios más altos. Los aranceles estadounidenses están dirigidos a piezas usadas en electrónica, dispositivos médicos y otras máquinas, lo que podría reducir los márgenes de ganancia de las empresas de Estados Unidos y hacer que éstas limiten sus programas de contratación. Los aranceles chinos están destinados a afectar a los productores estadounidenses de aviones, automóviles, soya y otros productos agrícolas.

Los mercados han anticipado el impacto de los aranceles, pero eso no ha tenido un gran efecto. Los aranceles de China entraron en efecto y los aranceles de los metales se han estado ponderando por un mes. El ritmo de crecimiento de las contrataciones de Estados Unidos, de 215 mil mensuales en 2018, ha mejorado en comparación con el año pasado.

La administración de Trump cree tener la ventaja en la batalla comercial. Al tener una tasa de desempleo tan baja, aquellos que pierdan su trabajo debido a la batalla arancelaria podrán tener mayor facilidad para encontrar otro trabajo. Trump está considerando la batalla comercial como un esfuerzo a largo plazo para recuperar puestos de trabajo que se han perdido debido a las importaciones chinas y lo que Estados Unidos considera prácticas comerciales desleales, como presionar empresas para transferirles tecnología a las empresas chinas.

“El presidente fue elegido porque la gente se sintió excluida del mercado laboral a pesar de que el desempleo era bajo”, dijo Scissors.

Michael Wessel, un comisario en la Comisión de Revisión Económica y de Seguridad China-Estados Unidos del Congreso que asesora a la administración acerca de la política comercial, dijo que “la fortaleza de la economía le está dando a la administración un amortiguador en una coyuntura importante”.

Por lo tanto, los funcionarios del gobierno argumentan en privado que la economía de China, que creció a una tasa de 6.8% en el primer trimestre, es más vulnerable que lo comúnmente aceptado, lo que hace a Beijing vulnerable a las medidas comerciales de Estados Unidos. Eso es porque China depende más de las exportaciones que Estados Unidos y que está tratando de reducir su crecimiento crediticio, lo que presiona a la baja el crecimiento.

“Están sobreexpuestos al mercado de Estados Unidos”, dijo Wessel. "La presión que está ejerciendo Estados Unidos es más significativa y es más probable que logre resultados que en unos cuantos años” cuando China haya diversificado su economía aún más.

Pero Estados Unidos puede excederse en su estrategia. David Dollar, economista de Brookings Institute y experto en China, dijo que gran parte de la fortaleza de la economía de Estados Unidos es el resultado del efecto único que tendrán los recortes de impuestos. Esas reducciones fiscales tendrán su impacto máximo en 2018 y 2019, pero se prevé que se desvanezcan con el paso del tiempo, de acuerdo con las estimaciones del Comité Conjunto Fiscal.

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo       

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Fecha de publicación: 11/07/2018

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