18 de jul. (Dow Jones) -- A principios de mayo, Google prohibió a las afianzadoras anunciarse en sus plataformas. Estas empresas obtienen ganancias de las “comunidades de color y vecindarios de bajos ingresos cuando éstas son más vulnerables” explicó en una actualización publicada en su blog. Usan “ofertas opacas de financiamiento que pueden mantener endeudadas a las personas durante meses o años”.

El que Google pueda proscribir anuncios de una industria que ofende sus valores  no es, en sí mismo, algo digno de mención.

Desde hace mucho tiempo, las compañías de los medios decidieron qué contenido o anuncios presentar a la audiencia por la misma razón. La diferencia es que incluso después de décadas de consolidación, ninguna compañía de los medios disfruta de una participación del mercado de Estados Unidos tan dominante como la de Google en las búsquedas de internet (cerca de 90%) o Facebook en las redes sociales.

Al igual que las prohibiciones anteriores a los anuncios de préstamos por nómina, la prohibición publicitaria de las afianzadoras decretada por Google, y que Facebook copió al día siguiente, marginó efectivamente a toda una industria de un importante canal publicitario.

El debate sobre si Google, una unidad de Alphabet, y Facebook son demasiado grandes a menudo gira en torno a la economía: ¿éstas realmente socavan la competencia en el sector de los bienes y de los servicios?

El caso de la industria del afianzamiento es diferente, y potencialmente más problemática, debido a que éste prohibición atenta a la competencia de los valores y las ideas. Mientras que Google y Facebook pretenden ser plataformas neutrales que conectan usuarios, anunciantes y proveedores de contenido, las decisiones acerca de qué anuncios proscribir y qué contenidos borrar o reclasificar están intrínsecamente cargadas de valor, incluso cuando esos valores están integrados en un algoritmo.

Los monopolios de datos “en realidad pueden ser más peligrosos que los monopolios tradicionales”, escribió Maurice Stucke, profesor de derecho en  University of Tennessee, en Knoxville, y especializado en antimonopolios, a principios de este año en la revista Harvard Business Review. “Pueden afectar no sólo nuestras billeteras, sino también nuestra privacidad, autonomía, democracia y, en última instancia, nuestro bienestar”.

La de las fianzas no es una industria agradable. Por una tarifa elevada, las afianzadoras acuerdan pagarle a la corte la fianza requerida para obtener la libertad, si el cliente en cuestión no se presenta en la fecha acordada por el tribunal. Sin embargo, éstas son legales y, en la mayoría de los estados, están reguladas. Además, la industria dice que le presta servicios a clientes que pertenecen a minorías y de bajos ingresos porque se ven atrapados en el sistema de justicia penal sin contar con los medios para pagar su fianza.

Jeff Clayton, director ejecutivo de American Coalition Coalition, cuyos miembros aseguran agentes afianzadores, dijo que Google no le dio la oportunidad a la industria para comentar o apelar la proscripción. Una vocera de Google se negó a comentar al respecto. Facebook sí consultó con la industria y con grupos que están a favor de la  reforma de la justicia penal luego de anunciar su prohibición, dijo un portavoz.

Las afianzadoras solían anunciarse en el directorio amarillo, pero cuando el público dejó de usar los directorios telefónicos para usar Google, así también lo hizo la industria. “Simplemente no hay otras opciones”, dijo Clayton. La prohibición no se extiende a los resultados de las búsquedas normales, pero si dificulta que las empresas destaquen.

Los conservadores tienden a ver cómo funcionan las tendencias progresistas de las empresas de la tecnología en lo que éstas prohíben o reclasifican --como por ejemplo, el etiquetado como “inseguros” de los vídeos de Facebook subidos a la red por dos prominentes partidarias del presidente Donald Trump. Las fianzas y los préstamos por nómina han sido objetos de crítica durante mucho tiempo para los grupos de activistas progresistas.

Pero a medida que las empresas son presionadas para vigilar sus plataformas y eliminar las “noticias falsas”, una gama cada vez mayor de contenido queda prohibida, etiquetada o eliminada por razones a menudo opacas o arbitrarias.

ProPublica y Reveal, ambas publicaciones noticiosas sin fines de lucro, han tenido contenido que trata sobre los grupos de odio y niños inmigrantes, respectivamente, que ha sido eliminado o rechazado por Instagram o Facebook. Los artistas del video se quejan de que su contenido y anuncios son restringidos debido a que su contenido violó los estándares de la comunidad YouTube.

Los descontentos usuarios, anunciantes y proveedores de contenido no tendrían mucho de que quejarse si Google (que compró YouTube en 2006) y Facebook (que adquirió Instagram en 2012) tuvieran fuertes competidores a los cuales pudieran recurrir en su lugar.

En ausencia de tal competencia, es de esperarse que el gobierno lo regule. Pero eso también tiene sus bemoles. Los supervisores nombrados políticamente simplemente podrían reemplazar los juicios de las compañías por los suyos propios. Por esa razón, Federal Communications Commission (Comisión Federal de Comunicaciones) hace mucho tiempo que renunció a la vigilancia de las ondas hertzianas de la nación a fin de preservar la equidad.

Sería mejor que los monopolios no surgieran en primer lugar. En un artículo de 2001, Stucke y Allen Grunes, en ese entonces abogados de la división antimonopolio del Departamento de Justicia, notaron que la ley antimonopolio ha buscado desde hace mucho preservar la competencia de las ideas, no solo de los productos.

Y en 1945, la Suprema Corte de Estados Unidos ratificó una demanda antimonopolio contra Associated Press. “La primera enmienda” se basa en el supuesto de que la difusión más amplia posible de la información y de fuentes diversas y antagónicas es esencial para el bienestar del público”, señaló el juez Hugo Black. “La verdad y los conocimientos no son productos como los cacahuetes o las papas”, agregó el juez Felix Frankfurter.

Esta no es necesariamente una razón para deshacer a los gigantes de la tecnología: los obstáculos legales son casi insuperables y las consecuencias altamente impredecibles.

Es una razón para preguntarse, cuando estas compañías anuncien su siguiente adquisición, ¿acaso el mercado de ideas, no solo de cacahuates y papas, será más fuerte como resultado de tal compra?

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo           

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Fecha de publicación: 18/07/2018

Etiquetas: Google Facebook Monopolios Anuncios Política Proscripción Comunidad