20 de jul. (Dow Jones) -- En los días posteriores a la reunión de Ever Reyes Mejía con su hijo de tres años, el joven padre intentó hacer que sus vidas volvieran a parecer normales de nueva cuenta.

Ambos jugaron fútbol y con autos de juguete mientras se hospedaban en la casa de un voluntario de Detroit. Reyes Mejía envolvió a su hijo en sus brazos entrañablemente, prometiéndole que nunca más estaría solo.

Padre e hijo habían sido separados hacía tres meses en un centro de detención de migrantes de Texas; el niño fue enviado a una agencia de Michigan, mientras que Reyes Mejía fue enviado a otra instalación migratoria de Texas.

Ahora, dijo Reyes Mejía, su hijo no es el mismo. Él no habla mucho, quiere estar constantemente cerca de su padre y se preocupa cada vez que se aleja Reyes Mejía.

“Su personalidad ha cambiado”, dijo Reyes Mejía. “En el interior, él alberga cierto dejo de tristeza”.

La administración Trump comenzó a separar familias como parte de su campaña contra la inmigración ilegal. Pero el presidente Donald Trump ordenó posteriormente el cese de tal práctica luego de la indignación generalizada y que un tribunal le ordenó a la administración reunificar a más de dos mil niños con sus familias antes del fin del mes pasado.

El gozo de la reunificación de las familias ha llegado en algunos casos con la idea persistente de que los efectos psicológicos de la separación tomarán tiempo en sanar.

En un testimonio ante el Concejo Municipal de Nueva York, Jennifer Havens, directora y jefa de servicios de psiquiatría infantil y adolescente de Bellevue Hospital Center de Manhattan, dijo que los niños separados han sufrido un trauma, ya sea en su hogar o al cruzar la frontera y ser separados de sus padres.

En la ciudad de Nueva York, los aproximadamente 300 niños separados que están al cuidado de varias organizaciones de servicios sociales tienen acceso regular a personal de salud mental y servicios de la ciudad que incluyen psiquiatras infantiles bilingües y una sala de emergencias psiquiátricas de pediatría.

La mayoría de los niños tienen la capacidad para recuperarse, dijo la Dra. Havens, pero hay un subconjunto que sufre un trastorno significativo asociado con el trauma de la separación. Algunos muestran signos de depresión mayor, lo que puede conducir a pensamientos o intentos suicidas.

Un niño de seis años que había sido separado de su familia estaba tan profundamente traumatizado que bien podría haber parecido psicótico a un profesional de la salud mental con menos experiencia, dijo Havens. “Pero realmente lo que estaba experimentando era un trance amargo”.

Algunos niños muy pequeños parecen estar confundidos o no reconocen al padre o a la madre al reunirse, dijo la Dra. Havens. Algunos de ellos tuvieron que unirse a otra persona que los cuidara.

“Como digo, el apego es como el aire. Tienes que tenerlo”, agragó. Havens. “Para los padres tener que pasar por una especie de re-aclimatación con sus hijos es sencillamente horrendo”.

La administración Trump dijo que ya reunió a todos los niños elegibles menores de cinco años con sus familias, 58 en total, de entre más de dos mil niños separados de sus padres. Las autoridades dijeron que otros 46 niños pequeños no se reunieron de inmediato porque se consideraron no elegibles, en algunos casos porque los adultos que intentaban reunirse presentaban problemas de seguridad, incluidos cargos o condenas por crueldad infantil y violencia doméstica, dijeron funcionarios de Estados Unidos.

Después que el gobierno no cumplió el plazo impuesto por la corte para reunificar a los niños más pequeños, la Unión Estadounidense de Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés) solicitó establecer un fondo para pagar el apoyo de salud mental para tratar a los niños “que sufren un trauma severo como resultado de la separación forzada de sus padres”.

Hasan Shafiqullah, abogado a cargo de Immigration Law Unit de Legal Aid Society de Nueva York, dijo que ha visto reunificaciones de padres e hijos durante las últimas semanas que no fueron exuberantes, el correr a los brazos de sus padres de niños que a menudo parecieron conmocionado y asustados.

“También hay una gama de respuestas de los padres, que llegan con sus propios traumas debido al manejo que sufrieron a manos del gobierno, y un reconocimiento de que este es realmente el comienzo del siguiente paso de un largo proceso”, dijo Shafiqullah.

Reyes Mejía, que espera los próximos pasos en su juicio de asilo, dijo que le preocupa el estado de su hijo después de soportar una larga e inquietante experiencia. Poco después de que Reyes Mejía y su hijo se entregaron a las autoridades en el cruce fronterizo de McAllen, Texas en abril --reclamando asilo porque huían de la violencia pandilleril que priva en Honduras-- fueron retenidos en un centro de detención.

Reyes Mejía añadió que una mañana temprano, cuando su hijo estaba durmiendo, los oficiales de migración le dijeron que necesitaba llenar algunos papeles. Solo entonces le dijeron que ambos serían separados y entonces fue transportado a otro centro de detención antes de siquiera poder despedirse de su hijo.

Durante su detención, Reyes Mejía dijo que no pudo hablar con su hijo.

El sábado de su reencuentro, Reyes Mejía y su hijo se reunieron con su esposa y su hija de cinco meses en Houston, después de volar desde Detroit. Madre e hija habían cruzado la frontera en mayo, para ser detenidas y liberadas, pero no separadas.

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo           

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Fecha de publicación: 20/07/2018

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