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Londres, 9 de oct. (Dow Jones) -- La mujer encargada de guiar el divorcio de Reino Unido de la Unión Europea no es famosa por recurrir a estridentes maniobras políticas. Las pláticas de Theresa May con los líderes de la Unión Europea han sido tensas. En las cumbres es una figura solitaria, permaneciendo al margen mientras los otros platican afablemente. Además, en las reuniones bilaterales, los líderes se incomodan por sus largos silencios e inusuales modales.
Por lo que sí es conocida, es por su determinación y pragmatismo, lo que se evidenció por la forma en que salió del caos político después del referéndum Brexit del país en 2016. Entonces fue aclamada como una líder que podría poner fin a cuatro décadas de vínculos con la Unión Europea (UE), un bloque que representa la mitad de todo el comercio internacional de Gran Bretaña.
May “continúa de manera obstinada”, dijo Sir Alan Duncan, un alto funcionario del Ministerio de Asuntos Exteriores y un amigo de la universidad. “Ella es impasible y va al grano”.
La pregunta ahora es si este conjunto de habilidades políticas es el adecuado para llevar a cabo una de las tareas más complejas y difíciles de la historia política moderna, separar a Reino Unido de la UE después de 40 años de integración comercial, inmigración, sistemas legales, viajes y derechos de residencia. Es una tarea que se debe realizar sin contar con el beneficio de un consenso entre los políticos británicos, y por alguien que nunca estuvo a favor de Brexit en primer lugar --todo esto ante la fecha límite del marzo de 2019 que se aproxima de manera inexorable.
Los líderes de la Unión Europea, preocupados por la falta de preparación de Reino Unido para efectuar dicha salida, pero decidida a disuadir a otros estados miembros de abandonar del bloque europeo, no están dispuestos a ayudarle a la primera ministra británica a salir de un atolladero que fue creación misma de Reino Unido. Los esfuerzos de May por persuadir a los funcionarios de la Unión Europea para que respaldaran su plan Brexit en una cumbre hace dos semanas fueron objeto de repudio.
En casa, su país y su partido están profundamente divididos respecto al camino a seguir. May asistió a la conferencia del Partido Conservador, al que pertenece, donde sofocó una rebelión debido a su plan para sostener las futuras relaciones económicas con la Unión Europea, y la cual fue encabezada por un hombre que renunció como ministro de Asuntos Exteriores para protestar por dicho plan, Boris Johnson.
Su precaria posición en el Parlamento significa que una revuelta de los legisladores conservadores podría implicar el rechazo de cualquier acuerdo que logre entablar con la Unión Europea, lo que representa un riesgo para que Reino Unido abandone el bloque sin algún acuerdo sobre las relaciones futuras.
El resultado es que a tan solo seis meses de que Reino Unido abandone la Unión Europea, nadie sabe cómo sucederá eso. “Estamos en una posición un tanto peligrosa”, dijo Nick Timothy, ex jefe de gabinete de May. “Parece que absolutamente todo es posible, desde permanecer en el bloque después de todo, hasta salir sin llegar a un acuerdo u otras opciones intermedias”.
Sin un acuerdo que gobierne los vínculos de Reino Unido con los otros 27 miembros del bloque europeo, podría haber una crisis económica inmediata teniendo a los puertos obstruidos con camiones que esperarían el despacho de las aduanas. De manera uniforme, todos los países de la Unión Europea aún no están listos para que haya una salida sin que se llegue a algún acuerdo.
A más largo plazo, la economía británica podría contraerse 8% o más en 2030 de lo que sería de otra manera, de acuerdo con una variedad de pronósticos oficiales y privados, y algunas regiones del país podrían contraerse hasta el doble. Teniendo a los políticos tratando de evitar la inminente agitación económica, las posibilidades pueden ir desde celebrar otra elección hasta posponer la salida, o hasta incluso realizar un segundo referéndum.
Incluso si May navega su país durante Brexit, pocos esperan que ella sobreviva como primera ministra por mucho tiempo.
La carrera política de May --motivada, según un asociado cercano, por “un sentido del deber a toda prueba”—resultaría la sacrificada para lograr Brexit, una causa por la que nunca mostró entusiasmo. Las diferencias entre la Unión Europea y Londres son tan profundas que los funcionarios a ambos lados del Canal de la Mancha dijeron que la relación entre ambas partes no se resolverá en los próximos años.
“Reino Unido está en una trampa después de la decisión popular de abandonar la Unión Europea”, dijo en una entrevista Alexis Tspiras, el primer ministro griego. “Es una tarea muy difícil para ella”.
La visión Brexit de May fue determinada en gran medida por su período de 2010 a 2016 como Secretaria del Interior, supervisando la inmigración, la vigilancia y la seguridad. Ella se ganó la reputación de ser una líder reservada con poco apetito por la negociación y las puñaladas por la espalda que son comunes en la política.
En 2013, May retiró a Gran Bretaña de más de 130 medidas del orden público de la Unión Europea. Luego, después de obtener el acuerdo unánime necesario de los estados miembros de la Unión, ella optó selectivamente por abstraerse de 35 leyes, incluida una orden de arresto general para toda la Unión. Pero mientras que otros gobiernos de la Unión Europea estaban listos para hacer excepciones a Gran Bretaña como miembro de la Unión Europea, estos han demostrado estar mucho menos dispuestos a hacer lo mismo por un país que está negociando dejar el club.
May también fue una figura central en un tema que puede haber inclinado el referéndum Brexit a favor de abandonar el bloque: la inmigración. Cuando la migración de Europa del Este a Reino Unido aumentó en la década de 2000, se comprometió a reducir la inmigración neta anual a unas cuantas decenas de miles.
Apenas unos meses antes del referéndum de junio de 2016, el gobierno del entonces primer ministro David Cameron llegó un nuevo acuerdo con la Unión Europea que limitaría los beneficios sociales que reciben los inmigrantes europeos en Reino Unido, pacto que Cameron esperaba animaría a los británicos a votar para permanecer en el bloque europeo.
Poco después, May declaró un apoyo tibio a permanecer en la Unión, aunque también comentó no “creer en los que dicen que el cielo se caerá, si votamos por irnos".
En la contienda de ambos líderes que la siguió a la votación para salir de la Unión y la renuncia de Cameron, May se describió a sí misma como la líder con sentido común que el país necesitaba. “Sé que no soy una política vistosa”, dijo. “No voy a beber a los bares del Parlamento, a menudo no muestro emoción alguna. Sólo hago el trabajo que tengo que hacer”.
Pronto trató de demostrarles a los duros partidarios de Brexit que no era contrarrevolucionaria. “Si usted cree que es un ciudadano del mundo, entonces es ciudadano de nada. No entiende lo que significa la palabra ‘ciudadanía’”, dijo, condenando implícitamente a los fervientes partidarios de pertenecer al bloque europeo.
May “antes que nada, es pragmática, quiere sobrevivir y aceptará cualquier acuerdo al que se pueda llegar”, dijo Davis, su ex ministro Brexit. “Pero teme que no se llegue a algún acuerdo, por alguna razón . . . Todo lo malo que ocurra después de marzo será atribuido a Brexit”.
Traducido por Luis Felipe Cedillo
Editado por Michelle del Campo
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Fecha de publicación: 09/10/2018
Etiquetas: Reino Unido Brexit Unión Europea Salida Política Negociación Theresa May Primera Ministro Británica Economía Inmigración Aduanas