10 de oct. (Dow Jones) -- El sindicato Teamsters tiene cosas buenas que decir acerca del nuevo acuerdo comercial entre Estados Unidos, México y Canadá (USMCA, por sus siglas en inglés). Los grandes bancos también proclaman victoria.

Al tratar de complacer a ambos extremos del espectro económico y político, el nuevo acuerdo ilustra la evolución de la estrategia comercial del presidente Trump, ya que el mandatario está tratando de ganarse a los sindicatos de trabajadores que durante mucho tiempo se han opuesto a los tratados de libre comercio, mientras mantiene el apoyo de los grupos empresariales que generalmente los han apoyado.

“Esta es la plantilla en el nuevo libro de estrategias de la administración de Trump para concertar futuros acuerdos comerciales”, dijo un funcionario de la administración a la prensa recientemente. Quien destacó las nuevas disposiciones tendientes a “reequilibrar” el TLCAN, como se le conocía al tratado comercial original, y dirigir la manufactura de México a Estados Unidos, y otras medidas sobre comercio electrónico y propiedad intelectual buscadas durante mucho tiempo por grupos empresariales ansiosos por actualizar un pacto comercial escrito antes del advenimiento de internet.

Robert Lighthizer, el representante comercial de la administración republicana de Estados Unidos, ha hablado sobre la construcción de una “nueva coalición” para respaldar los acuerdos comerciales, y para lograr ese objetivo ha pasado más tiempo que algunos de sus predecesores demócratas que trabajan con sindicatos tratando de elaborar un acuerdo que aborde sus quejas de larga data sobre el libre comercio.

Muchos funcionarios laborales dijeron que han quedado gratamente sorprendidos por el lenguaje fuerte usado en el acuerdo que incita a México a reforzar sus sindicatos, incluida la protección del “derecho de huelga”. Los sindicatos estadounidenses han argumentado que la falta de tales disposiciones en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) original significaba que el pacto alentaba a las fábricas a reubicarse al sur de la frontera en busca de trabajadores más baratos.

“Nosotros . . . notamos con aprobación el progreso considerable en derechos de los trabajadores”, dijo Jim Hoffa, presidente general de Teamsters, en una declaración, calificándolos de “superiores que en el TLCAN original, y también aL Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP)” negociado por el presidente Obama. Hoffa también se mostró complacido por el éxito de Lighthizer en lograr que México aceptara una larga demanda de los Teamsters que exigen imponer nuevas restricciones a la circulación de los camiones mexicanos en Estados Unidos.

Hasta ahora, Hoffa y otros líderes sindicales aún no han respaldado el USMCA, diciendo estar preocupados de si Lighthizer hizo lo suficiente para asegurar que se hicieran cumplir las nuevas y estrictas disposiciones laborales.

Sin embargo, la respuesta inicial de la comunidad laboral estadounidense al USMCA es considerablemente más positiva que la forma en que han juzgado prácticamente todos los demás pactos comerciales signados por Estados Unidos el último cuarto de siglo. La decisión de los líderes laborales de no oponerse al acuerdo, incluso si no lo apoyan activamente, podría reducir la oposición política en el Congreso.

Y mientras elaboraba el USMCA para intentar obtener apoyo laboral, la administración de Trump también redactó un acuerdo muy atractivo para muchos grupos empresariales, especialmente en las disposiciones destinadas a “modernizar” el pacto que no se ha enmendado desde que entró en vigor en 1994.

Esa ha sido una de las sorpresas agradables poco notadas por algunas grandes empresas que desconfiaban de las estridentes críticas de Trump al libre comercio, y su decisión de sacar a Estados Unidos del TPP de 12 naciones inmediatamente después de asumir el cargo.

El TPP --que también incluyó a Canadá y México-- fue el primer gran pacto comercial que intentó escribir nuevas reglas para la economía digital, y Trump parecía estar retirándose de esa causa.

Sin embargo, el USMCA no solo reproduce muchos de los capítulos digitales del TPP, sino que los fortalece. Una demanda clave de la industria de servicios financieros durante las negociaciones del TPP fue una disposición que prohíbe los requisitos de “localización de datos” de los países que obligan a los bancos globales a mantener servidores en cada país donde hacen negocios, lo que aumenta los costos y reduce la eficiencia.

Los cabilderos de Wall Street no lograron obtener esa protección en el TPP y, como resultado, fueron tibios en su apoyo. Pero USMCA otorga en gran parte a los grandes bancos las libertades que han estado buscando durante mucho tiempo.

Algunas compañías farmacéuticas y sus patrocinadores políticos estuvieron similarmente decepcionados por lo que consideraron la débil protección del TPP a su propiedad intelectual, quejándose de que el pacto les otorgó a sus productos biológicos tan solo cinco años de exclusividad. USMCA les da 10 años.

Las compañías de internet y computación en nube se quejaron de que el TPP no les ofreció “protección de responsabilidad de intermediario” contra el contenido ilegal colocado por los usuarios. USMCA lo hace.

Un comité de ejecutivos de la tecnología que asesoró a la oficina del representante comercial de Estados Unidos emitió un análisis del nuevo borrador de USMCA y dijo que apoyaron el pacto “porque establece nuevos compromisos comerciales . . . para facilitar el crecimiento de la economía digital global”, agregando que “estos van más allá del alcance del TLCAN original”.

Un cambio en el nuevo acuerdo que probablemente atraerá quejas de las grandes empresas es el movimiento para debilitar las protecciones de las multinacionales que invierten en el extranjero, conocido como el proceso de solución de controversias entre inversionistas y estados, o ISDS.

Este da a las compañías la oportunidad de demandar a los gobiernos a través de paneles especiales que pueden permitir hacer caso omiso del sistema legal del país de origen. Mientras que los defensores dijeron que esas disposiciones son necesarias para darles a las empresas seguridad jurídica para operar en diferentes países, los críticos dijeron que fomenta la subcontratación.

Además, los grupos de la industria de la energía estadounidenses, y sus poderosos defensores de la delegación de Texas en el Congreso, originalmente expresaron su preocupación sobre USMCA y sobre cómo podría tratar éste la ISDS. “Ahora nos sentimos más cómodos e inclinados a apoyar la dirección que está tomando”, dijo un funcionario de la industria del petróleo y el gas que ha estudiado detenidamente el nuevo acuerdo. “Estamos dispuestos a vivir con esto”.

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo           

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Fecha de publicación: 10/10/2018

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