1 de dic. (Sentido Común) -- Andrés Manuel López Obrador, tras tomar posesión como presidente de México, reiteró sus críticas al modelo económico que ha seguido el país a lo largo de las últimas tres décadas y reafirmó su plan de combatir la corrupción y poner a la gente en el centro de las decisiones de la política económica a fin de permitir un mayor crecimiento económico y con él superar la desigualdad social y la inseguridad que aquejan al país.

      Con palabras similares a las que usó a lo largo de su campaña y siguiendo muy de cerca el diagnóstico que plasmo en su libro titulado, “2018 La salida”, el ahora presidente de México dejó en claro que con su llegada al poder el país observará no sólo una transición, sino un cambio de régimen político por los esfuerzos que encabezará para desechar las prácticas corruptas y el beneficio de unos a costa de la mayoría --algo que para él constituye el modelo económico neoliberal que ha imperado en el país desde 1983.

     “El distintivo del neoliberalismo es la corrupción”, dijo López Obrador en su discurso inaugural, en referencia a que los esfuerzos que a lo largo de los últimos años han impulsado los gobiernos por ampliar la participación de los capitales privados --nacionales y extranjeros-- en diversas actividades económicas. “La privatización ha sido sinónimo de corrupción. El poder político y económico, se han alimentado mutuamente y se han robado las riquezas de la nación. . . Lo digo con realismo y sin prejuicios: la política económica neoliberal ha sido un desastre para la vida pública del país”.

     Si bien para algunos López Obrador comete un error al pensar que la filosofía económica a favor del mercado, conocida en ciertos círculos como neoliberal, favorece en sí la corrupción, los múltiples casos de empresarios que han visto crecer sus fortunas en las últimas décadas por ganar favores de autoridades gubernamentales, hacen que las palabras del presidente tengan eco y una buena recepción en millones de mexicanos.

      Muchos de ellos --cerca de 30 millones-- fueron los que, al no ver una mejoría en sus niveles de vida, como prometían las privatizaciones y aperturas de los mercados, o al padecer altos índices de violencia o inseguridad en sus comunidades, optaron al final no sólo por votar a favor de López Obrador, un político a favor de una mayor intervención del Estado en la economía, sino de respaldar su movimiento con la esperanza de que él como presidente pueda cambiar el curso de las cosas.

     López Obrador, quien cuenta con el control de la Cámara de Diputados y de Senadores, además de tener mayoría en 19 congresos locales, confía en que así será, ya que con su llegada al poder buscará erradicar los altos índices de corrupción que padece el país y que han propiciado, desde su perspectiva, el desgaste social actual y los elevados índices de violencia.

     “Nada ha dañado más a México que la deshonestidad de los gobernantes y de la pequeña minoría que ha lucrado con el influyentismo”, dijo el presidente de México.

     Claro que al mismo tiempo, López Obrador reiteró la propuesta de no dedicarse durante su gobierno a perseguir a los funcionarios públicos y privados corruptos del pasado. Por el contrario, propuso adoptar una política llamada de “punto final”,  a fin de no enfrascarse en búsquedas de culpables que podrían distraerlo de la labor de gobernar.

     “En el terreno de la justicia se pueden castigar los errores del pasado, pero lo fundamental es evitar los delitos del porvenir”, dijo López Obrador. “No es mi fuerte la venganza, si bien no olvido, sí soy partidario del perdón. . . Esta nueva etapa la vamos a iniciar sin perseguir a nadie, porque no aportamos al circo ni a la simulación, queremos regenerar, de verdad, la vida pública”.

     López Obrador tampoco consideró prudente regresar a las políticas expansionistas de los gobiernos de Luis Echeverría y José López Portillo, o incluso a los crecimientos de la deuda que reportaron los gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.

     En ese sentido, el presidente de la segunda economía más grande de América Latina reiteró que no endeudará más al gobierno, mientras que con políticas de austeridad podrá contar con recursos adicionales para impulsar, junto con los capitales privados, la inversión en el país.

     López Obrador dijo que lo que él pretende es que México goce de un periodo de fuerte crecimiento como el que vivió la nación después de la Segunda Guerra Mundial y hasta inicios de los setenta.

     Claro que no todos creen que el presidente de México logré su cometido, más cuando el país tiene una estructura muy distinta a la que existía en esa época, principalmente porque, a diferencia de entonces, la economía mexicana está hoy abierta al mundo y él no está convencido de los beneficios de esa circunstancia o de la apertura de sus industrias a capitales nacionales o extranjeros.

     Una industria en particular que podría sufrir cambios con la llegada de López Obrador al poder es la energética. El sector, incluido el petrolero, abrió sus puertas a los capitales privados de manera total hace apenas cuatro años.

     Sin embargo, López Obrador piensa que esa apertura ha generado más mal que bien por el descenso que registra la producción de crudo en el país y las alzas a los precios de los combustibles.

     Si bien algunos expertos consideran que ambos fenómenos no están vinculados ya que esas situaciones se deben a los problemas internos de la petrolera estatal, Petróleos Mexicanos, la postura del nuevo presidente de México a favor de que el Estado tenga una mayor presencia en el sector petrolero y eléctrico podría implicar un cambio a las reglas del juego que hoy existen y que han generado o que generarán importantes inversiones para no sólo extraer crudo, sino también para edificar plantas de energía renovable a lo largo del país.

     “La reforma energética, que nos dijeron que vendría a salvarnos, sólo ha significado la caída en la producción de petróleo y el aumento desmedido en los precios de las gasolinas, el gas y la electricidad”, dijo el nuevo presidente de México en su discurso inaugural.

     López Obrador también reiteró la propuesta de reducir el Impuesto al Valor Agregado (IVA) y el Impuesto Sobre la Renta (ISR) en la franja fronteriza del norte del país, la cual además se convertirá en zona libre de aranceles.

     Así, a partir del 1 de enero del próximo año, los habitantes de esa zona de 25 kilómetros de ancho pagarán un IVA de 8%, en lugar del de 16% que existe hoy a nivel nacional; y un ISR máximo de 20%, en lugar de 35%.

     “La gasolina, gas y la electricidad costarán menos que en el resto del país y se aumentará al doble el salario mínimo”, agregó López Obrador. “Esta será la última cortina de desarrollo para retener con trabajo y bienestar a nuestros compatriotas en el territorio nacional”.

     Por último, López Obrador dijo que él no buscará reelegirse, como algunos han dicho que hará, pero que si trabajará con redoblados esfuerzos para lograr los cambios que el país requiere y para que, en caso de que su partido pierda el poder en el futuro, sus adversarios no puedan deshacer lo que él haga.

     “Gobernaré con entrega total a la causa pública, dedicaré todo mi tiempo, mi imaginación, mi esfuerzo a recoger los sentimientos y a cumplir con las demandas de la gente. Actuaré sin odios, no le haré mal a nadie, respetaré las libertades, apostaré siempre a la reconciliación y buscaré que entre todos y por el camino de la concordia, logremos la cuarta transformación de la vida pública de México”, dijo. “Trabajaré 16 horas diarias para dejar en seis años muy avanzada la obra de transformación, haré cuanto pueda para obstaculizar las regresiones en las que conservadores y corruptos estarán empeñados. Por eso aplicaremos rápido, muy rápido, los cambios políticos y sociales para que si en el futuro nuestros adversarios, que no nuestros enemigos, nos vencen, les cueste mucho trabajo dar marcha atrás a lo que ya habremos de conseguir. Como dirían los liberales del siglo XIX, los liberales mexicanos, que no sea fácil retrogradar”.

 


Fecha de publicación: 30/11/2018

Etiquetas: México economía gobierno López Obrador toma protesta corrupción