12 de dic. (Sentido Común) -- Cuando Andrés Manuel López Obrador anunció hace poco más de un mes que al asumir la presidencia cancelaría la edificación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) en lo que fue el Lago de Texcoco, uno de los múltiples riesgos que muchos vieron, además de la reacción negativa que registraron los mercados financieros, fue la posible caída en incumplimiento técnico de la empresa estatal, Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México (GACM).

     La entidad había recabado unos años atrás --2016 y 2017-- seis mil millones de dólares con la venta de dos bonos verdes, a 10 y 30 años, en los mercados internacionales. Con esa transacción, GACM se había comprometió a construir hasta su terminación la nueva terminal aérea para la capital del país.

     Si GACM optaba por cancelar el proyecto, entonces, de acuerdo a las cláusulas de los contratos de los bonos, sus dueños podían decretar un incumplimiento técnico que forzaría a la empresa estatal a pagar sus adeudos de forma inmediata y no en 2026 y 2046 o 2047 como había acordado con sus acreedores.

     Así, frente a la decisión que tomó a finales de octubre López Obrador, en ese momento presidente electo, de cancelar la obra cuando asumiera el poder el 1 de diciembre, muchos pensaron que GACM enfrentaría la demanda de incumplimiento técnico por parte de sus acreedores para estas fechas.

      De ahí que la agencia calificador Moody’s Investors Service optara un día después del anuncio de López Obrador por degradar en dos escaños la calificación crediticia de GACM de ‘Baa1’ a ‘Baa3’, o del octavo al último sitio en su escala de grado de inversión internacional.

      Hoy, sin embargo, a tres días de que López Obrador tomara protesta como presidente de México, el temido incumplimiento técnico no se ha dado, como tampoco se ha confirmado la sentencia de muerte que pronunció para NAIM el mandatario en octubre.

     Si bien pocos creen que el presidente de México dé marcha atrás a esa decisión, que incluso basó en una polémica consulta en la que supuestamente recogió el sentir de la población sobre esa obra, su equipo económico, asesorado por algunos de los bancos de inversión más grandes del mundo, como Citigroup Global Markets, HSBC Securities y JP Morgan Securities, han presentado una propuesta que podría evitar darle a los acreedores de GACM la posibilidad de decretar un incumplimiento técnico, sin que en unas semanas López Obrador anuncie oficialmente la cancelación de NAIM.

     Si bien no es totalmente seguro que así vayan a suceder los eventos, la oferta de recompra por mil 800 millones de dólares de bonos que anunció ayer GACM podría tener exactamente ese efecto.

     “El evento de incumplimiento inminente. . . que a nosotros nos preocupaba hace un mes, pareciera que no se va a dar” gracias a la recompra, dijo Adrián Garza, vicepresidente y analista senior de financiamiento a proyectos de infraestructura de Moody’s, en una reunión con periodistas. “Eso es, en general, una señal positiva”.

     La caída de los riesgos de que GACM enfrente un default técnico, que pudiese, a su vez, ahuyentar a los inversionistas de otros activos mexicanos, se sustenta en que con la oferta de recompra la empresa estatal no sólo está buscando bajar el nivel de endeudamiento, algo que muy probablemente vean como positivo los tenedores de sus adeudos, sino que además ha solicitado a sus acreedores cambios relevantes en las cláusulas de los contratos de sus bonos verdes.

     Si la mitad más uno de los tenedores de los bonos de GACM, en sus cuatro series, brindan su consentimiento a las modificaciones propuestas, entonces la empresa estatal habrá logrado remover la cláusula que daba a sus bonistas la posibilidad de decretar un incumplimiento técnico si se anunciaba la cancelación de NAIM.

     Si eso a su vez ocurre, entonces López Obrador podrá hacer el anuncio oficial de que su gobierno optó por no seguir con la edificación del NAIM, algo que para muchos fue y es una decisión irracional, ya que el país ha invertido, o ha comprometido inversiones por cerca de seis mil millones de dólares en una obra que no podrá recuperar.

     Para un país pobre como México --como diría López Obrador--, tirar a la basura esa suma de fondos parece algo incomprensible, irresponsable y lamentable, han dicho analistas y empresarios. 

     Sin embargo, el presidente y su equipo creen que con ello se evitará enfrentar mayores gastos en el futuro para mantener esa terminal aérea, por estar edificada en terrenos supuestamente inestables, aun cuando inversionistas privados han dicho que estarían dispuestos a adquirir la concesión para administrar ese aeropuerto y con ello evitar que el gobierno destine fondos públicos al mantenimiento del NAIM.

     La pregunta que queda sobre la propuesta de recompra de los bonos y solicitud de consentimiento para modificar sus cláusulas que presentó GACM es si los acreedores de la empresa estatal aceptarán vender parte de sus adeudos y reescribir las cláusulas de los contratos.

     Para los analistas, las posibilidades de que eso ocurra con altas. 

     Algunos de ellos consideran que la oferta de recompra que presentó GACM es atractiva, no sólo por el precio al que pretende adquirir los títulos, de entre 900 o 1,000 dólares cada uno sobre un valor nominal de 1,000 dólares, o con un descuento menor al que hoy exige el mercado para intercambia esos títulos al cotizarse en promedio en 850 dólares, sino porque mantiene intacta la garantía para el pago de esos adeudos, que no es más que la Tarifa por Uso Aeroportuario, o TUA.

     Esa tarifa es una especie de impuesto que México cobra a los viajeros nacionales y extranjeros por el uso del actual Aeropuerto Internacional de México (AICM).

     Claro que al mismo tiempo la propuesta de cambio de las cláusulas de los contratos de los bonos no está exenta de elementos negativos para sus dueños.

     Si ellos aceptan las nuevas condiciones tendrían que admitir que la propuesta original de un crecimiento de la TUA por la entrada en operación en 2021 del NAIM ya no será válida y tendrán que admitir que esos recursos para garantizar el pago de los bonos y sus intereses ya no crecerá como se había contemplado porque no se edificará la nueva terminal de la capital y la actual no tiene espacio para crecer.

     Además, los bonistas aceptarían ya no gozar de ciertos derechos sobre otros activos en caso de incumplimiento por parte de GACM.

     Aunque, por otra parte, al recomprar cerca de 30% de los bonos, la TUA podría ser una mayor garantía al dividirse entre un menor monto de bonos en circulación.

“El espíritu de la transacción, por parte del gobierno, es que sea amigable, que sea atractiva”, agregó Garza. “El espíritu de la transacción es reducir el endeudamiento de la estructura actual y, al mismo tiempo, quitar todo el lenguaje o cláusulas que tuvieran que ver con el nuevo aeropuerto en Texcoco”.

La pregunta así que muchos se hacen es si GACM, y con la empresa el gobierno de López Obrador, tendrá éxito en persuadir a los acreedores para aceptar la recompra y el cambio de las cláusulas de los adeudos.

No es claro que es lo que pasará si la propuesta de modificar los contratos no alcanza el consentimiento de la mitad más uno que se requiere para enmendar los contratos de los bonos, aunque es probable que si el primer intento falla, las autoridades financieras mexicanas mejoren entonces su oferta y prolonguen la duración de la misma.

Actualmente, los avisos de aceptación de la propuesta tanto para vender como para dar su consentimiento al cambio de los contratos se publicarán el 17 de diciembre, mientras que los de la recompra en sí de los bonos los publicará GACM el 2 de enero.

Claro que el gobierno de México tiene cierta prisa para cerrar esta transacción ya que a medida que transcurre el tiempo tiene que seguir con el proceso de construcción de NAIM, aunque muy probablemente a un ritmo lento o semilento, pues no puede hacer el anuncio oficial de su cancelación.

De ahí que para persuadir a los acreedores a aceptar sus propuestas, GACM ofreció ya pagar 50 dólares de premio por título a los bonistas que acepten la recompra antes del 17 de diciembre, mientras que dará 7.5 dólares a quienes den su visto bueno al plan de modificar las cláusulas contractuales de los bonos, también por título, aun cuando esos acreedores no ofrezcan sus títulos para la recompra.

La moneda así de la estrategia del gobierno de López Obrador para desactivar una posible mayor turbulencia financiera por su decisión de no terminar la obra del NAIM en proceso, está aún en el aire.

 


Fecha de publicación: 04/12/2018

Etiquetas: México gobierno aeropuerto NAIM economía deuda bonos López Obrador