Con migrantes varados a orillas de EUA, México ofrece nuevo comienzo

Tijuana, México, 17 de dic. (Dow Jones) -- Frente a la disminución de las perspectivas de ingresar a Estados Unidos, los migrantes centroamericanos en esta ciudad fronteriza mexicana están recurriendo al mercado laboral local ahora en donde las autoridades están ofreciendo más de siete mil vacantes y un nuevo comienzo.

El gobierno mexicano organizó una feria de trabajo que funciona como ventanilla única para solicitar asilo en México, obtener un número de seguro social y firmar contratos de trabajo en Tijuana, un centro de manufactura con una de las tasas de desempleo más bajas de México.

Ante la postura  de línea dura de la administración Trump contra la migración, los días de espera para solicitar asilo en Estados Unidos se han extendido a semanas. Ahora, las vacantes de empleo en plantas con bajos salarios, comúnmente denominadas “maquiladoras”, podrían ayudar a reducir las tensiones en la frontera México-Estados Unidos y aliviar el escaso mercado laboral de Tijuana.

Cerca de tres mil 500 migrantes que llegaron a Tijuana el mes pasado han asistido a la feria del empleo, de acuerdo con  estimaciones del Servicio Nacional de Empleo de México. La feria comenzó alrededor del 20 de noviembre, pero la asistencia aumentó a finales de ese mes después de que cientos de migrantes trataron de cruzar la frontera ilegalmente, pero fueron rechazados por funcionarios de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos quienes les dispararon gases lacrimógenos.

“Durante la duración de su estadía, queremos que esta sea legal y que contribuya al desarrollo económico”, dijo Luis Rodolfo Enríquez, jefe regional del servicio de empleo, quien organizó la feria de empleo.

Enríquez estima que unos dos mil de los cinco mil centroamericanos acampados en Tijuana podrían obtener empleos para finales de diciembre cuando concluya la feria.

La ciudad de 1.6 millones de habitantes es un centro de plantas fabriles que requieren mucha mano de obra y que ensamblan de todo, desde televisores de pantalla plana, hasta equipos médicos que se exportan sin costo a Estados Unidos.

Los bajos salarios que pagan estas empresas en México se encontraron entre los principales motivos por los cuales el presidente Trump exigió una renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte con México y Canadá, o TLCAN. El nuevo acuerdo comercial firmado por los tres países el mes pasado, ahora conocido en México como T-MEC, apunta a mejorar los salarios y las condiciones laborales en México y también desalentar a las plantas estadounidenses para trasladarse al vecino país del sur.

La ciudad tiene una tasa de desempleo de tan solo 2.8%, por debajo de la tasa promedio de desempleo de 4.1% en las principales 33 ciudades de México.

“Aquí hay oportunidades, y si los migrantes quieren aprovecharlas, estas están a su alcance”, dijo Ernesto Bravo, jefe de la división oeste de Tecma, una firma estadounidense que ayuda a las empresas extranjeras a establecer operaciones en México.

Los salarios en la mayoría de los empleos de las maquiladoras son del doble o el triple que el salario mínimo del país, que actualmente es de menos de cinco dólares por día.

Tijuana es una de las ciudades más violentas de México, pero para Marcos Chacón, es aún más segura y próspera que su ciudad natal de San Pedro Sula. Hace unas semanas, el trabajador de la construcción de 40 años de edad decidió buscar trabajo en Tijuana en lugar de unirse a la lista de espera con miles de migrantes que buscan solicitar asilo en Estados Unidos.

Los 65 dólares semanales que una empresa de construcción le ha ofrecido serán suficientes para mudarse del refugio para migrantes y alquilar una casa con un par de otros inmigrantes hondureños, dijo.

“Usted puede ganarse la vida aquí, pero el problema es que no podré ahorrar lo suficiente para enviarles dinero a mi esposa e hijos en casa”, dijo Chacón mientras estaba formado para obtener su número de seguridad social.

La feria se lleva a cabo bajo una gran carpa blanca ubicada en el terreno de una misión católica salesiana, con puestos de agencias y empleadores del gobierno mexicano, incluida la cadena de supermercados Organización Soriana, la empacadora de carne mexicana SuKarne y ManPower Group.

“Te queremos en el equipo”, lee un folleto distribuido por SuKarne, que ofrece salarios de alrededor de 65 dólares por semana después de impuestos; transporte desde y hacia la planta de la empresa; atención médica del Instituto Mexicano del Seguro Social, el proveedor federal servicios médicos; y un bono por firmar de 15 dólares. A los trabajadores que permanecen en el trabajo se les promete una bonificación de 75 dólares por sus primeros tres y seis meses de trabajo.

“Necesitamos llenar 33 vacantes lo antes posible”, dijo Alejandro Gurrola, director de recursos humanos de la planta de la firma que está en Tijuana, donde unos 200 trabajadores procesan patas de cerdo.

De acuerdo con una encuesta reciente realizada por el Colegio de la Frontera Norte, la escolarización de la mayoría de los migrantes de las caravanas, que en su mayoría son jóvenes hondureños, es de unos seis años, cifra inferior a la media de Tijuana de 9.7 años.

Sólo dos inmigrantes que asistieron a la feria tenían títulos universitarios, dijeron las autoridades. La encuesta encontró que la mayoría son trabajadores rurales o de la construcción, y solo 9% ha operado equipos industriales.

“Mientras puedan leer y escribir, eso es suficiente para nosotros”, dijo Gurrola mientras mostraba a los candidatos un video de la planta de Tijuana en su computadora portátil. “Hay rotación y mucha competencia por los trabajadores en el mercado laboral de Tijuana”.

Julio César Arteaga dijo que una herida de bala que sufrió en una enfrentamiento con un miembro de una pandilla en Honduras podría impedirle encontrar trabajo en el sector manufacturero en auge; no obstante, la semana pasada presentó una solicitud de asilo y autorización de trabajo.

“Mientras tenga un trabajo, no me importa dónde esté”, dijo mientras vendía cigarrillos sueltos en 25 centavos de dólar cada uno cerca de la entrada principal del refugio.

Traducido por  Luis Felipe Cedillo