México está tratando de contrarrestar el mortal negocio de los combustibles robados, huachicol. Foto de archivo.
México está tratando de contrarrestar el mortal negocio de los combustibles robados, huachicol. Foto de archivo.

11 de feb. (Bloomberg) – “¿Cuándo vas a venir?”, preguntó Panchito al teléfono, limpiándose el petróleo de su cabeza calva con un trapo. “No puedo hasta dentro de por lo menos 15 días”, respondió La Momia. “Las cosas están muy calientes. Si puedo ir antes, te llamo”.

Panchito es un mecánico que maneja junto con su esposa un modesto taller de reparación de automóviles en el centro de México y un negocio secundario de venta de combustible robado, también conocido como huachicol. Dijo que el hombre al que se refiere como La Momia es un camionero de la compañía petrolera estatal, Pemex, y uno de sus proveedores habituales. Están sintiendo la presión  porque el nuevo presidente del país le declaró la guerra a un mercado negro en auge que les ha permitido prosperar a ambos.

Andrés Manuel López Obrador fue elegido el año pasado con el compromiso de limpiar las corruptas instituciones mexicanas. Comenzó con su compañía más importante, Petróleos Mexicanos, que pierde un estimado de tres mil 500 millones de dólares anuales por los ladrones de combustible, huachicoleros.

Ese sólo es una parte de un problema más amplio. Con el aumento de las tasas de delincuencia y una enorme economía informal, ambas relacionadas con la sangrienta guerra contra el narcotráfico en gran parte sin éxito, México ha dado la impresión de caer en la anarquía.

El intento de López Obrador de contraatacar dio un giro trágico recientemente cuando un gasoducto explotó en el estado de Hidalgo, dando como resultado hasta la fecha más de 125 personas muertas. Mismo que había sido intervenido ilegalmente, y cientos de lugareños que se habían reunido para recolectar su parte de la recompensa resultaron bañados en un géiser de gasolina Prémium. Los críticos señalaron que el accidente del poliducto que se suponía estaba bajo vigilancia muestra las limitaciones de la campaña contra el robo de combustible, mientras que el presidente prometió redoblar sus esfuerzos.

 

“Dispuestos a disparar”

López Obrador está prometiendo programas sociales para que en las comunidades pobres se reduzcan el atractivo del combustible de contrabando, pero también está usando mano dura. Probó el cierre temporal de la mayoría de los oleoductos de productos refinados de Pemex y envió soldados y policías para protegerlos, incluido el de Hidalgo, que fue robado de todos modos y que luego explotó.

Panchito, cuyo taller de automóviles está en la carretera que lleva ahí, mira nerviosamente los camiones militares que pasan. “Estas tropas han venido con órdenes”, dijo. “Están dispuestos a disparar”. Pero asegura que hay vigías que envían advertencias cuando aparece la policía o el ejército. Solicitó que se ocultara su nombre real para que las autoridades no puedan identificarlo.

El juego se está poniendo más riesgoso, reconoció Panchito. Pero por ahora, cuando menos, vale la pena. Vende huachicol en aproximadamente 13 pesos (0.68 dólares) por litro, en comparación con los aproximadamente 20 pesos en las estaciones de servicio. Un margen de ganancia superior a 30% le ha ayudado a comprar casas en varios estados y pagar el tratamiento para su diabetes.

México tiene un ejército de Panchitos. En los primeros 10 meses del año pasado se registraron 41 tomas ilegales en los ductos, 45% más que en 2017.

La víctima principal es Pemex y su propietario, el gobierno mexicano que tiene recursos limitados. Pero algunas de las compañías de energía más grandes del mundo también se han visto atrapadas en el fuego cruzado. BP y Total, que llegaron a México después de que el predecesor de Andrés Manuel López Obrador, Enrique Peña Nieto, abriera la industria a la inversión privada y extranjera, han tenido que suspender el servicio en sus estaciones de servicio en los últimos meses porque nunca llegó el combustible que habían pagado.

“Es uno de los mayores problemas que afectan al mercado”, dice Ixchel Castro, analista senior de Wood Mackenzie, una consultoría de energía. “La buena noticia es que el nuevo gobierno tiene una estrategia”.

 

‘Cruzada épica’

Eso solo es una buena noticia si funciona. Alejandro Hope, consultor de seguridad en Ciudad de México, recuerda la guerra contra las drogas iniciada por el presidente Felipe Calderón, justo después de asumir el cargo en 2006. Al principio era popular, pero luego los cadáveres comenzaron a acumularse, y los mexicanos empezaron a preguntarse si su gobierno sabía lo que estaba haciendo.

Andrés Manuel López Obrador ha optado por “una cruzada épica en lugar de un esfuerzo sistemático y permanente para poner fin al robo de gasolina”, dijo Hope. “Ha centrado su estrategia en parar la oferta y detener la red comercial ilegal, pero no en eliminar a los grupos que controlan el robo”.

El gobierno dijo que ha arrestado a más de 400 personas por robar combustible desde que López Obrador asumió el cargo el 1 de diciembre. Ha congelado cuentas bancarias y está investigando a exfuncionarios por complicidad. Se han desplegado soldados en las terminales y refinerías de Pemex. También vigilarán los poliductos a intervalos de 20 kilómetros hasta que se pueda instalar una mejor tecnología para evitar las tomar ilegales, anunció el portavoz del presidente, Jesús Ramírez, en una entrevista.

Independientemente de lo haga a los ladrones, la política implica costos a corto plazo para la economía. Con las tuberías cerradas, Pemex y otros proveedores tuvieron que usar camiones cisterna más costosos y más lentos en la distribución. La mayoría de las tuberías se reabrieron, pero no antes de que la escasez disminuyera más de 0.1 puntos porcentuales del PIB del trimestre, según el banco local Banorte.

 

‘Vinieron a matar’

El desastre en Hidalgo demostró lo difícil que es vigilar los poliductos, pero las carreteras no son mucho más fáciles. “No pueden vigilar cada kilómetro”, aseguró Pablo Álvarez, director de logística de Grupo Idesa, que es dueño de la empresa de carga Excellence Freights, con sede en Ciudad de México. “El riesgo va a aumentar" para los conductores, dijo, porque los huachicoleros que no pueden robar tuberías pueden secuestrar camiones.

El mercado negro está en todas partes en México, donde casi 60% de la fuerza laboral está en la economía informal, y la gasolina ha sido uno de sus pilares más importantes. Desde la década de los ochenta, pequeños delincuentes, en connivencia con empleados de Pemex, la han estado robando y vendiendo huachicol. Pero el problema se intensificó hace aproximadamente una década, cuando las violentas pandillas de narcotraficantes se interesaron en el negocio.

Panchito recuerda que en 2008, después de estar tres años en el negocio, fue descubierto por el cartel de los Zetas, que le exigía 10 mil pesos mensuales. Dijo que lo amenazaron con ametralladoras, que lo golpearon y lo secuestraron. Luego, “vinieron a matar. No había más remedio que negociar”. Tuvo que pagar a los narcos una parte de sus ganancias, hasta hace unos cuatro años. ¿Qué cambió? “Se mudaron a Poza Rica”, un centro petrolero en el vecino estado de Veracruz, dijo encogiéndose de hombros.

 

‘Deteniendo todo’

Panchito dijo que se está adaptando a tener menos existencias: compra latas de diésel de 25 litros del mercado negro que llegan a su taller, en lugar de los envíos semanales habituales de dos tambores de 200 litros de La Momia. Los tratos se realizan tarde en la noche durante los fines de semana, cuando hay menos patrullas.

Si la oferta se ha mantenido, también lo ha hecho la demanda. Green Chili, un camionero que pidió ser identificado solo por su apodo, dijo que comprarle combustible robado a Panchito le ahorra más de dos mil pesos cada vez que transporta mandarinas en su viaje de seis horas desde Veracruz hasta el Estado de México. Eso es casi una quinta parte de sus ganancias brutas.

“Me permite comprar comida y ganarme la vida dignamente”, dijo, sonriendo para revelar un diente de oro mientras llenaba su tanque con el líquido verde brillante.

Panchito levanta la vista de un cubo de agua jabonosa, donde se lava el petróleo de las manos. “De una forma u otra, México se mueve en esta economía clandestina”, dijo el ladrón. “No se puede detener el huachicol sin parar todo”.

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo                          

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Fecha de publicación: 11/02/2019

Etiquetas: México Pemex Gasolinas Robo Huachicol Cruzada Contra Economía Venta Ilegal Peligros AMLO Estrategia