Nominado de Trump al FBI encara dilema independencia vs. lealtad

El candidato de Donald Trump para dirigir al FBI escuchará dos preguntas de los senadores reiteradamente en su audiencia de confirmación del miércoles: ¿El presidente le exigió lealtad a cambio de su nominación, y si puede enfrentarse a la Casa Blanca cuando su trabajo así lo requiera?

     Christopher Wray, el candidato de Trump, ocupará un cargo precario si se confirma que sucederá a James Comey, quien fue despedido por el presidente en mayo después de aumentar la frustración por una investigación federal sobre la intromisión electoral en Rusia y sus posibles vínculos de ese país con asociados de Trump. Comey dijo que el presidente buscó garantías de su lealtad en una cena privada y que más tarde lo animó a que abandonara una investigación sobre Michael Flynn, el asesor de Seguridad Nacional que fue despedido.

     Wray, de 50 años, tiene un historial de asumir tareas políticamente difíciles. Wray representó a Credit Suisse Group antes de que su unidad principal se declarara culpable en 2014 y pagara dos mil 600 millones de dólares por ayudarles a miles de estadounidenses a evadir impuestos. También representó al gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, en la llamada investigación del escándalo de Bridgegate acerca de los retrasos de tráfico vehicular motivados políticamente en 2013.

     “De ninguna manera se verá influenciado por la política”, dijo Andrew Hruska, ex socio de Wray en King & Spalding que ha conocido al candidato al FBI desde que Wray tenía 5 años. “Tengo absoluta confianza de que Chris tendrá a ley como prioridad. Él hará lo que se le requiera basado en la Constitución en todo momento”.

Sin embargo, la nominación de Wray se presenta en un momento trascendental para Federal Bureau of Investigation, que aún está recuperándose del despido de Comey y la posterior designación de Robert Mueller como asesor especial que supervisa la investigación federal sobre Rusia. Algunos agentes han dicho que creen que el FBI está en un punto de inflexión histórico de afirmar su independencia o politizarse, como lo estuvo durante décadas hasta las revisiones de mediados de los años setenta.