27 de jun. (Dow Jones) – Dado que las prolongadas negociaciones que renovarán el Tratado Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) casi con seguridad se extenderán más allá de las elecciones presidenciales de México, muchos esperan que el candidato presidencial favorito, Andrés Manuel López Obrador, se vea forzado a responder a los frecuentes exabruptos del presidente estadounidense Donald Trump en los temas bilaterales.

Pero a pesar de las preocupaciones sobre un choque de personalidades mercuriales, el líder nacionalista en realidad se parece mucho a Trump en los temas candentes que han llevado a un punto muerto las negociaciones del TLCAN.

“Por extraño que parezca, estoy de acuerdo con la posición que el presidente Donald Trump ha expresado en algunas ocasiones: debemos aumentar los salarios en México”, dijo López Obrador en un debate presidencial del mes pasado que trató de asuntos de política exterior. “No podemos estar hablando de un acuerdo comercial si no hay igualdad salarial”.

Las fechas límite para completar la renegociación del TLCAN han llegado y pasado antes de que se realicen las elecciones mexicanas y de medio periodo en Estados Unidos.

Las posibilidades de llegar a un acuerdo se redujeron aún más después de la cumbre del Grupo de los Siete en Canadá, cuando Trump y sus asesores se molestaron, hasta el punto de denostarlo, con el primer ministro canadiense Justin Trudeau por reiterar su crítica a los aranceles de acero y aluminio de Estados Unidos.

Las encuestas recientes muestran a López Obrador con una ventaja promedio de más de 20 puntos porcentuales sobre su rival más cercano antes de las elecciones del 1 de julio. Su izquierdista Movimiento Nacional de Regeneración (Morena), que votó en contra de la entrada de México al Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP por sus siglas en inglés) este año, también podría obtener una mayoría en el Congreso, muestran las encuestas.

Pero López Obrador ha expresado su compromiso con una economía abierta y el libre comercio durante su campaña.

“Ese es el mensaje que nos gustaría enviar. La importancia de mantener el acuerdo, la importancia de modernizarlo, pero que debería ser un mejor acuerdo para la región en su conjunto”, dijo Gerardo Esquivel, asesor económico del candidato.

El comercio también es una de las pocas áreas donde López Obrador parece estar de acuerdo con el presidente saliente, Enrique Peña Nieto, quien tiene proscrito su reelección. Su equipo considera que la reciente respuesta de represalia de México a los aranceles de acero de Estados Unidos es razonable y, como Canadá, quiere mantener el TLCAN como un pacto trilateral.

Un tema decisivo en las negociaciones está relacionado con la afirmación de Trump de que las disparidades salariales entre ambos países son una ventaja injusta para México que resulta en la pérdida de empleos en Estados Unidos. En las conversaciones del TLCAN, Estados Unidos ha exigido que una parte significativa de los vehículos fabricados en Norteamérica se produzca en zonas de altos salarios.

“Para nosotros, eso es música para nuestros oídos”, dijo Graciela Márquez, una economista que estudió en Harvard y que ha sido designada por López Obrador para convertirse en secretaria de Economía si gana las elecciones. Pero reducir las disparidades salariales requiere tiempo y una táctica gradual dentro del TLCAN, dijo Márquez.

“Buscaremos de manera creativa los puntos de flexibilidad que no nos lleven a demandas que no podamos aceptar”, dijo Jesús Seade, veterano de la Organización Mundial del Comercio y del Fondo Monetario Internacional que supervisará las conversaciones del TLCAN, si López Obrador gana la votación. En cuestiones salariales, por ejemplo, eso significa buscar “parámetros adecuados”, agregó.

Ambos líderes también comparten inclinaciones contra el sistema, y ambos quieren proteger a los sectores vulnerables de sus economías de la competencia global.

Para Trump, eso significa trabajadores inactivos del Cinturón del Óxido por la tendencia con décadas de duración hacia la fabricación global. Para López Obrador, esto incluye a los agricultores de subsistencia del empobrecido sur de México que luchan por sobrevivir con sus pequeñas e improductivas parcelas.

Sus mensajes atraen a los votantes en regiones que no se han beneficiado del TLCAN.

“El hecho de que los dos quieren un acuerdo de libre comercio que fortalezca sus economías internas los hace coincidir”, dijo Antonio Ocaranza, un consultor corporativo que perteneció al equipo de negociación de México cuando fue creado el TLCAN en la década de los noventa.

“Ambos quieren reactivar y desarrollar partes de sus respectivos países que se han rezagado, pero aun así estarían sentados en lados opuestos de la mesa”.

Pero a diferencia de muchos líderes izquierdistas de Latinoamérica, López Obrador no ha adoptado una retórica antiestadounidense que podría haber impulsado más su campaña electoral, dijo el analista político Jesús Silva-Herzog.

“No culpa al imperialismo yanqui de los problemas de México, principalmente porque a López Obrador no le interesa en demasía lo que sucede fuera de México”, dijo.

En su tercer intento por obtener la presidencia mexicana, López Obrador ha suavizado su tono hacia la globalización y la apertura económica de México.

“Considerando su crítica al TLCAN en el pasado, parece que López Obrador está dispuesto a renegociar el acuerdo”, dijo Alejandro Schtulmann, jefe de investigación de Empra, una consultora política con sede en México.

El líder nacionalista también quiere reducir la dependencia de México de Estados Unidos para obtener la mayor parte de su gasolina y maíz, que de ser exitoso tenderá a ampliar el déficit comercial de Estados Unidos con México, algo que Trump ha criticado durante mucho tiempo.

“Estamos buscando reducir la inseguridad alimentaria y energética, y eso se puede lograr mediante el fortalecimiento de la producción nacional, sin que esto implique algún cambio en la política comercial”, dijo Esquivel.

López Obrador quiere invertir miles de millones de dólares en nuevas refinerías para reducir las importaciones de gasolina, mientras que un plan de su asesor energético para establecer requisitos estrictos de contenido nacional en los proyectos petroleros también podría socavar las conversaciones sobre un nuevo capítulo del TLCAN sobre la integración energética.

Luego de la histórica revisión de la industria energética de 2013 que abrió el sector a la inversión privada y extranjera, los funcionarios de comercio de México agregaron capítulos de energía a los recientes acuerdos comerciales firmados con la Unión Europea y los países del TPP. Los partidarios del TLCAN dicen que el nuevo capítulo de energía es crucial, ya que impediría a los gobiernos volver a instaurar  las barreras comerciales en los sectores que se han abierto.

Un alto funcionario de la Casa Blanca dijo que la administración Trump espera “tener una relación cordial y productiva con quien el pueblo mexicano elija como su próximo presidente”.

Las autoridades mexicanas dijeron estar acostumbradas a sostener las conversaciones comerciales durante los cambios de administración: el gobierno ha visto cuatro cambios desde que el TLCAN entró en vigor en 1994.

“¿En qué etapa del proceso vamos a estar cuando haya un presidente electo? No lo sé. Pero debido a la relevancia del tema, por supuesto, que tendremos que involucrar a esta gente en las negociaciones, y eso es algo relativamente común”, dijo Juan Carlos Baker, subsecretario de Comercio Exterior de México.

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo           

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Fecha de publicación: 27/06/2018

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