1 de jul. (Sentido Común) -- Andrés Manuel López Obrador, quien será el próximo presidente de México, llegará al cargo con una ventaja que no gozaron al menos sus tres antecesores ni ha ocurrido en el país en los últimos 20 años: un Congreso donde tendrá mayoría de aliados y que le podría dar una fuerza de operación muy amplia para echar a andar su agenda de gobierno.

Los partidos Movimiento Regeneración Nacional (Morena), Encuentro Social y del Trabajo (PT), que apoyaron la tercera candidatura presidencial de López Obrador, parecen contar con el apoyo suficiente para tener mayoría en las dos cámaras que conforman el poder legislativo, de acuerdo con estimaciones provenientes de encuestas de salida.

Morena podría lograr entre 127 y 142 asientos en la Cámara de Diputados, mientras que el PES y PT podrían lograr entre 64 y 74 legisladores, cada uno, de acuerdo con el escenario más favorable que resulta de una encuesta de salida publicada por Televisa y la casa especializada en encuestas, Consulta Mitofsky.

Por su parte, en la Cámara de Senadores, el escenario más positivo para esa alianza contempla que Morena gane entre 48 y 54 curules, en tanto que el PES sume de cinco a nueve y el PT de tres a siete asientos.

En caso que el escenario más favorable se cumpla, entonces el nuevo presidente podría contar con más de la mitad de los legisladores en ambas cámaras, algo crucial para poder echar a andar la gran mayoría de las políticas públicas que prometió para, principalmente, acabar con la corrupción y combatir la pobreza.

Incluso los datos conocidos hasta ahora abren la posibilidad que el futuro presidente cuente con un respaldo que no ha tenido un mandatario del país desde la segunda mitad del gobierno del presidente Ernesto Zedillo, o en 1997. Ese año, el mandatario de entonces perdió la mayoría simple y absoluta que tenía su partido, el Partido Revolucionario Institucional (PRI), en el Congreso.

Tres años más tarde Zedillo y el PRI cedieron el paso a la primera alternancia en el poder, con llegada de Vicente Fox, del Partido Acción Nacional (PAN), a la presidencia de México.

Fox ganó su elección con más de 42% de los votos, pero apenas logró ganar 60 curules en el Senado y 224 en la de Diputados.

A la larga, Fox acabó por perder la ventaja en el Congreso tras sus tres primeros años de gobierno y dijo que muchas de las acciones que quiso emprender chocaron con un aparato legislativo que bloqueó cualquier política que requería aprobación de los congresistas.

Claro que el excepcional resultado en la votación legislativa que parece haber logrado López Obrador, no le dará de inmediato facultades para modificar la Constitución política del país, algo que preocupaba a muchos quienes ven en el Congreso un contrapeso necesario para evitar que los gobiernos tomen acciones que pudieran descarrilar el buen paso que acumula la economía.

Una reforma a la Constitución debe contar con el voto de dos terceras partes del Congreso y, más tarde, ese cambio debe ser avalado por al menos la mitad más uno de los 32 congresos estatales.

De ahí que para lograr cambios a la Carta Magna mexicana, el nuevo gobierno quedará obligado a negociar con otras fuerzas, tal como hizo el gobierno de Enrique Peña Nieto, quien para sacar adelante las llamadas reformas estructurales tuvo que negociar con fuerzas opositoras al no contar con la mayoría calificada, o las dos terceras partes, del Congreso.

A partir de septiembre, la primera minoría de oposición en ambas cámaras del legislativo será el Partido Acción Nacional (PAN), quien podría lograr entre 63 y 76 diputados, más entre 23 y 28 senadores, de acuerdo con las estimaciones de Televisa y Mitofsky.

Detrás del PAN aparecerá el Partido Revolucionario Institucional (PRI), con entre 37 y 47 diputados, más de ocho a 14 senadores. Así, el PRI pasará de ser la primera fuerza política en ambos recintos a convertirse en la tercera.

 



Fecha de publicación: 29/06/2018

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