7 de dic. (Sentido Común) -- Cuando Banco de México reveló hace casi un mes las minutas de la junta de gobierno que celebró a finales de octubre, medios nacionales e internacionales destacaron una oración de ese documento de 15 páginas.

     Para muchos, el hecho que las autoridades monetarias mencionara el descontento social que había emergido recientemente en el país por la desaparición y aparente asesinato de 43 estudiantes como posible causa de futuros problemas económicos, confirmaba las peores sospechas sobre el mal momento por el que atravesaba el país --no sólo desde un punto de vista social y político sino incluso, y para colmo, económico.

     El periódico Reforma utilizó la oración de 33 palabras que imprimió el banco central en sus minutas para escribir una historia de primera plana que tituló: “Inquieta al Banxico inestabilidad”.

     Sin embargo, a menos de un mes que el banco central dijera que los acontecimientos sociales “podrían deteriorar los niveles de confianza de los agentes económicos, locales y extranjeros, con su consecuente efecto adverso a la inversión”, los últimos indicadores económicos que ha dado a conocer el gobierno no permiten aún establecer una conexión directa entre el descontento social que se ha visto reflejado en marchas multitudinarias en diversas ciudades del país con el desempeño económico, o incluso --aparentemente-- con los niveles de inversión que se están llevando a cabo en México.

     Tal vez el indicador más contundente hasta ahora que permite concluir que no ha existido, al menos hasta ahora, una correlación directa entre descontento social y desempeño económico es el índice de confianza del consumidor.

     En noviembre, tal vez el mes más álgido hasta ahora en cuanto a las protestas que ha desatado la desaparición de los estudiantes de la escuela normal rural Raúl Isidro Burgos, del poblado de Ayotzinapa, a manos de la policía de Iguala y del grupo criminal Guerreros Unidos, ese indicador se disparó al grado que alcanzó su nivel más alto no sólo en lo que va del año, sino desde septiembre de 2013.

     El comportamiento de la confianza de los consumidores fue, de acuerdo a muchos analistas, sorprendente porque para noviembre ya se había desatado también el escándalo político entorno a la casa que había mandado construir la primera dama, Angélica Rivera, en una zona exclusiva de la Ciudad de México previo a la llegada al poder de su esposo, el presidente Enrique Peña Nieto.

     Para edificar esa residencia, Rivera utilizó los servicios de una compañía propiedad del empresario, Juan Armando Hinojosa, quien había ganado diversos contratos de obra pública con el gobierno del Estado de México cuando Peña Nieto gobernó esa entidad, lo que generó sospechas de un posible conflicto de interés.

     Rivera, ante esas suspicacias, desistió ya de adquirir esa propiedad, bautizada como Casa Blanca por el color de sus fachadas y en referencia irónica a la residencia oficial estadounidenses.

     Este escándalo, junto con el descontento social, no tuvo, sin embargo, mella en la confianza de los consumidores el mes pasado, que subió 3.3% contra octubre, la tercera alza consecutiva y el segundo mayor avance de los últimos dos años.

     “Interesante”, escribió el economista independiente Jonathan Heath en su cuenta de Twitter luego que el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, o INEGI, junto con Banco de México, revelara el resultado del índice de la confianza del consumidor en noviembre. “Buena noticia que aumentó la confianza en noviembre”.

     Pero no sólo ha sido la confianza del consumidor la que hasta ahora demuestra que los acontecimientos sociales están, por lo pronto, desvinculados de la evolución económica nacional.

     Las ventas de auto en octubre crecieron, por ejemplo, 14.3% ese mes, periodo en el que ya se había generado suficiente descontento social por los acontecimientos en Iguala que provocó el incendio del palacio de gobierno del estado de Guerrero en Chilpancingo a manos aparentemente de maestros y estudiantes de la normal de Ayotzinapa.

     El crecimiento de las ventas de autos de octubre fue el sexto avance seguido y el segundo más alto desde abril de 2013.

     El tráfico aéreo es otro indicador que, al menos hasta ahora, se muestra ajeno a los disturbios sociales. Las empresas aeroportuarias, Grupo Aeroportuario del Sureste y Grupo Aeroportuario del Centro Norte, reportaron crecimientos del número de visitantes a sus terminales aéreas no vistos en todo el año tanto en octubre como en noviembre.

     Incluso, la confianza de los productores manufactureros y de los empresarios de la construcción subió en noviembre contra el mismo mes del año anterior. Sólo la confianza de los empresarios dedicados al comercio sufrió un descalabro el mes pasado contra el mismo mes un año atrás.

     Además, en las últimas semanas distintas empresas han anunciado importantes inversiones en el país ante las expectativas favorables que tienen sobre el devenir económico de México.

     Cemex, la tercera empresa cementera del mundo, anunció hace cuatro días que invertirá 200 millones de dólares adicionales en su planta de Tepeaca, en el estado de Puebla, para retomar el proyecto de ampliación de esa instalación. La razón de esa decisión: las muy favorables perspectivas económicas que ofrece el país.

     “Nos motiva la perspectiva positiva de nuestra industria en México”, dijo Rogelio Zambrano, presidente del consejo de la cementera mexicana, en un comunicado, agregando que con la ampliación Cemex estará en una mejor posición para atender la creciente demanda por cemento que se espera genere el mayor crecimiento económico del país de los próximos años.

     Muchas empresas constructoras y administradoras de bienes inmuebles han anunciado en las últimas semanas planes para construir nuevos centros comerciales, edificios de oficinas, plantas industriales y otro tipo de bienes raíces ante lo bien que ven a México desde un punto de vista económico.

     Carlos Slim, el segundo hombre de negocios más acaudalado del mundo, dijo la semana pasada que sus muy diversas empresas invertirán cerca de 3,870 millones de dólares el próximo año en el país.

     Alfa, el segundo grupo industrial del país, está a punto de vender acciones para recabar cerca de 1,200 millones de dólares que espera invertir en el país en proyectos de energía a lo largo de los siguientes años.

     Por su parte las empresas estatales, Petróleos Mexicanos y Comisión Federal de Electricidad, están también desembolsando fuertes sumas de dinero para re-configurar refinerías, construir gasoductos, edificar nuevas plantas de destilados, etcétera.

     Así, desde un punto de vista anecdotario, la inversión parece que sigue fluyendo a pesar de los problemas sociales que enfrente el país, aunque habrá que esperar para tener una idea más clara si la inversión, principalmente la extranjera, sigue avanzando al mismo ritmo que lo hizo en el tercer trimestre del año cuando creció 10.8%.

     Claro que el hecho que los indicadores económicos no muestran aparentemente afectación por los problemas sociales, no significa que no la estén teniendo.

     Por lo general, las cifras económicas no permiten saber, bajo la metodología de su construcción actual, si, por ejemplo, la confianza del consumidor o los montos que se han invertido en México, hubiesen crecido aún más de lo que lo han hecho si el país hubiese ya logrado combatir con mayor eficacia los problemas de desigualdad económica e impunidad que lo han aquejado por décadas.

     En repetidas ocasiones diversos organismos han señalado que la corrupción y la inseguridad --está última con un importante aumento a lo largo de los últimos ocho años-- tienen un claro impacto sobre la economía mexicana.

     El año pasado, por ejemplo, el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP), una entidad vinculada al Consejo Coordinador Empresarial, la asociación empresarial más influyente del país, calculó el costo de la corrupción en México en 1.5 billones de pesos (108,500 millones de dólares), o cerca de 9% del producto interno bruto.

     Por su parte, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) estimó que el costo de la inseguridad en México tuvo un valor de 213,100 millones de pesos, o de cerca de 1.3% del PIB, en 2013.

     De ahí que si bien el descontento social no haya aún impactado el desempeño económico de México, las causas de ese descontento --inseguridad, impunidad, inequidad y corrupción-- no pueden descartarse como razones de fondo que han limitado y probablemente seguirán limitando el desarrollo y crecimiento económico del país en el mediano y largo plazo.

     En el corto plazo, lo que indudablemente sí está ya impactando a la economía mexicana, y que podría incluso impactarla más en los siguientes meses, es el desplome que ha registrado el precio del crudo en los mercados internacionales.

     También los temores que está generando en los inversionistas la creciente posibilidad de que la Reserva Federal estadounidense opte, en los primeros meses del próximo año, por subir sus tasas de interés de referencia, están teniendo repercusiones ya en la economía nacional.

     Si bien la exportación de petróleo es hoy una actividad mucho menos relevante para la economía mexicana que hace dos décadas, dado que sólo representa 11% del total de las exportaciones mexicanas frente a niveles de casi 75% en ese entonces, el desplome en el precio del crudo sí podría provocar que la tan esperada inversión extranjera que el país espera recibir a partir del próximo año gracias a la apertura de ese sector a los capitales privados, no se materialice.

     El gobierno incluso ya dijo que está ponderando retrasar la licitación de ciertos campos que hoy, ante un menor precio del crudo, podrían ser ya no rentables.

     Una menor inversión extranjera directa en actividades petroleras podría reducir el impulso al crecimiento que esperaba el gobierno diera al país la reforma energética.

     Esa preocupación, junto con la posible alza a las tasas de interés en Estados Unidos, ha provocado ya que el tipo de cambio sufra una depreciación de cerca de 7.2% contra el dólar en el último mes y medio al pasar de una cotización de cerca de 13.3 pesos por dólar a finales de septiembre a 14.4 el viernes pasado.

     En este caso también, si esa depreciación se mantiene o arrecia en las próximas semanas, existe el riesgo de que se generen presiones inflacionarias que forzarían al banco central a subir su tasa de interés de referencia.

     Si Banco de México hace eso, entonces el crecimiento económico del país para 2015 podría volver a caer por debajo de las estimaciones iniciales. Hoy el gobierno prevé que el país crecerá el próximo año entre 3.2 y 4.2%, mientras que los economistas encuestados por Banco Nacional de México, o Banamex, estiman un avance de 3.7%, cifras muy superiores al crecimiento esperado de 2.3% para este año.

     Las cifras de crecimiento para 2015 podrían así estar en riesgo si la reciente devaluación del peso, como ya advirtió el banco central, se percibe como un fenómeno no temporal sino permanente.

     “A pesar de la evidencia de varios años de que el traspaso de movimientos cambiarios a los precios es bajo y que su efecto sobre la inflación tiende a ser transitorio, la depreciación sostenida de la moneda nacional podría representar un riesgo al alza para la inflación”, dijo Banco de México, al dar a conocer su decisión el viernes de mantener sin cambio su tasa de referencia en 3%.

     Aunque el instituto central también dijo en el comunicado en el que reveló su decisión de política monetaria que la debilidad económica que prevalece en México permitirá absorber el impacto negativo de una depreciación permanente del peso sin generar mayor inflación.

     Para el banco central, la situación actual de debilidad económica haría dudar a los agentes económicos de elevar sus precios ante la endeble demanda que tienen sus mercados. Esto podría suceder así aun y cuando la devaluación podría elevar de forma permanente sus costos de producción al encarecer sus insumos y materias primas importadas.

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Fecha de publicación: 05/12/2014

Etiquetas: México economía crecimiento descontento social gobierno legalidad inseguridad corrupción inequidad