12 de feb. (Dow Jones) -- Con el petróleo rondado los 30 dólares por barril y la gasolina en menos de dos dólares por galón, el placer de tener precios más bajos del combustible se está tornando cada vez más doloroso para la economía de Estados Unidos.

     El problema no sólo son los despidos y los recortes en las inversiones en la industria petrolera, dos efectos que se han estado esperando desde que el crudo comenzó a caer en 2014.

     Las preocupaciones por las quiebras relacionadas con el sector energético y la morosidad en los créditos también están ayudando a endurecer las condiciones financieras, repercutiendo en un aspecto más amplio de la economía.

     ¿Puede Estados Unidos tener demasiado de algo bueno? Pocos economistas esperan que la caída del crudo empuje a su economía a una recesión. Pero las repercusiones podrían volverse más difíciles de contener, si los descensos en el precio del petróleo son un síntoma de debilidades más amplias en la economía global, incluyendo la reducida demanda y un exceso de materias primas, capacidad productiva y la mano de obra.

     El petróleo barato refleja un dólar que se fortalece y que ha socavado las exportaciones de Estados Unidos. La confianza del consumidor también podría verse afectada, si se mantienen las caídas bursátiles registradas a principios de año.

     El resultado final: incluso si la gasolina barata sigue siendo buena para los consumidores, las fuerzas detrás de esto podrían ser más corrosivas de lo que inicialmente se había imaginado. Las caídas del mes pasado registradas en el petróleo "son menos una señal de que las cosas van a mejorar mucho y más una alerta de que las cosas están en peligro de tornarse mucho peores", dijo Stephen King, economista de HSBC.

 Por lo general, los mercados tratan los precios más altos de la energía como un incremento de impuestos y a los precios más bajos como reducciones de impuestos. De hecho, la gasolina barata ha sido una gran ayuda para las familias estadounidenses, que ahorraron cerca de 140,000 millones de dólares el año pasado como resultado, más o menos el doble de los ahorros en 2014.

La caída en el precio del combustible del año pasado aportó alrededor de 0.5 puntos porcentuales en el crecimiento del consumo, de acuerdo con Jason Thomas, director de investigación de la firma de capitales privados Carlyle Group.

Sin embargo, el impulso global fue más débil de lo esperado, lo que sugiere que los elevados niveles de deuda de los hogares, en conjunción con el aumento de los costos de la vivienda, los servicios médicos y la educación profesional han hecho que los consumidores estadounidenses se abstengan de realizar compras más grandes.

Hasta ahora, los recortes registrados en la industria petrolera han "socavado cualquier beneficio que se tenía en el lado de los consumidores", dijo Lewis Alexander, economista en jefe para Estados Unidos de Nomura Securities.

Algunos economistas dicen que los rumores de una recesión no se justifican. El mercado laboral ha continuado ganando puestos de trabajo, los balances de los hogares están mejorando y el mercado de la vivienda se ha mantenido estable. El aumento en los kilómetros recorridos en auto registrados en Estados Unidos el año pasado es el mayor desde 1997.

"Calculo las probabilidades de una recesión en Estados Unidos el año que viene muy cerca de cero como cualquier cosa que pudiera estar cercana a cero", dijo David Rosenberg, economista en jefe de la firma de gestión de dinero Gluskin Sheffield & Associates.

Un pico –-y no es una caída-- en los precios del petróleo precedieron o acompañaron a cada una de las recesiones registradas desde la década de los setenta. "Esta es la primera vez que he escuchado a los analistas económicos hablar acerca de cómo los bajos precios del petróleo van a desencadenar una recesión en los Estados Unidos", dijo Rosenberg.

Una preocupación persistente: La gravedad que cualquier desaceleración industrial podría impulsar incumplimientos crediticios y endurecer las condiciones financieras.

El mercado de bonos de alto rendimiento se ha vuelto particularmente vulnerable porque las compañías de energía representan gran parte de su crecimiento desde la última recesión. En los cinco años que terminaron en 2013, el valor nominal de los bonos de alto rendimiento en el sector de la energía creció 181%, en comparación con 69% en el resto del mercado, de acuerdo con Guggenheim Partners.

Los bancos también intensificaron los préstamos que concedieron a las empresas durante la expansión, mientras que se abstuvieron de conceder préstamos básicos como las hipotecas. Los créditos comerciales e industriales y arrendamientos que tienen los bancos de Estados Unidos aumentaron 58% en el período de cinco años que terminó en septiembre pasado, en comparación con el aumento de 21% en todos los préstamos y una disminución de 2% en las hipotecas residenciales.

El aumento de los costos de la deuda para las compañías de petróleo y gas el mes pasado llevó el cociente de las empresas en dificultades mantenido por Standard & Poor’s a su nivel más alto desde julio de 2009, cuando terminó la última recesión.

Si la desaceleración de los préstamos "se ampliara más allá de la energía y la minería, eso sería una preocupación", dijo Rosenberg.

Algunos inversionistas también ven riesgos subestimados que emanan de los mercados emergentes, donde la disminución de la demanda de petróleo pone de relieve fuerzas deflacionarias más amplias. Los precios del maíz y la soya ya han caído por debajo de su costo de producción, y los precios del acero han perdido 30% con respecto al año pasado.

Muchos consideraron inicialmente estas fuerzas como transitorias, pero la decreciente demanda global aumenta el riesgo de que Estados Unidos no pueda huir siempre de ellas. El culpable: el exceso de oferta de mano de obra y el capital en los mercados emergentes que acumularon grandes deudas para construir nuevas instalaciones de producción en los últimos cinco años.

Este exceso de oferta en el extranjero ayuda a explicar por qué el crecimiento de los salarios en Estados Unidos ha sido tan débil a pesar de tener una tasa de desempleo  que ha caído a 5%, dijo Daniel Alpert, director general en Westwood Capital, una firma de banca de inversión. Los salarios más altos en Estados Unidos simplemente harán que más puestos de trabajo se muden a países que tienen menores costos y un exceso de oferta de trabajadores.

Indicadores económicos ya señalan una recesión industrial. La Reserva Federal informó que su índice de la producción industrial había caído 1.8% en el año que terminó en diciembre, una caída que siempre se ha acompañado de una recesión desde la década de los setenta.

A pesar de que la economía de Estados Unidos ha crecido mucho más centrada en la prestación de servicios que en la producción de bienes, ahora está más expuesta a la disminución de los precios de las materias primas, ya que "una gran cantidad de los servicios que se prestan en nuestra economía se llevan a cabo en apoyo de los materiales producidos", dijo Alpert. En última instancia, la deflación vista en el sector de los bienes también podría repercutir en los proveedores de servicios.

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo

                                                                                    

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Fecha de publicación: 12/02/2016