24 de may. (Bloomberg) -- A lo largo de una franja ubicada en las costas del sur de México se instalaron grandes turbinas eólicas para hacer más limpia la industria energética del país. Paradójicamente, éstas ahora están derramando aceite.

El mes pasado se realizaba una limpieza en torno a un generador de electricidad propiedad de Electricité de France, o EDF, ubicado en la ciudad de Juchitán. Trabajadores que portaban gafas y máscaras estaban cepillando para retirar un lubricante de color cobre que goteó de la turbina. Habían envuelto con tela su base, para absorber más fugas, y llenaban de tierra y piedras contaminadas bolsas de basura plásticas.

Flor, dueña de la tierra donde se encuentra la turbina y que la alquila a EDF, dijo que llegó al lugar después de ser alertada por un vecino. “El hedor era terrible, como una especie de combustible quemado o amoníaco”, dijo, pidiendo no ser identificada por su apellido por preocupación a las represalias. “Los árboles brillaban por el aceite”. A lo largo del Istmo de Tehuantepec, uno de los lugares más ventosos del hemisferio occidental, se han reportado problemas similares.

Si bien las fugas tienen un alcance limitado y probablemente no representen un riesgo inmediato para la salud, estas dan un mal aspecto --y eso es otro dolor de cabeza más para los reformadores de la energía de México, que buscan aprovechar más las fuentes renovables, ahora que los monopolios estatales se abren al capital privado.

El plan ha logrado atraer la inversión mundial, y la energía eólica está obteniendo su parte, con más de seis mil 900 millones de dólares ya prometidos. Pero también está provocando todo tipo de oposición local, lo que pronto podría repercutirle en las urnas al partido gobernante del presidente Enrique Peña Nieto.

 

Fuertes corrientes de viento

El alza en los precios de la gasolina de enero pasado provocaron protestas y saqueos a nivel nacional. La región de Chiapas, que tiene un historial de rebeliones, se ha vuelto a levantar en armas por los planes de vender licencias de perforación petrolera.

Ahora, en el vecino estado de Oaxaca, hogar de casi dos tercios de la capacidad eólica de México, incluyendo las turbinas de Tehuantepec, los manifestantes bloquean las carreteras locales y piden que se descarte cualquier desarrollo futuro. Los residentes locales a menudo checan la radio antes de su viaje matutino al trabajo para averiguar qué rutas están bloqueadas.

Electricité de France dijo en una declaración transmitida por correo electrónico que su procedimiento en estos casos sería determinar las causas de la fuga y evaluar cualquier daño ambiental. Luego, “el suelo, vegetación, pastizales y/o los cultivos afectados se retiran y el propietario es compensado monetariamente”, dijo.

EDF no mencionó a qué etapa había llegado en el caso mexicano. Añadiendo que el lubricante en cuestión fue clasificado como “inocuo para el medio ambiente”.

La española Acciona, que tuvo problemas similares en sus instalaciones cercanas, dijo que las fugas son consecuencia del mismo clima extremo que atrajo a esta industria al Istmo.

Las rachas de viento “pueden ser extremosas” durante casi la mitad del año, dijo Miguel Ángel Alonso Rubio, jefe de la unidad mexicana de Acciona. Las turbinas utilizan aceite lubricante que puede derramarse si el mantenimiento es insuficiente o por el mal funcionamiento de los engranajes. “Durante esos seis meses de vientos intensos, no podemos limpiar las fugas”, dijo Alonso. “Preferimos tener la máquina sucia que un empleado que sufra un accidente”.

Alonso Rubio dijo que el lubricante de las turbinas de Acciona nunca llegó al suelo, y la compañía está trabajando en una solución: una funda para la caja de velocidades que evitará que el lubricante se escurra por el mástil o sobre las hojas de la turbina.

Gamesa Corp Tecnológica, que fabricó las turbinas EDF del parque eólico de Juchitán, dijo que las fugas de aceite se producen con una “frecuencia relativa” y que los operadores están equipados con “equipos de derrame” para solventarlos. La mayoría de las fugas están contenidas, aunque “las pequeñas cantidades habitualmente” se derraman a las turbinas, dijo la compañía en una respuesta enviada por correo electrónico a preguntas.

 

‘Agua y alimentación’

Ramón Fiestas Hummler, presidente del comité para Latinoamérica del Consejo Global de Energía Eólica, dijo que es inusual que tales derrames contaminen el suelo circundante, y cuando lo hacen entonces “la compañía tiene la obligación de limpiar el área afectada”. El daño ambiental probablemente sería limitado. Sin embargo, “las manchas negras de las turbinas blancas proporcionan a las comunidades locales un argumento visible de referencia cuando se oponen a los proyectos eólicos”.

Los activistas en el sur de México dicen que les preocupa que se proyecte la colocación de más turbinas, lo que significará más fugas.

El plan de Peña Nieto prevé que 35% de la electricidad de México provenga de fuentes renovables para 2024. El año pasado, empresas como EDF obtuvieron los derechos para construir más generadores en Tehuantepec, y este año habrá licitaciones adicionales. El estado de Oaxaca debe estar generando cinco mil megavatios en 2020, aproximadamente el doble de su capacidad actual, de acuerdo con la Asociación de Energía Eólica de México, conocida como Adeem.

“Se podría pensar que no es importante que un poco de aceite termine en el suelo”, dijo Bettina Cruz, una activista, en su casa de Juchitán. “Pero aquí hay cerca de dos mil turbinas ahora y cientos más están previstas en los próximos años. Las fugas se suman. Exactamente en las tierras que usamos para extraer agua y obtener comida”.

 

Amenaza populista

Cruz es una zapoteca, uno de los grupos indígenas dispersos en México y que a menudo toman la iniciativa en las protestas locales. Carlos Sánchez fundó Radio Totopo y realiza un programa radiofónico diario hablado en zapoteco. “El gobierno parece adjudicar proyectos a empresas gigantes sin tomar en cuenta que ya hay personas que viven en estas tierras”, dijo. “Son las personas que han estado viviendo aquí por siglos”.

El descontento con el gobierno no se limita a los activistas vocales. La calificación de aprobación de Pena Nieto en todo el país cayó a principios de este año.

El presidente no puede buscar la reelección en 2018. Su partido PRI --que ha dirigido a México durante 76 de los últimos 88 años-- enfrenta el gran desafío que representa Andrés Manuel López Obrador, un populista que ha prometido oponerse a las reformas energéticas como una de las directrices de su campaña. Las elecciones locales del próximo mes pueden ofrecer un indicador temprano de sus perspectivas.

Por supuesto, hay mucha gente en Oaxaca que no tiene ningún problema con su papel como el reservorio de energía eólica de México.

“La mayoría de las personas que viven en las ciudades con parques eólicos probablemente todavía están a favor”, dijo Marcelino Nolasco, coordinador del Centro de Derechos Humanos Tepeyac en Oaxaca. “Pero con el tiempo, la gente ha visto menos beneficios de los prometidos originalmente”.

Las oportunidades de empleo, por ejemplo, han quedado por debajo de las expectativas, dijeron residentes locales. Además, las promocionadas mejoras a carreteras o escuelas tampoco se han materializado, en general. Ese tipo de obligación no debería habérseles achacado a empresas privadas en primer lugar, de acuerdo con Leopoldo Rodríguez, presidente de Amdee.

“Las inversiones no pueden considerarse un sustituto de los deberes del gobierno”, dijo. “Las demandas sociales, específicamente para las áreas indígenas, están haciendo que los proyectos eólicos sean más caros y menos competitivos”.

Nuestro agravio es emblemático de las dificultades más amplias que las reformas de Pena Nieto han encontrado. Se suponía que la inversión petrolera debía de reducir los costos; en cambio, los precios de la gasolina subieron casi al doble. Del mismo modo, a pesar de todos los esfuerzos por aprovechar los vientos de Tehuantepec, la gente se queja de que sus facturas de electricidad no han disminuido.

Gran parte de la energía producida por las turbinas eólicas se destina a las mayores empresas de México, como Cemex y la subsidiaria de Wal-Mart en México, que recibe incentivos fiscales por el uso de energía renovable. Las políticas energéticas del gobierno tienen que tener una visión a largo plazo. Sin embargo, el hecho de que los lugareños no hayan visto resultados a corto plazo en forma de costos más bajos ha aumentado su resentimiento, dijo Nolasco.

“El apoyo está disminuyendo”, agregó. “Cada nueva turbina, genera más tensión y descontento en la población”.

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo      

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Fecha de publicación: 24/05/2017

Etiquetas: Fuentes Energía Renovables México Contaminación Turbinas Eólicas Descontento