15 de may. (Dow Jones) -- Isaac Lee, un alto ejecutivo de la televisora mexicana Grupo Televisa, dijo que se pasa las noches preocupado por personas como Alicia Torres, la matriarca de 83 años de una gran familia de televidentes. Alguna vez fanática de las telenovelas de Televisa, ahora está enamorada de Netflix.

“Las telenovelas se volvieron demasiado repetitivas: te amo, me amas, me traicionaste y vivieron felices para siempre”, dijo Torres. Quien dijo que no cree que los integrantes de su familia, ocho niños y 19 nietos, “se molesten en ver más telenovelas”.

En toda Latinoamérica, la región que convirtió las telenovelas en un fenómeno global, las televisoras ahora están luchando por adaptarse al declive de la tradicional telenovela, y que durante décadas fue una fuente de ingresos importante para las redes de televisión que se extienden desde Argentina hasta las emisoras en habla hispana de Estados Unidos como Univision Communications.

Quizás ninguna tenga más en juego que Televisa, la creadora de programas de televisión en español más grande del mundo. Las novelas del horario estelar alguna vez generaron aproximadamente 45% de los ingresos de la empresa. El año pasado, la cadena de televisión publicó sus peores resultados en dos décadas, después de años de perder espectadores con Netflix, los dramas de mayor calidad y las “narconovelas” más excitantes.

El terremoto experimentado por la compañía, que incluyó la renuncia a finales del año pasado del director ejecutivo Emilio Azcárraga, descendiente de la familia fundadora de la empresa, cambió radicalmente su estrategia. Todos los altos ejecutivos relacionados con el contenido fueron reemplazados el año pasado. En su lugar, ahora hay jóvenes de extracción externa, muchos con exitosas series de televisión en su haber o con títulos de administración de empresas de afamadas universidades de la Costa Este de Estados Unidos.

Todos tienen una tarea: crear nuevos tipos de programas, desde comedias hasta dramas más atrevidos, que quieran ver los telespectadores como Torres y sus nietos.

“Esta era una empresa que no tenía competencia, no necesitaba programas originales, se sentía cómoda haciendo refritos”, dijo Lee, quien es el nuevo jefe de contenido tanto de Televisa como de Univision, su socio estadounidense desde hace mucho tiempo. “Tomó mucho tiempo percatarse de que tenía que hacer algo diferente”.

En el lenguaje de una telenovela clásica, esto representa una lucha de vida o muerte. Los melodramas pasados de moda siguen una pauta familiar: una protagonista al estilo Cenicienta se enamora. Pero su amor es imposible --en su camino se interpone la brecha de las clases sociales (ella es pobre y él rico), incluyendo un intrigante villano. En el proceso hay lágrimas, portazos en la cara, traiciones y más lágrimas. Pero al final siempre gana el amor.

Los telenovelas mejor calificadas en México aún tienen tasas de audiencia envidiables --alrededor de 15% de los que ven televisión. Pero ese porcentaje de espectadores es aproximadamente la mitad de lo que registraban las telenovelas hace 15 años, de acuerdo con las televisoras. Los que ven telenovelas también son mayores de edad y menos pudientes.

Lee, oriundo de Colombia, llegó el año pasado proveniente de Univision, que es propiedad 35% de Televisa y que transmite contenido de la televisora mexicana, tras años de quejas de Univision de que Televisa no se adaptaba a las nuevas audiencias.

El pago de regalías de Univision por el contenido de Televisa aumentará de 350 millones de dólares actuales a alrededor de 450 millones este año, de acuerdo con los contratos de las compañías, y Univision amenazó con cancelar su trato --en su lugar planeaba desarrollar sus propios programas, de acuerdo con personas familiares con las conversaciones

La cadena estadounidense está enfrentando competidores más flexibles y más sagaces, como Telemundo de NBCUniversal, que transmite dramas actualizados como narconovelas --audaces telenovelas sobre el narcotráfico con más sexo y violencia. Series como ‘La Reina del Sur’, sobre una mujer narcotraficante, comenzaron a atraer audiencias cada vez más grandes y más jóvenes en Estados Unidos que las reiteraciones desgastadas de Televisa.

A finales de 2016, en una reunión del consejo de administración de Univision, el presidente Haim Saban arremetió contra el entonces jefe de contenido de Televisa, José Bastón, quien durante varios años se había resistido a cambiar el formato de la telenovela aun cuando declinaron las tasas de audiencia.

“¿Qué no entiendes?” le preguntó Saban a Bastón, dijeron testigos. “La audiencia ha hablado”.

Un mes después, Bastón dejó su cargo, y Televisa trajo a Lee, entonces jefe de contenido de Univision, para liderar el cambio.

“Estamos complacidos con los esfuerzos continuos [de Televisa] por desarrollar su contenido”, dijo Randy Falco, director ejecutivo de Univision. “El flujo de contenido actualizado ha resonado en nuestro público”.

 Saban no respondió a las solicitudes para que diera sus comentarios al respecto. Bastón tampoco respondió a una solicitud para que compartiera sus comentarios.

La telenovela latina surgió al mismo tiempo que las telenovelas de Estados Unidos, a principios de la década de los años cincuenta. Pero a diferencia de las telenovelas diurnas estadounidenses, la versión latina se transmitía en el horario estelar, lo que la convirtió en una gran generadora de dinero. Las telenovelas generalmente se transmiten todas las noches de los días laborables de la semana durante tres a seis meses y tienen una historia finita.

Su producción es de bajo costo --se graba casi por completo en un escenario, generalmente un episodio por día. A los actores se les dicen las líneas a través de un auricular (chícharo), un sistema que Televisa desarrolló en los años sesenta para acelerar la producción pero que permitía actuaciones acartonadas.

Las telenovelas se convirtieron en una sensación global, en parte porque tocaban temas como la pobreza que resonó en los países en desarrollo. Se cree que hasta 300 millones de chinos en la década de ochenta vieron la producción brasileña ‘Isaura la esclava’.

La popular estrella Thalía, que actuó en el drama de Televisa ‘Marimar’, fue recibida por el presidente de Filipinas y atrajo multitudes que rivalizaban con las del papa cuando visitó el país en 1996. ‘Los Ricos También Lloran’, que fue una de las primeras sensaciones de la televisión global en Rusia después del final de la Guerra Fría atraían a más de 100 millones de televidentes por noche.

El éxito atrajo la competencia de países como Turquía y Corea del Sur, donde los productores copiaron el estilo de la telenovela, pero lo mejoraron al aumentar los presupuestos de producción, filmar en lugares exóticos y escribir historias más contemporáneas. Al mismo tiempo, las economías en desarrollo comenzaron a desarrollar sus propias industrias de entretenimiento locales.

Las telenovelas de Televisa solían venderse a más de 100 países; ahora el número es aproximadamente un tercio de eso, dijeron funcionarios de la compañía.

Netflix llegó a Latinoamérica en 2011. La firma con sede en Los Ángeles no proporciona cifras detalladas de suscriptores por región, pero la mitad de los 125 millones de suscriptores residen fuera de Estados Unidos y Latinoamérica tiene una “gran participación dado que fue una de los primeros mercados”, dijo Jonathan Friedland, portavoz de Netflix.

Durante sus primeros dos años en Latinoamérica, Netflix inicialmente retransmitió telenovelas de empresas como Televisa, pero las tasas de audiencia fueron un fracaso. “Se hizo evidente que nuestros primeros usuarios querían algo más contemporáneo, más relevante”, dijo Friedland.

Netflix comenzó a producir  contenido enfocado a la región en 2013, y actualmente tiene más de una docena de proyectos en Latinoamérica.

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo

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Fecha de publicación: 16/05/2018

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