Jaime Serra Puche, el ex negociador del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC) como secretario de Comercio a inicio de los noventa, dijo estar preocupado por el concepto de “comercio justo” que ha esbozado el gobierno del presidente estadounidense, Donald J. Trump, como principio con el cual buscará renegociar los acuerdos comerciales que tiene su país.

Para Serra, quien hoy dirige la firma de consultoría legal y comercial SAI Derecho & Economía, los acuerdos comerciales son en esencia justos ya que, tras arduas negociaciones, incluyen reglas que aplican y deben respetar todas las naciones que los firman y que todos, por ende, consideraron justas.

“El TLC ya es justo porque las políticas que ahí se delinean aplican para todos sus miembros” de la misma forma, dijo Serra, al participar en un panel sobre comercio internacional organizado por la Asociación de Bancos de México durante la 80 Convención Bancaria. “Hablar de comercio justo es algo que me preocupa porque es el resultado del acuerdo y lo justo es algo de lo que no se tiene control” si se refiere a los resultados del acuerdo.

El presidente estadounidense ha dicho, incluso desde su campaña electoral, que el TLC es “injusto” ya que México tiene un superávit en su balanza comercial con Estados Unidos.

Ese déficit sumó 63 mil millones de dólares el año pasado, lo que, desde la perspectiva de Trump, es un claro indicador de que el tratado es “injusto”.

Tanto Serra, como Herminio Blanco, el moderador del panel y quien también fue negociador de acuerdos de libre comercio para el gobierno de México como secretario de Comercio, dijeron que el presidente estadounidense se equivoca al usar el déficit comercial que tiene su país como medida del éxito o fracaso de esos acuerdos, o de lo justo o injusto de los mismos.

Ambos economistas dijeron que los faltantes o los superávits en las balanzas comerciales de los países los provocan factores mucho más amplios del desempeño económico de una nación, incluido el consumo, el ahorro y la producción, y no los acuerdos de libre comercio, que sólo sirven para ordenar el intercambio de bienes y servicios entre países.

De ahí que para ellos, hablar de buscar renegociar el TLC con el fin de hacerlo ahora justo es equivocado.

Claro que tanto Serra, como Carla Hills, quien negoció el TLC por parte del gobierno de Estados Unidos en los noventa y quien también estuvo en el panel, consideran que sí es posible mejorar vía una renegociación el acuerdo comercial trilateral, ya que en él también participa Canadá.

“El TLC si necesita una nueva capa de pintura”, dijo Hills, al hacer la comparación de que el acuerdo, como toda casa, requiere de una “manita de gato” cada 20 años.

El acuerdo lo firmaron México, Estados Unidos y Canadá a finales de 1993 y entró en vigor un año después.

Hills mencionó que algunos de los aspectos que podrían renegociarse para hacer del TLC un mejor y más moderno acuerdo en beneficio de los tres países son: el tema energético, el uso del comercio electrónico, las reglas de origen para considerar que un bien se produjo en la región de Norte América y asuntos laborales y medioambientales, que si bien se negociaron en acuerdos paralelos hace poco más de 20 años podrían incorporarse al TLC 2.0, como coloquialmente se conoce al acuerdo que podría surgir de las renegociaciones.

Un elemento clave que para Hills podría facilitar las negociaciones del TLC es que las empresas grandes, medianas y pequeñas, que dependen en buena medida del comercio internacional, salgan en defensa del acuerdo trilateral.

Desde la perspectiva de Hills, abogada de profesión, sólo con esa actitud los estadounidenses podrán comprender los riesgos que enfrentan en materia de empleos y bienestar si las pláticas para modernizar el TLC fracasan.

“Va a depender de los hombres y mujeres de negocios explicar porque debemos de mantener el acuerdo” para que se renegocie bien, dijo la ex funcionaria estadounidense. “Las empresas deben de colocar posters en sus zonas de aviso en donde expliquen que las compañías dependen, en cierto porcentaje, de las ventas e ingresos que provienen de la zona de América del Norte”.

La postura de Hills la compartió el exsecretario del Tesoro Lawrence Summer, quien en una plática posterior, dijo que le parecía preocupante que los empresarios y sus empresas no hayan salido a defender el sistema de comercio internacional por aparentemente ganar ciertas ventajas fiscales o regulatorias que ha prometido Trump a las empresas estadounidenses.

Summers agregó además que esa pobre defensa se debe también en parte al temor de las compañías a recibir una crítica, vía un tuit, por parte de Trump, quien se ha caracterizado desde su campaña por usar su cuenta en esa red social para criticar y exhibir a sus adversarios.

Sobre las fechas en que los tres gobiernos podrán renegociar el TLC, tanto Hills, como Serra y Blanco expresaron gran duda de los tiempos que tomará las pláticas, o incluso de la fecha en la que podrían iniciarse las renegociaciones del acuerdo.

“En el momento actual no tengo una bola de cristal mágica para saber sobre el calendario de la negociación”, dijo Hills.

Muchos expertos piensan que a México le urge iniciar las pláticas para que se pueda dar certidumbre sobre el futuro de la relación comercial entre México, Estados Unidos y Canadá a fin de que esas pláticas no se vayan a mezclar con las elecciones presidenciales que tendrá el país el próximo año.

Claro que la prisa de México la podría compartir el gobierno de Estados Unidos ya que en 2018 habrá elecciones para renovar la Cámara de Representantes y para elegir a algunos senadores.

Eso haría pensar a algunos que el gobierno estadounidense le podría interesar sacar la renegociación cuanto antes. Sin embargo, no es claro tampoco que lo pueda hacer pues existen aparentemente otras prioridades en la agenda de Trump, como es su reforma fiscal o la reforma al sistema de salud que creo el expresidente Barack Obama, antes que la renegociación del tratado.

Sin embargo, ambas políticas de Trump están al parecer en limbo ya que no cuenta con el respaldo de todos los legisladores de su partido, el Partido Republicano, quienes no están convencidos que la propuesta de reforma fiscal y de salud sea la indicada.

Así, las posibilidades de que la renegociación del TLC se pueda extender hasta 2018 o quizás hasta 2019 parecen crecer, algo que podría dañar el flujo de inversión extranjera hacia México.

 



Fecha de publicación: 23/03/2017

Etiquetas: México economía comercio exterior EUA Nafta TLC TLCAN Serra Hills