30 de oct. (Sentido Común) -- A un día de anunciar que cancelará la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) en lo que fue el lago de Texcoco y tras la reacción negativa que registraron los mercados financieros del país por esa decisión, el presidente electo Andrés Manuel López Obrador y su equipo económico pusieron en marcha una estrategia para intentar mitigar los daños que generó la medida y recuperar la confianza perdida de los inversionistas.

     En una primera instancia, el futuro mandatario grabó un video en el que reiteró, como había dicho antes, que la decisión de no terminar de construir el aeropuerto en Texcoco no implicará ningún menoscabo para quienes invirtieron o prestaron fondos para la edificación de esa obra, al tiempo que también reiteró que respetará los contratos para que las empresas constructoras del aeropuerto no pierdan dinero.

     “Vamos a garantizar las inversiones, los contratos, no hay nada que temer”, dijo el futuro mandatario en su mensaje de casi cinco minutos, grabado en las oficinas del gobierno de transición. “Repito, no vamos a cometer ninguna injusticia, [los] inversionistas, los contratistas, todos van a ser atendidos y se les va a garantizar que sus obras puedan realizarse, nada más que ya no en Texcoco”.

     El sitio en el que quizás se realicen esas obras, si es que son transmutables, es la base militar aérea de Santa Lucía en las afueras de la capital del país, donde el futuro gobierno piensa edificar un nuevo aeropuerto con dos pistas comerciales para que junto con el aeropuerto actual de la capital y el de Toluca, pueda resolverse el problema de la saturación aérea que enfrenta el Valle de México y que el gobierno actual del presidente Enrique Peña Nieto buscaba superar con la edificación del NAIM, una terminal aérea que contaría con tres pistas en una primera instancia y que podría llegar a tener hasta seis.

     Además del mensaje grabado y transmitido en redes sociales, como YouTube y Twitter, López Obrador instruyó a Alfonso Romo, quien será el futuro jefe de la Oficina de la Presidencia, a conformar un comité en el que participará el futuro secretario de Hacienda y Crédito Público, Carlos Urzúa, y el futuro titular de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez Espriú, para que hablen con todos los inversionistas y contratistas que pudieran verse afectados por la cancelación del NAIM a fin de asegurarles que la nueva administración cumplirá cabalmente con los compromisos financieros y contractuales.

     “Ahorita lo que tenemos que hacer es restaurar la confianza, para eso el comité. . . para platicar con todos los inversionistas que estén involucrados y para dar tranquilidad”, dijo Romo, durante un encuentro con periodistas afuera de las oficinas del gobierno de transición.

     Los esfuerzos iniciales para contener los daños que generó la decisión de cancelar una obra en la que el gobierno ha invertido más de 60 mil millones de pesos (cinco mil 200 millones de dólares), que son irrecuperables, y que llevaba entre 20 y 30% de avance, tuvieron al parecer el efecto deseado.

     El tipo de cambio, tras caer más de 3% el lunes, cerró con una ganancia de 0.1% para ubicarse en 20.04 pesos por dólar; mientras que el principal indicador del mercado de valores, tras registrar un traspié de más de 4% ayer, tuvo una caída de 0.8% para cerrar la jornada en 43 mil 538.1 unidades.

     Por su parte las tasas de interés de los papeles gubernamentales se mantuvieron prácticamente sin cambio en el mercado secundario tras registrar alzas de entre 0.2 y 0.3 puntos porcentuales el día anterior.

     López Obrador, incluso, redujo, en cierto grado, el tono de confrontación que había adoptado cuando anunció que cancelaría el NAIM, al indicar en el video que él consideraba que los inversionistas eran personas sensatas que reconocerían al final que la decisión no era mala, por reflejar, entre otras cosas, el fin de un régimen político corrupto que gobernó a México y que causó mucho daño al crecimiento del país y a su población.

     Un día atrás, el futuro mandatario dijo que su gobierno no estaría supeditado a los intereses de los mercados financieros, una declaración que muchos interpretaron como un desafía a los inversionistas y los mercados financieros. 

     “Afortunadamente los inversionistas y los mercados, así en abstracto, actúan con inteligencia, con información, con responsabilidad”, dijo el futuro mandatario en el  video. “Hubo un deslizamiento del peso, para decirlo de manera eufemística, no una devaluación, pero ya se va a recuperar”.     

     Claro que no es seguro que el argumento de que la decisión de cancelar el NAIM servirá, entre otras cosas, para combatir la corrupción, vaya a convencer a los inversionistas que fue una buena decisión.

     Si bien hoy el futuro mandatario reveló que en la construcción del NAIM había intereses creados y obscuros para hacer negocios fuera de la ley, es poco probable que eso sea una razón suficiente que justifique, desde el punto de vista de los inversionistas o contratistas, cancelar una obra tan importante para México como era el aeropuerto en Texcoco, más cuando él podría, como presidente de México en un mes,  combatir esas prácticas de manera frontal y clara, sin cancelar el proyecto y con esa decisión tirar a la basura cerca de 100 mil millones de pesos ( cinco mil 200 millones de dólares) invertidos o ya comprometidos en la obra.

     “En el fondo lo que estaba de por medio en la construcción del aeropuerto de Texcoco es el quedarse con los terrenos del actual aeropuerto. Llegue a ver hasta el anteproyecto. Ya tenían pensado hacer una especie de Santa Fe”, dijo López Obrador en su video, en referencia a una de las zonas más modernas de la capital del país para indirectamente justificar su decisión de cancelar la obra.

     Para muchos si el futuro presidente de México conocía de esas transacciones ilegales, porque no procedió entonces a combatirlas con todo el peso de la ley después de su toma de posesión, en lugar de cancelar una obra que muchos creen iba a traer grandes beneficios, no sólo a la capital del país, sino incluso a muchas regiones del país, primordialmente al sureste de México por la conectividad aérea que el nuevo aeropuerto le daría para fomentar el turismo hacia esa zona de México.

     Además, en su mejor estilo a favor de las teorías de la conspiración, López Obrador no ofreció alguna prueba sobre esos supuestos acuerdos ilegales y que además se ven poco probables que pudiesen prosperar ya que el dueño del terreno en el que se ubica el actual aeropuerto capitalino es el gobierno federal, que él encabezará en un mes.

     Claro que el hecho que López Obrador haya, de nueva cuenta, hablado de actos corruptos alrededor del NAIM se debe a una táctica comprensible y que para él ha resultado muy efectiva para ganar el respaldo de la gente por el hartazgo de la sociedad frente a los innumerables actos ilegales que han solapado o fomentado gobiernos anteriores y que no han sido castigados.

     En buena medida, López Obrador ganó la elección presidencial del 1 de julio por convencer a los electores que él, a diferencia de sus opositores, sí combatirá la corrupción y que no habrá impunidad en su gobierno.

     De tal suerte que no debe sorprende a nadie que el futuro presidente vuelva a tocar esa fibra sensible de millones de mexicanos para intentar justificar su decisión de no proseguir con NAIM, aun cuando fuese contradictoria a las acciones que el podría tomar como presidente para castigar a los corruptos en esas supuestas transacciones ilegales.

     Claro que para algunos lo que sí sorprende es la incapacidad de los defensores del proyecto en Texcoco para ofrecer argumentos con la misma carga emocional que los de la corrupción de López Obrador, a fin de que la obra pudiese haberse ganado el respaldo de la mayoría de los mexicanos.

     “En cuatro años de discusión, la iniciativa privada nunca presentó argumentos persuasivos que generaran un amplio apoyo a favor del NAIM y lo blindarán de ataques políticos”, escribió Antonio Ocaranza, un especialista en asuntos de reputación y comunicación en la revista Forbes México. “Cuando hablaba de los beneficios del aeropuerto con términos de inversión, crecimiento económico o respeto de México en el mundo, lo hacía [en] un lenguaje que sólo los empresarios entienden; y ahora que López Obrador canceló el proyecto cometen el mismo error: la falta de certidumbre, el incumplimiento de contratos, los efectos negativos sobre futuras inversiones. No conmueven a la gran mayoría de los mexicanos”.

 




Fecha de publicación: 30/10/2018

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