Nuevas investigaciones tratan de entender cómo surgen nuestras personalidades. Foto AP/Michael Sohn.

Muchas investigaciones recientes sobre la evolución se centran en el altruismo --la tendencia de las criaturas a ayudar a los demás, a menudo con un gran costo para ellos. Esto es especialmente cierto en el caso de los seres humanos, que se ayudan unos a otros por una variedad de buenas razones evolutivas.

Por ejemplo, las personas ayudan a sus familiares, que es una forma de preservar los genes que comparten. Las personas ayudan a otros que probablemente los ayuden en reciprocidad. Pero la prevalencia del altruismo también plantea una paradoja evolutiva: Si la evolución ha seleccionado a los humanos para ser amables y agradables, ¿cómo explicamos la alta prevalencia de los cretinos?

La investigación sugiere que una razón fundamental por la que las personas son altruistas es para hacerse atractivas ante las parejas sexuales. En un estudio intercultural a gran escala de las cualidades que se encuentran atractivas en las parejas, publicado en la revista Journal of Cross-Cultural Psychology en 1990, David Buss y sus colegas preguntaron a jóvenes adultos de todo el mundo que evaluaran la importancia de los diversos atributos de sus posibles parejas a largo plazo.

En una amplia gama de culturas, encontraron a la bondad en la parte superior de la lista. Las preferencias para elegir a un compañero o compañera son una fuerza evolutiva muy fuerte, por lo tanto, si las personas prefieren la gentileza en sus parejas, ésta se convertirá en un atributo común en la especie. Esta es una de las razones por las que hay tanta gente buena.

Entonces, ¿cómo puede ser esto adaptable desde un punto de vista evolutivo involucrarse en un comportamiento que otras personas consideren objetable e incluso odioso?

El trabajo reciente realizado por investigadores, entre ellos David Schmitt de Brunel University London y Peter Jonason de Western Sydney University, se ha centrado en un grupo de rasgos de personalidad conocidos como la “tríada oscura”, los cuales se asocian negativamente con el carácter y la ética. En un artículo muy citado de 2002 publicado en la revista Journal of Research in Personality, Delroy Paulhus y Kevin Williams, ambos de University of British Columbia, definieron la tríada oscura como narcisismo (un enfoque excesivo en uno mismo), el maquiavelismo (la manipulación de otros para beneficio propio), y la psicopatía (el menosprecio general por los demás).

Las personas que obtienen puntuaciones altas en la tríada oscura generalmente se involucran en comportamientos que la mayoría de las personas encontrarían desagradables o inmorales.

En un artículo de 2017 en de la revista Psychological Topics, el Prof. Schmitt y sus colegas utilizaron datos de una encuesta global con más de 30 mil participantes para establecer que las personas que obtienen altas puntuaciones en una prueba de narcisismo también tienen más probabilidades de tener relaciones sexuales de corto plazo, mostrar violencia de pareja y ser más propensos a robar las parejas románticas de otras personas.

Los estudios realizados por mi equipo de investigación han encontrado que las personas con altos puntajes en rasgos que definen la tríada oscura también son particularmente propensas a excluir a sus amigos y familiares de sus vidas y planear vengarse de otros, incluso por transgresiones menores.

En el mismo estudio, encontramos que poco más de 10% de la población puede tener tendencias sustanciales de la tríada oscura. Además, las puntuaciones en cada una de las dimensiones de la tríada oscura se correlacionaron positivamente entre sí: las personas con una tendencia al narcisismo también son más propensas a mostrar maquiavelismo y psicopatía, y viceversa.

Este hallazgo plantea una pregunta evolutiva: si los humanos generalmente consideran que estos rasgos son repulsivos y prefieren no relacionarse con quienes los poseen, ¿cómo logró la tríada oscura llegar a ser tan frecuente? ¿Cuál es el beneficio evolutivo de ser una mala persona?

Para entender cómo algunas personas prosperan en la vida siendo amables, mientras que otras triunfan al ser imbéciles, la psicología evolutiva recurre al concepto de “pluralismo estratégico”.

Esta es la idea de que los miembros de la misma especie pueden desarrollar diferentes e incluso contradictorias estrategias de supervivencia, según las condiciones que enfrenten.

Si un individuo crece en condiciones inestables, difíciles e inseguras, entonces tiene sentido reproducirse temprano y con frecuencia, ya que es posible que no le quede mucho tiempo de vida. Por otro lado, si un individuo se cría en condiciones estables y seguras, tendrá más tiempo para esperar, elegir la pareja perfecta y tener solo unos cuantos niños a los que se les destina una gran cantidad de tiempo y atención. De esta manera, la misma especie podría desarrollar estrategias de vida “rápidas” y “lentas”.

En el mundo natural se pueden ver evidencias de pluralismo estratégico todo el tiempo. Por ejemplo, los científicos del comportamiento que estudian ranas han descubierto que los machos emplean dos estrategias distintas para tratar de atraer a una pareja. Una es forjarse un gran territorio y emitir llamadas de apareamiento regulares. Una vez que una rana hembra se acerca, el macho intenta montarla, mientras ella trata de sacudírselo. Esta es una manera de seleccionar parejas más grandes, ya que si el macho es lo suficientemente grande, es más difícil que ella se lo quite de encima.

Esta preferencia deja ranas macho más pequeñas en un dilema porque no pueden permanecer montadas en la hembra. Así que estos machos han desarrollado una estrategia alternativa: permanecen cerca de un macho grande y dominante cuando éste llama a las hembras. Cuando una hembra se acerca y libera sus huevos --en las ranas de madera, la fertilización se lleva a cabo fuera del cuerpo-- el macho satélite intentará rápidamente involucrarse y fertilizarlos con su esperma.

En el sistema de apareamiento de la rana, vemos dos estrategias de comportamiento muy diferentes, cada una de las cuales puede alcanzar el éxito reproductivo. Las ranas macho más pequeñas enfrentan obstáculos para el apareamiento, lo que las obliga a usar una estrategia de apareamiento agresiva o “rápida”, mientras que las ranas más grandes tienen el lujo de usar una estrategia de apareamiento más segura y “más lenta”.

Algo similar puede ser responsable de la evolución de los rasgos de personalidad antisociales en los seres humanos. En un artículo de 2013 publicado en la revista Personality and Individual Differences, titulado “The Making of Darth Vader: Parent-Child Care and the Dark Triad” (El surgimiento de Darth Bader: el cuidado de padres e hijos y la tríada oscura), el Dr. Jonason y sus colegas descubrieron que las personas que experimentaron un cuidado de baja calidad o irregular por parte de sus padres fueron más propensas a desarrollar rasgos de la tríada oscura.

Proponiendo que “las relaciones estresantes, difíciles o inestables entre padres e hijos podrían activar una estrategia la vida, capturado por la tríada oscura, orientando a los individuos a buscar resultados inmediatos en el apareamiento”. Las circunstancias desafiantes no favorecen las estrategias de vida “lentas” como la paciencia y la cooperación; más bien, éstas alentarían el desarrollo de estrategias “rápidas” que dependen de la agresión y el engaño.

Y para tales estrategias, cualidades como el narcisismo y el maquiavelismo pueden ser altamente adecuadas, ayudando a los individuos a superar a sus rivales y lograr el éxito, incluido el éxito reproductivo.

La investigación ha encontrado constantemente que aquellos que obtienen puntajes altos en la tríada oscura tienden a ser “estrategas de apareamiento a corto plazo”. En otras palabras, es más probable que persigan encuentros sexuales breves, y tienen menos problemas que la mayoría de las personas con comportamientos como separar a otras parejas, mantener a un compañero de respaldo y caer en la infidelidad.

 

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo

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Fecha de publicación: 10/01/2019