Los efectos negativos de la marihuana pueden incluir psicosis, esquizofrenia y otras alteraciones que pueden llevar a cometer crímenes. Foto de archivo.

En los últimos 30 años, una astuta y costosa campaña de cabildeo ha hecho que los estadounidenses sean más tolerantes a la marihuana. En noviembre de 2018, Michigan se convirtió en el décimo estado en legalizar el uso recreativo de Cannabis; New Jersey y otros pueden emularlo pronto.

Ya más de 200 millones de estadounidenses viven en estados que han legalizado la marihuana para uso médico o recreativo. Sin embargo, a pesar de que el uso de la marihuana se ha vuelto más aceptable socialmente, los psiquiatras y los epidemiólogos han llegado al consenso de que presenta riesgos más graves de lo que la mayoría de las personas cree.

Contrariamente a las predicciones de los que están en pro y en contra, la legalización no ha llevado a un gran aumento en las personas que usan el estupefaciente de manera casual. Alrededor de 15% de los estadounidenses consumieron cannabis al menos una vez en 2017, en comparación con 10% en 2006, de acuerdo con National Survey on Drug Use and Health del gobierno federal de EUA. En contraste, casi 70% de los estadounidenses tomaron una bebida alcohólica en el último año.

Pero la cantidad de estadounidenses que consumen mucho Cannabis está aumentando. En 2006, alrededor de tres millones de estadounidenses informaron haber consumido el estupefaciente al menos 300 veces al año, el estándar del uso diario. Para 2017, esa cantidad había aumentado a ocho millones, acercándose a los 12 millones de estadounidenses que bebían todos los días. Dicho de otra manera, solo uno de cada 15 bebedores consumía alcohol diariamente; aproximadamente uno de cada cinco consumidores de marihuana consumía cannabis con la misma frecuencia.

Además, se está consumiendo Cannabis que es mucho más potente que nunca, medido por la cantidad de THC que contiene. El THC, o delta-9-tetrahidrocanabinol, es el químico responsable de los efectos psicoactivos de la droga. En la década de los setenta, la mayor parte de la marihuana contenía menos de 2% de THC. Hoy en día, la marihuana contiene habitualmente de 20 a 25% de THC, gracias a las sofisticadas técnicas de cultivo y clonación y a la demanda de los usuarios por lograr un mayor efecto más rápidamente. En los estados donde el cannabis es legal, muchos usuarios prefieren extractos que contiene THC casi a 100%.

Los que están a favor del cannabis a menudo argumentan que el estupefaciente no puede ser tan neurotóxico como sugieren los estudios porque de lo contrario, los países occidentales habrían visto aumentos de psicosis en toda la población a la par con el aumento del consumo de marihuana. En realidad, es imposible realizar un seguimiento preciso de los casos de psicosis en Estados Unidos. El gobierno realiza un seguimiento cuidadoso de enfermedades como el cáncer con registros centrales, pero no existe un sistema de este tipo para la esquizofrenia u otras enfermedades mentales graves.

Sin embargo, existen algunos datos a nivel población. Investigaciones de Finlandia y Dinamarca, dos países que rastrean las enfermedades mentales con mayor precisión, muestra un aumento significativo de la psicosis desde 2000, luego del aumento en el consumo de cannabis. Además, en septiembre pasado, una gran encuesta también encontró un aumento de enfermedades mentales graves en Estados Unidos. En 2017, 7.5% de los adultos jóvenes cumplieron con los criterios de padecer enfermedades mentales graves, duplicando la tasa en 2008.

Ninguno de estos estudios demuestra que el aumento en el consumo de Cannabis haya causado aumentos poblacionales en la psicosis u otras enfermedades mentales, aunque sí ofrecen evidencias que sugieren que hay un vínculo.

Lo que sí está claro es que, en casos individuales, la marihuana puede causar psicosis, y la psicosis es un factor de alto riesgo para la violencia. Además, gran parte de esa violencia ocurre cuando las personas psicóticas usan drogas. Mientras las personas con esquizofrenia eviten las drogas recreativas, solo tienen una probabilidad moderada de volverse violentas que las personas sanas. Pero cuando las consumen, su riesgo de violencia se dispara. El estupefaciente que es más probable que usen es cannabis.

La forma más obvia en que el cannabis alimenta la violencia en las personas psicóticas es a través de su tendencia a causar paranoia. Incluso los apoyan el consumo de la marihuana reconocen que el estupefaciente puede causar paranoia; el riesgo es tan obvio que los usuarios bromean al respecto, y los dispensarios anuncian que ciertas cepas tienen menos probabilidades de hacerlo.

Pero en el caso de las personas que sufren trastornos psicóticos, la paranoia puede alimentar la violencia extrema. Un artículo de 2007 publicado en la revista Medical Journal of Australia examinó a 88 acusados ​​que habían cometido homicidios durante episodios psicóticos. En éste se descubrió que la mayoría de los asesinos creían que estaban en peligro debido a la víctima, y ​​casi dos tercios informaron haber consumido cannabis, más que el alcohol y las anfetaminas combinadas.

El vínculo entre la marihuana y la violencia no parece estar limitado a las personas con psicosis preexistente. Los investigadores han estudiado el alcohol y la violencia durante generaciones, lo que demuestra que el alcohol es un factor de riesgo para el abuso doméstico, el asalto e incluso el asesinato. Se ha hecho mucho menos trabajo sobre la marihuana, en parte porque los que están a favor han estigmatizado a cualquiera que plantee el problema.

Sin embargo, hay estudios que demuestran que el consumo de marihuana es un factor de riesgo importante para incurrir en la violencia.

Un documento de 2012 en publicado en el Journal of Interpersonal Violence, que examinó una encuesta federal de más de nueve mil adolescentes, y se encontró que el consumo de marihuana se asoció con una duplicación de la violencia doméstica en Estados Unidos.

Un documento de 2017 publicado en la revista Social Psychiatry and Psychiatric Epidemiology, en el que se examinó los generadores de violencia entre seis mil hombres británicos y chinos encontró que el uso de estupefacientes estaba vinculado a un aumento de la violencia en un factor de cinco, y que el utilizado casi siempre era el Cannabis.

Antes de que los estados legalizaran el cannabis recreativo, los que apoyaban su uso predijeron que la legalización permitiría que la policía se enfocara en criminales reincidentes en lugar de hacerlo en fumadores de marihuana y, por lo tanto, reduciría los delitos violentos. Algunos incluso afirman que la legalización ha reducido los delitos violentos: en un discurso de 2017 que solicitaba la legalización federal, el senador Cory Booker (demócrata por Nueva Jersey) dijo que “estos estados están registrando disminuciones en los delitos violentos”.

Pero Booker está equivocado. Los primeros cuatro estados en legalizar la marihuana para uso recreativo fueron Colorado y Washington en 2014 y Alaska y Oregon en 2015. Combinados, esos cuatro estados tuvieron aproximadamente 450 asesinatos y 30 mil 300 agresiones agravadas en 2013. En 2017, tuvieron casi 620 asesinatos y 38 mil 000 agresiones agravadas --un aumento mucho mayor que el promedio nacional.

Saber exactamente cuánto de ese aumento está relacionado con el consumo de cannabis es imposible sin investigar todos los delitos. Pero durante siglos, las personas de todo el mundo han comprendido que el cannabis causa enfermedades mentales y violencia, así como se han sabido que los opiáceos causan adicción y sobredosis. Los datos duros sobre la relación entre la marihuana y la locura se remontan a 150 años, a los registros del asilo británicos en la India.

Sin embargo, hace 20 años, Estados Unidos actuó para fomentar un uso más amplio del Cannabis y los opiáceos. En ambos casos, decidimos que podríamos ser más astutos que estos estupefacientes --disfrutando de sus beneficios sin costo alguno.

Además, en ambos casos, nos equivocamos. Los opiáceos son más riesgosos que el cannabis, y las muertes por sobredosis que causan son una crisis más inminente, por lo que la atención pública y gubernamental se ha centrado en ellos. Pronto, la enfermedad mental y la violencia que sigue al consumo de cannabis también podrían estar demasiado extendidas como para ignorarlas.

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo           

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Fecha de publicación: 17/01/2019